El humorista Forges. EFE
El humorista Forges. EFE

España entera llora la muerte de Antonio Fraguas de Pablo, conocido por todos como Forges. Pero en El Espinar el sentimiento es más profundo. Para los espinariegos, se trataba de “uno de los nuestros”. Y por ello el Ayuntamiento envió ayer una corona de flores al tanatorio madrileño donde sus restos eran velados.

Nacido en Madrid, en 1942, Forges conoció El Espinar en los años 60, cuando su padre decidió veranear en la vertiente segoviana de la Sierra de Guadarrama, en la casa de un gabarrero, de nombre Andrés Churruca. Los Fraguas eran una familia numerosa —nueve hermanos— que se hacía notar. “Muy integrada en el pueblo”, como se dice ahora.

Con el correr de los años, la familia dejó de pasar el estío en El Espinar. Sin embargo, él no dejó de tener vinculación con el pueblo, cuyo paisaje y paisanaje fueron protagonistas en sus viñetas a lo largo de su trayectoria. “En diversas entrevistas él dijo que las montañas que dibujaba eran las que conoció en su juventud”, señaló ayer su amigo Juan Andrés Saiz Garrido. El perfil de la iglesia de San Eutropio aparece en numerosas de sus creaciones. Y tanto Blasa como los blasillos “están inspirados en El Espinar, fruto de su observación de los lugareños”, sostiene Saiz Garrido, quien guarda una colección de al menos 50 viñetas de Forges con motivos alusivos a El Espinar.

Desde el Ayuntamiento se solicitó su colaboración en innumerables ocasiones —carteles de la fiesta de ‘Los Gabarreros’, guías turísticas…—, recibiendo siempre una respuesta positiva, salvo cuando se le reclamaba para ejercer de pregonero de alguna función. “Todos los alcaldes de los últimos años me han pedido que yo se lo solicitara, pero él nunca quiso, decía que tenía cada día 15 ó 20 peticiones de ese tipo y había optado por renunciar a todas”, revela su amigo.

Casi siempre se equivocaba al nombrar a Saiz Garrido. “Me decía ‘José Andrés’, hasta que un día se cansó y empezó a llamarme directamente gabarrero”, recuerda ahora, con cariño, el protagonista de la anécdota. El paso del tiempo no menguó el amor de Forges por El Espinar. En un acto celebrado hace ya varios años en Madrid, con asistencia de su también amigo Juan Pablo Ortega, el humorista prometió a Saiz Garrido ir a El Espinar, para enseñar el pueblo a sus nietos. Y lo hizo, enseñó a los pequeños la localidad, visitó a unos cuantos viejos amigos y comió en el restaurante El Espino. “Fue un buen día aquel”, sostiene Saiz Garrido, quien antes de acabar la conversación suelta otra historieta de Forges, cuanto menos llamativa, la de que “se sabía de memoria el Himno a Segovia que obligaba a cantar el alcalde Arahuetes antes de los plenos”.