Donde van las águilas heridas

El Centro de Recuperación de Animales Silvestres “Los Lavaderos”, dependiente de la Junta, atendió a 349 ejemplares en 2016

Cuatro ejemplares de águila imperial ibérica, el ave más emblemática que surca los cielos segovianos, ingresaron en 2016 en el ‘hospital de animales' de la provincia, cuyo nombre oficial es Centro de Recuperación de Animales Silvestres “Los Lavaderos”, situado en la Carretera de Arévalo. “Aquí entran águilas imperiales, pero también gorriones”, explica Miguel Ángel González, uno de los trabajadores del CRAS. “Y te acabas encariñando con todos”, agrega.

Para González y su compañero de trabajo, Francisco J. Palacios, la mayor satisfacción se produce cuando ven salir volando a un ejemplar que ingresó moribundo. “Nuestra finalidad es conseguir que los animales vuelvan a ser libres”, declara González.

La liberación de un águila imperial, tras un proceso de recuperación que suele ser lento, siempre es una alegría en el CRAS. Pero no solo se curan águilas imperiales. En 2016, el CRAS, dependiente del Servicio Territorial de de la Junta de Castilla y León, liberó 187 ejemplares de los 349 que ingresaron.

La labor principal del CRAS “Los Lavaderos” de Segovia, un centro pionero en España en el tratamiento de animales silvestres, es curar a los ejemplares heridos que allí ingresan, intentando que la recuperación sea en el menor plazo posible y la reintegración se produzca en el medio natural más adecuado para que el animal pueda desarrollar su vida en libertad.

A “Los Lavaderos” acuden con frecuencia particulares llevando animales heridos que han encontrado en el campo. Otras veces, los agentes y celadores medioambientales, tras recibir un aviso, se encargan de hacer el traslado.

De los 349 ejemplares llegados al CRAS en 2016, más de la mitad, en total 187, pudieron volver a ser reintegrados en su hábitat originario. 78 ingresaron en estado cadáver o murieron durante su estancia en “Los Lavaderos”; y el resto siguen en proceso de recuperación, aunque algunos están considerados irrecuperables por la gravedad de las patologías que presentan.

Las cinco especies que protagonizaron mayor número de ingresos el pasado ejercicio fueron cigüeña blanca (46), buitre leonado (33), jilguero (28), busardo ratonero (21) y corzo (20). Por encima de diez ingresos están aguililla calzada (15), búho real (14), cernícalo vulgar (14), milano real (13) y vencejo común (15).

Los tres meses de 2016 con mayor número de ingresos han sido julio (63), agosto (55) y junio (47). Por lo que respecta a las causas de ingreso, las dos principales fueron atropello (73) y caída del pollo del nido (71).

Actuación El personal de “Los Lavaderos” cumple con un estricto protocolo de actuación. Si un animal ingresa cadáver, y se sospecha que fue envenenado, se procede al análisis de sus restos. Si el ejemplar está vivo, se avisa a un veterinario para que marque el tratamiento que debe llevar el animal. En el caso de las aves, que son mayoría en el CRAS, inicialmente se llevan a pequeñas habitaciones, llamadas “mudas”, hasta que se recuperan de sus lesiones. Una vez curadas, pasan a los “voladeros”, donde pueden fortalecer su musculatura hasta que, una vez que están en condiciones de volver a su hábitat, se procede a su anillamiento. Finalmente, el personal del CRAS se encarga de la liberación de los animales, preferiblemente en el lugar donde fueron recogidos, para así facilitar una rápida aclimatación. Además, el personal de “Los Lavaderos” tiene en cuenta, cuando se trata de llevar a cabo una reintroducción, las características de cada especie. Así, un ave nocturna siempre será soltada por la noche, y un ave migratoria, coincidiendo con la época de paso de sus congéneres por territorio español.

A lo largo de toda la etapa que los animales permanecen en el CRAS se intenta que tengan el mínimo contacto con el ser humano. El contacto deber ser solamente el imprescindible, para evitar que el animal quede ‘troquelado', esto es, que se acostumbre a los seres humanos. Un animal ‘troquelado' pierde el instinto de cazar y, con ello, su reintroducción en el medio natural de donde procede resulta un fracaso.