¡La Segoviana es de Primera RFEF!

El triunfo gimnástico ante al Illescas y la debacle del Numancia en Cáceres llevan al equipo de Ramsés Gil a conquistar el título de liga y alzarse con el ascenso directo a la categoría de bronce del fútbol español

Tan difícil de explicar, tan arduo de asimilar. Porque los sueños, en remotas ocasiones, con trabajo y un ápice de suerte se pueden convertir en realidad. La Segoviana, la de los tuyos, la que en su día estuvo al borde de la desaparición y la que en tantas ocasiones el destino fue cruel a más no poder con ella, encontró la recompensa más bonita a amargos recuerdos en tiempos pasados y escribió la página más bella en sus 95 años de historia. Entre la agonía, la locura y abonada al eterno sufrimiento, porque sino no sería ella, el equipo de Ramsés Gil obró el milagro y, desde una fe inquebrantable y la ilusión de una ciudad entregada, se coronó campeona de liga y certificó un ascenso histórico a la tercera máxima categoría del fútbol español.

En un 5 de mayo que ya pasará a los anales de la historia de la entidad, lo que tantas veces una parroquia se imaginó, esta vez sucedió sobre un municipal de La Albuera hasta la bandera que, una vez más, fue el corazón y alma de un equipo entregado a los suyos. Bajo la imposición del ‘ganar y esperar', el cuadro azulgrana afrontaba el último baile con la necesidad de hacer los deberes frente al Illescas y aguardar un tropiezo del Numancia frente al Cacereño. Un casi nada que se convirtió en un verdadero todo.

Así, con la mirada en Segovia y la atención en Cáceres, Ramsés Gil apostó por un once reconocible con la presencia de un Hugo Díaz con mayor capacidad de llegada en detrimento de Juan de la Mata, David López y Sergi Molina en el cerrojo y Plomer, Borrego y Segovia, los tres futbolistas con mayor inspiración y olfato en ataque. Un mensaje ofensivo desde la pizarra que no tardó en ejecutarse sobre el verde ante un conjunto toledano que, con el buen trato de pelota como una de sus principales señas de identidad, aceptó la propuesta gimnástica de un duelo de alto ritmo y fútbol directo.

Y ahí, una Segoviana a la que la faltó colmillo logró encontrar la motivación a más de 200 kilómetros de distancia. Porque tras un primer tímido aviso de Segovia y un disparo de Borrego que escupió en el larguero, llegaron las buenas noticias a La Albuera con el tanto inicial del Cacereño.

RUBÉN SE VISTE DE HÉROE

Una coyuntura que, con la derrota momentánea del Numancia, llevaba a la Segoviana a depender de sí misma, a un paso del liderato, a un gol de la gloria, Así, el equipo gimnástico, consciente de la situación, olió sangre, metió una marcha más ante un Illescas que cedió terreno y no dejó escapar la oportunidad de su vida. Porque Rubén perdonó una, pero no dos. Tras un disparo de volea que se marchó a escasos centímetros de la portería de Christian, Chupo allanó el camino de la eternidad para la Segoviana con un cabezazo en el segundo palo que contó con la inestimable ayuda del meta visitante.

Un gol que hacía líder a una Segoviana que, antes del descanso, festejó la segunda diana de un Cacereño con diez, pero que no dejó una felicidad plena en el feudo segoviano ya que el Sanse también se adelantaba al Adarve y ponía la tabla patas arriba con ambos equipos empatados a puntos.

ESTADIO DE NERVIOSISMO

Todo a 45 últimos minutos de infarto con una Segoviana temblorosa, a la que la pudo más el miedo a perder el liderato que el hambre por buscar la sentencia y que llevó a Ramsés Gil en la reanudación a dar entrada a Juan de la Mata en busca de calmar las aguas y, de paso, rebajar unas pulsaciones que, con el paso de los minutos, inevitablemente iban en aumento. Para entonces, la debacle numantina en Cáceres ya era una realidad, pero la incertidumbre se apoderó de una Albuera que vio titubear a los suyos mientras además el Sanse hacía el segundo en el Vicente del Bosque.

El motivo, la derrota por la mínima para el Illescas significaba amarrar la permanencia y evitar un posible ‘playout' para los toledanos, por lo que, como si de un pacto de no agresión se tratase, sobre el verde entre poco y nada sucedía más allá de ocasionales llegadas e infinitas posesiones de balón.

Así, con un acuerdo sin palabras y la paz firmada, Manu, el eterno capitán, dejó el brazalete a Rubén y se marchó entre aplausos en una cerrada y quien sabe si última ovación. Fue tan sólo la antesala de lo que se produjo minutos más tarde con un pitido final que ya sí desató la locura absoluta en La Albuera y con el que la Segoviana certificó un ascenso histórico. Al grito de ‘campeones', con invasión de campo, infinitos abrazos y unas lágrimas que esta vez sí eran de felicidad plena, la afición segoviana festejó por todo lo alto una proeza nunca antes vista en sus 95 años de historia. Porque no, no es un sueño, ¡la Sego es de Primera RFEF!

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