El Palacio de Valsaín, que se encuentra casi en ruinas y rodeado de basura, está a las afueras del municipio.
El Palacio de Valsaín, que se encuentra casi en ruinas y rodeado de basura, está a las afueras del municipio. / LORENA SANZ

El Palacio de Valsaín es el origen del poblamiento de la zona hoy considerada del Real Sitio de San Ildefonso. En torno a los cazaderos de los bosques de Segovia, que es como se llamaba la zona, hay noticias y documentación desde finales del siglo XII, allá por los años 1.170-1.180 d.c. En esa época, la aristocracia usaba esta zona y los Reyes de España ya comenzaban a llegar al lugar. Además, a finales del siglo XIII, sobre el año 1.290 se constata que ya había gente viviendo en esos bosques de manera permanente que se dedicaban a explotar la madera.

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“Desde principios del siglo XIV, hacia el año 1.315 ya hay noticias de diferentes reinados, en concreto Alfonso XI, en su ‘Tratado de Montería' es el primero que describe estos términos para poder realizar la caza”, detalla el historiador y cronista del Real Sitio, Eduardo Juárez, quien detalla que es “Enrique III, a mediados del siglo XIV, quien decide construir una casa en el bosque de Segovia; una especie de pabellón de caza, para aliviarse de sus enfermedades y refugiarse”. En este punto hay que recordar que Enrique III, era llamado ‘El doliente' por encontrarse permanentemente enfermo y por estar casado “con una prostituta inglesa totalmente xenófoba y antisemita, Catalina de Lancáster”, que, además, era su prima.
A partir de ese momento es cuando empieza la construcción de lo que posteriormente se conocería como el llamado el Palacio de Valsaín, cuya edificación se encuentra, a día de hoy, casi en ruinas. Los demás Trastámaras continuaron ampliando dicha masía, ya denominada como ‘Casa del bosque de Valsaín'.

Por esa época, los Reyes Católicos también construyeron varias casas, “una de ellas de ‘los Trastámara'”, explica Eduardo Juárez, “el ‘Casar del pollo' y al final la venden a los Jerónimos y es el origen del futuro palacio de La Granja”.
Sobretodo, el paso de ‘los Trastámara' a los ‘Habsburgo' es lo que amplía definitivamente el Palacio, “especialmente Felipe II, que le da una profundidad enorme y lo convierte en el gran Palacio de Valsaín y que se convertirá”, concreta el historiador granjeño, “en uno de sus lugares favoritos”.

El escorial

“Por ejemplo”, relata el cronista del Real Sitio, “hay un famoso calvario que está conservado en el Monasterio de El Escorial, una de las grande obras del Renacimiento Flamenco y que ha sido recientemente restaurado, fue comprado para ser colocado en la capilla del Palacio de Valsaín, y de hecho, es una de las obras que primero ardió cuando llegó la gran catástrofe del Palacio y su destrucción”.

El Palacio de Valsaín sufre un incendio durante el reinado de Carlos II (el último de los Habsburgo) y el edificio estaba asociado a esas dinastías que se desarrollan en España, en los Reinos de Castilla y que luego, detalla Juárez “cuando desaparece esa línea de familia, la de los Habsburgo, que estaba emparentada con los Trastámara, empieza el declive final del Palacio”.

En ese contexto, cuando llega a España Felipe II llega a España y es proclamado Rey busca un lugar para retirarse y plantea la posibilidad de reconstruir el Palacio de Valsaín para ello, e incluso acomodan una zona del torreón, que el Rey utilizó mientras se llevaba a cabo la construcción del Palacio de La Granja”.

Posteriormente quedó como el taller de un escultor y allí es donde se fabricaría, poco después, las esculturas de pueblan a día de hoy, los Jarnines del Palacoio Real de La Granja.
El Palacio entró en declive y en deshuso y la población “va asimilando todo aquello”, relata el cronista del lugar, “e incluso durante el franquismo se utiliza como escenario para algunas películas”, concreta, y desvela que “en alguna de aquellas escenas destruyeron más el lugar hasta dejarlo como actualmente está”.

¿Qué se debería hacer? Se pregunta al historiador y cronista del Real Sitio, a lo que contesta que “lógicamente consolidar aquella ruina, limpiarla y darle el aspecto honroso de un lugar donde pasó parte de la de España”. “Es un sitio magnífico pero”, reconoce Eduardo Juárez, pero, lamenta, “como tantos sitios de España, está echado a perder”.