Martín Muñoz de las Posadas busca su futuro en el legado del cardenal Espinosa

El arquitecto Miguel González de Riancho aboga por dar un uso hostelero al edificio, que sufre un peligroso estado de deterioro. La invasión de las aves, la humedad y las grietas existentes suponen algunos de los problemas que la Comisión V Centenario quiere atajar.

La localidad de Martín Muñoz de las Posadas quiere afianzar su futuro aprovechando el legado dejado por el cardenal Diego de Espinosa, el vecino más ilustre que ha tenido el municipio.

Para lograrlo, una comisión colegiada quiere aprovechar el V centenario del nacimiento del cardenal —que se celebra en 2013— para impulsar proyectos que devuelvan a la villa el esplendor y pujanza que tuvo en otro tiempo.

Uno de los principales apoyos que buscan se asienta sobre el Palacio del Cardenal, edificio emblemático pero que sufre un grave estado de deterioro por falta de uso. Para empezar, el arquitecto Miguel González de Riancho Pina, graduado de la IE Universidad, mostró ayer a autoridades y vecinos del pueblo, su proyecto de recuperación del inmueble y de su entorno. Con una exposición que tuvo lugar en el salón de actos del Ayuntamiento, el arquitecto propuso una combinación de estancias de alojamiento con usos culturales, de modo que contribuya a generar un uso sostenible económicamente en el tiempo.

La propuesta técnica forma parte del proyecto fin de carrera para la IE Universidad, y que fue seleccionado entre un conjunto de proyectos diseñados desde la Escuela de Arquitectura del campus segoviano, en el que se ha formado este joven arquitecto cántabro que ha estado completando su formación académica en Milán a través de una beca Erasmus.

Dotado con 50 habitaciones, cafetería, auditorio, aulas, biblioteca dedicada al Cardenal Espinosa, gimnasio, Spa, y un aparcamiento subterráneo para 80 vehículos; el conjunto pretende convertirse en “dinamizador de todo el suroeste de la provincia de Segovia”, según González de Riancho. El ponente lamentó que el rico de Martín Muñoz no haya tenido mimo de las administraciones que se profesa en otros lugares. “España debería tomar ejemplo de otros países de la Unión Europea”, sostuvo.

De este modo mostró imágenes de las principales amenazas que atentan contra el edificio, renacentista del siglo XVI, que fue sometido a una pequeña rehabilitación por última vez en 1966, y no del todo ortodoxa.

Problemas

La erosión que sufre el granito, especialmente en los escudos de armas de la fachada, se suma a la herrumbre que corroe las balconadas y adornos de hierro. La humedad que muestran paredes y techos, con desconchones, y las grietas y fisuras por las que el agua va destruyendo el edificio, también contribuyen a agrandar ese peligro que amenaza al edificio.

Las autoridades asistentes a la visita tuvieron la ocasión de comprobar estos peligros en los que también tienen su protagonismo las palomas y cigüeñas que han colonizado interiores y techos. Sus nidos han llevado a que se desprendan pizarras del tejado. De hecho ha sido preciso apuntalar algunas zonas para garantizar la estabilidad inmediata del inmueble.

Tras la exposición, el presidente de la Diputación, Francisco Vázquez, dijo que la institución podrá colaborar en materia de rehabilitación como ha hecho en otros inmuebles, pero abogó porque sea la iniciativa privada la que desarrolle el proyecto hostelero. En el mismo sentido se pronunció el delegado de la Junta, Javier López-Escobar y la diputada nacional, Beatriz Escudero, que también se pusieron a disposición de los vecinos.

Un vecino ilustre

Dedicado por completo a su localidad

Diego de Espinosa Arévalo nació en Martín Muñoz de las Posadas en septiembre de 1513 y falleció en Madrid el 5 de septiembre de 1572. Fue cardenal y ocupó los cargos de presidente del Consejo de Castilla bajo el reinado de Felipe II de España e Inquisidor general. Sus padres fueron Diego González de Espinosa y Catalina de Arévalo, de familia noble y adinerada. Licenciado en Derecho civil y canónico en la Universidad de Salamanca, obtuvo el cargo de juez de apelación en la curia arzobispal de Zaragoza, provisor de la diócesis de Sigüenza (Guadalajara), oidor en la Real Audiencia y Chancillería de Valladolid, oidor en la Casa de Contratación de Sevilla, regente en el Consejo Real de Navarra, consejero en el Consejo Supremo y Real de Castilla (a los 49 años de edad, en 1562), presidente del Consejo Supremo y Real de Castilla por deseo de Felipe II en 1565 e Inquisidor General en diciembre 1566.

En Ausencia de Felipe II ejerció de regente. Fue tal la unión al rey que éste solicitó para él el capelo cardenalicio para proporcionarle un mayor rango y dignidad. El Papa Pío V se lo concedió en 1568.

Felipe II le tenía en tal aprecio y consideración que mandó comprar para Espinosa algún lugar para establecer su casa con el título de marqués (a expensas del propio rey). El cardenal Espinosa no aceptó ni la compra ni el título, pero a cambio hizo una petición que le fue concedida: el establecimiento de una feria franca en la villa de Martín Muñoz de las Posadas. La concesión fue de mercado un día a la semana, los lunes y de feria una semana al año, en el mes de septiembre, algo que ahora se quiere recuperar y mantener.