Gran éxito de Luis Bolívar y Víctor Barrio en la corrida mixta de ayer

Salieron en hombros tras cortar dos orejas cada uno, mientras Moura hijo lució mucho en rejones.

Se presagiaba una incierta entrada y a fe que la sorpresa tuvo tintes gratos, pues entre la crisis, las desavenencias entre los propietarios del inmueble taurino, el partido de fútbol de España y por la noche el recital de sabina, se temía escasa afluencia de público. Como están las cosas y demás gaitas, la entrada fue digna y aceptable. Y el festejo respondió a las expectativas. Fue un buen festejo.

Y gracias le sean dadas y reconocidas al personaje que con su carácter, su ideología aplicada a un segovianismo real y auténtico, se la juega a la carta más alta. Ya saben, Gustavo Postigo y que siga.

Joao Moura

El hijo del maestro de maestros, el joven lusitano cuyo blasón luce espléndido en el ruedo, mostrando la plenitud casi alcanzada de un toreo a caballo con matices y bondades constatadas, deslumbra por rango y calidad. Toreó despacio, templó con magisterio, clavó con elegantes batidas y haciendo la suerte de frente. Estuvo lúcido y brillante en un segundo tercio con galopadas de costado que enardecen a los públicos, gustando la manera de encelar, de ejecutar sin violencia y eso sí, los rejones de muerte no fueron certeros en su momento álgido. Qué decir de sus corceles, belleza auténtica del más puro caballo lusitano sobre los cuales enaltece al jinete dominador y elegante. Saludo en ambos toros.

Luis Bolívar

El colombiano es torero importante por su condición de exquisito en el porte y toreo de clase y armonía. Se estiró a la verónica con gusto y estética. Tres lances más en el quite. Trasteo por bajo por ambos lados. Excelentes muletazos de mano baja y jugando bien la muñeca y la cintura. Alto nivel y calidad ante un pastueño cuatreño de Victorino al que supo aplicar el toreo fundamental con clase y dominio, además de un acusado temple que lograba pulsar la embestida con absoluta solvencia. Mandones los naturales, aunque prevaleció mayormente el toreo en redondo sobre la diestra. Media estocada y una oreja.

Pegajosa la embestida del segundo toro de Victorino, quinto de la tarde. Se revolvía en un palmo y obligaba al torero a la aplicación del saber estar y del saber comportarte con valor y técnica. Lo hizo así y así sacó partido de este animal con cierto sentido de ocultas intenciones. Derechazos como base de faena, meritoria ésta y reconocida por el público, Gran estocada y otro apéndice para Bolivar.

Víctor Barrio

Era su cuarta novillada de la presente temporada. Villanueva de Perales, cuatro orejas; Las Ventas, oreja y petición, Saint Sever, oreja a un novillo de José Escolar el pasado domingo, y ayer en Segovia.

Recibe a su antagonista en el centro del ruedo por tafalleras. De hinojos con la muleta, firme, sereno y valiente como el que más. Clase y calidad torera se vislumbra en el segoviano, cuestiones que pone a contribución en todo momento. Con la zurda magníficos naturales que se jalean, ligados, pulsados y calibrados. Sensibilidad torera también. Circulares, giraldillas y desplante. Oreja.

Con el que cerraba plaza, que brindó al maestro Andrés Hernando, el penúltimo baluarte segoviano, cuatro largas cambiadas de rodillas, lances a pies juntos con revolera. Con la flámula comienza por alto para pasar al toreo al natural. El novillo tardo toma el engaño con cierta reticencia. Templado los muletazos, reposado el toreo y dos tandas enormes hacia el final de faena. La dimensión de este espigado torero se vislumbra, se detecta y se desea anheladamente. Cortó otra oreja con la consiguiente salida en hombros en unión de Luis Bolivar.