KAR Repass, un cabaret eslavo, gamberro, loco y alegre

Estamos ávidos y contentos, pues vamos a ver el espectáculo que inaugura . Nos reciben los comediantes desde el hall, todos ellos son músicos, titiriteros y actores. Venimos a un funeral, o a visitar a alguien que está moribundo, nos dan las condolencias al tiempo que saludamos a los amigos. Otro año más aquí estamos, como en los eventos familiares a algunos sólo los vemos esta vez al año. En el escenario tumbado en su lecho de muerte, el cadáver o moribundo tiene un acordeón en su vientre, respira y el aire del acordeón suena, fuma ayudado por alguien que le acompaña, comienza la cosa: “me voy”, dice el moribundo; el acompañante le pregunta por qué, el primero le responde: “porque me voy”… Así sigue su absurda conversación y nos hacen reír. Matija Solce ya nos lo mostró el año pasado con “La resurrección de los huesos”, es un cómico, titiritero y músico, que tiene mucha gracia, es un “salao” y le encanta coquetear con los muertos. Es el moribundo y junto a él los otros componentes de Fekete Seretlek y Studio Damúza, estamos ante una producción tricefalia. “La muerte estaba en mí mismo… ”. Dice el moribundo o muerto, pero también dice… “todavía no”. Entonces traen una sopa y comienza la música de las copas contra copas, el músico es el percusionista y bailarín Ivo Sedlácêk, a él se le añaden el propio Matija con el acordeón, Pavol Smolarik contrabajo, y Jiri Jelínekun con el violín, después entrará Anna Bubníkoval con el violoncelo, canta y hace de Anna Karenina. Con su vestido clarito y bonito, de época, dice que necesita amor, y no sabemos si estamos ante su sueño o en el despertar del mismo, o ni más ni menos en un funeral como lo indica todo, aunque no sabemos de quién. Las piezas musicales se suceden, es música eslava con toques balcánicos y a veces otros. De pronto, el ritmo se desbarata, aposta pensamos, porque ellos, todos músicos, están en el tempo. Y vemos a “la chocha perdiz”, y nos reímos con ese nombre y nos maravillamos por su sencilla y perfecta composición: una pluma alargada y blanca de ave, un papelito triangular, y las patitas son las dos baquetitas que percutían en otros instrumentos. No hago spoiler, porque de lo que estoy segura es que cada espectador va a ver un espectáculo distinto.

Estamos ante un cabaret eslavo, gamberro, loco y alegre. Los ingredientes de este trabajo lo conforman la música, el teatro de objetos, los textos y la interpretación.

Lo más significativo e importante es la música, apasionada, da el color y crea la atmósfera del espectáculo, además de marcar el ritmo general. Un ritmo que siempre está ahí: en los sonidos de los objetos, en sus movimientos, en los textos. Y sin embargo es precisamente ese ritmo lo que a veces parece deshacerse, como si se desdibujara. La lengua inglesa no le va al espectáculo, aunque entendemos que es una manera eficaz para comunicar sus textos a los espectadores con el idioma que se ha impuesto en el mundo; además, en España, no todos entendemos el inglés. Cuando de pronto sueltan alguna frase o palabra en español lo hacen con mucha gracia, y nos acercan su trabajo. Agradecemos este esfuerzo de la compañía.

El trabajo con los objetos, fundamentalmente las copas y vasos, es sencillo, bonito y bien ejecutado: copas – cascos de los caballos, copas – piernas que se desplazan y avanzan, y el trenecito, en la obra de Tolstoi los trenes son importantes.

El humor no faltó, y el público, ansioso de títeres y felices por otra edición, completó la faena y dio sentido al espectáculo no escatimando aplausos

Es un espectáculo – independiente de la lengua – al que en algo le falla la dramaturgia, nos gustaría saber cómo se ha construido, desde dónde, cuál ha sido su proceso, y qué es lo que ha primado. A veces da la sensación de que los perfiles de la parte actoral de los intérpretes proviene de técnicas o escuelas distintas, pero eso no sería una dificultad si existiera un elemento aglutinador, un testigo externo: dramaturgista o, y, director de escena, alguien que une voluntades, estilos, creando la unidad que se echa en falta. Ellos dicen en su programa que crean una “dramaturgia en directo”, quizá sea eso.

No importa que el tema, o el estilo, o ambos, apelen a lo irracional, surrealista o absurdo de la condición humana, y además se haga con una estructura loca o descompuesta, pero un espectáculo de teatro ha de tener una coherencia interna, aunque sea disparatada, un entramado que sujete los peldaños de la escalera. Al final del espectáculo una se pregunta: ¿No deberíamos encontrarnos todos como al principio, en la mesa y con una copa en la mano?

Puede que otros desajustes rítmicos que se percibieron el día de su estreno en España se deban a ser la primera actuación con otra lengua, pues ellos son los reyes del ritmo, por algo son músicos. Seguramente con las siguientes funciones mejoraran ‘los entremedias' de las piezas musicales.

Ahora bien, el humor no faltó, y el público, ansioso de títeres y felices por otra edición, completó la faena y dio sentido a todo ello no escatimando aplausos.

Ficha de la crítica de teatro

  • 10 de mayo, Teatro Juan Bravo
  • Espectáculo de Inaguración de la XXXVII edición de Titirimundi
  • CIA: Fekete Seretlek y Studio Damúza
  • (Chequia, Eslovenia y Eslovaquia)
  • Matija Solce. Acordeonista, actor titiritero y creador de la composición musical
  • Anna Bubníkoval violoncelista, cantante e intérprete de Anna Karenina
  • Ivo Sedlácêk, percusionista y actor titiritero
  • Pavol Smolarik contrabajista y actor titiritero
  • Jiri Jelínek violinista y actor titiritero
  • Marianna Stránská , escenógrafaca

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