Acercarse hasta La Campa de Cantimpalos con el coche era una auténtica utopía en la mañana de ayer, y por ello los más veteranos en las lides del cross cantimpalense optaron por dejar el vehículo algo más retirado y acercarse a pie hasta el escenario del cross, al que la lluvia dejó tan embarrado que los padres tenían su miedo de dejar que los chicos corretearan por la zona por miedo a los resbalones. Así era lógico que alguno de los más jóvenes, deseoso de echarse unas carreras, le preguntara a su padre las razones por las que llovía tanto. Toda una duda.

En una carpa gigante situada muy cerca del circuito se mezclaban deportistas que habían corrido, otros que iban a correr, entrenadores y público en un ‘totum revolutum’ que intentaba guarecerse de la lluvia que había dejado el campo hecho una chocolatera. Los más valientes, paraguas en mano, alternaban su mirada entre la línea de salida, donde Luis Cuesta hacía gala de su habitual sintonía con los atletas, y la zona de podio donde Antonio Prieto cantaba los ganadores y ganadoras de las diferentes categorías, pasando por la pantalla gigante donde se podían seguir las carreras de la mejor manera.

Si las carreras master y élite femenina fue el culmen de la lluvia, la tregua en lo que al agua se refiere llegó con la prueba élite masculina, y por ello el público fue saliendo repartiéndose por parte del recorrido, y los más pequeños pudieron realizar su calentamiento de la mejor manera posible, puesto que las carreras de menores se colocaron con posterioridad a las de élite, y justo antes de la carrera popular en la que tomaron parte anteriores ganadores del Cross de Cantimpalos como Paco Guerra. Porque ni público ni deportistas faltaron en el cross, aunque se les viera menos por culpa del agua.

Un cross como Dios manda