Pablo Martín Cantalejo – ¡Aquella concentración parcelaria…!

“Poder disfrutar de los recuerdos de la vida es vivir dos veces”. He visto en algún lugar esta frase del poeta hispano-romano Marco Valerio Marcial, que nació el año 40 d. C. en Bílbilis, entonces ciudad romana cercana a Calatayud, donde también falleció. Y esta lectura me trae también a mí lejanos recuerdos al haber leído recientemente que en una localidad de nuestra provincia se iba a poner en marcha una “segunda concentración parcelaria”.

En los primeros años de la década de los 50 del pasado siglo se iniciaron en esta provincia las correspondientes actividades de este servicio agrícola, a raíz de la publicación de una ley de 20 de diciembre de 1955 por la que se anunciaba la concesión de determinados beneficios a todos aquellos agricultores que solicitaran la concentración de sus tierras. Pero he aquí que ya en Segovia se había producido cierta curiosidad e interés por conocer en qué consistía aquello; constancia del tema hay en este periódico con un reportaje que firmé el 6 de abril del mismo 1955 a raíz de haberse producido una primera solicitud de información, que creo recordar procedía del pueblo de Paradinas que, precisamente, no fue, luego, uno de los primeros en pedirla oficialmente.

Los inicios de la información a los agricultores estuvieron a cargo de la desaparecida Cámara Oficial Sindical Agraria, cuyo secretario general, Victorino Yuste Rojo, en compañía del ingeniero agrónomo José María Leal Montes, fueron los que resultaron ser pioneros en la provincia en cuanto a la divulgación del complejo problema que la concentración resultó ser en un principio. Yo les acompañaba en sus visitas a los pueblos para escribir luego la correspondiente información en estas páginas, con el propósito de ir divulgando el tema. Los desplazamientos se hacían por la tarde, porque en los pueblos era imposible comenzar las sesiones informativas antes de las diez de la noche, pues los agricultores estaban hasta entonces en sus labores del campo. En diversos locales se tenían las reuniones, donde los agricultores presentaban, tras la información, sus numerosas dudas, pues eso de tener que reunir todas sus tierras, por muy separadas que estuvieran las fincas, en una sola, era cosa que en principio “no encajaba”, y muy especialmente cuando se trataba del reparto familiar, pues el “yo tengo tres hijos, y si solo puedo dejarlo a uno ¿qué hago con los demás?”.

El 1 de noviembre de 1961 se creó la Delegación Provincial del Servicio Nacional de Concentración Parcelaria, que se puso en marcha con solo un ingeniero agrónomo a su frente, pero al siguiente año se aumentó la plantilla de personal técnico, lo que permitió iniciar la puesta en marcha de la concentración en aquellos municipios que ya lo habían solicitado, pero que tuvieron que esperar pacientemente por dicha falta de personal para realizar los trabajos de campo.

La llegada de la concentración parcelaria a nuestra provincia representó un notable beneficio para el agricultor, al poder cuidar sus tierras con mayor facilidad dado que todas agruparon su extensión en una o dos fincas, lo que promovió la compra de maquinaria agrícola con la que se trabajaba más fácilmente la superficie unificada. Y al representar esta valiosa ayuda al agricultor, simultáneamente la concentración inició importantes trabajos, con inversiones considerables, en la construcción de numerosos caminos que facilitaron el paso de las máquinas a las respectivas propiedades; se realizaron kilómetros de desagües, cerramiento de fincas, construcción de balsas para permitir el aumento de la superficie forrajera…Y todo ello atendiendo a las características propias de los cultivos a realizar en las distintas zonas y comarcas. En definitiva, el agricultor, en un principio receloso, con toda justificación, paulatinamente vio que el nuevo sistema que se introducía representaba notables mejoras para su economía, a la vez que ayudaba a que el penoso trabajo en el campo resultara más fácil y menos agotador. Así, en nuestra provincia, donde predominaba la pequeña y mediana propiedad integrada por multitud de parcelas diseminadas, se fue consiguiendo poco a poco una transformación determinante en todos los aspectos. Ahora, según reclaman los hombres y mujeres que siguen aferrados al campo, es preciso que, entre otras mejoras, llegue la digitalización para poder ir poniendo al mundo rural completamente al día. Sobre este tema, las noticias más recientes dicen que la Consejería de Agricultura y Ganadería de la Comunidad, a través del Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (Itacyl), participará en un nuevo proyecto del programa Horizonte 2020 de la Comisión Europea que pretende modernizar los sistemas de gestión de ayudas, apoyándose en la incipiente digitalización del sector agrario. Buenas noticias, pues, y ahora a la espera de su confirmación y puesta en marcha.