
Por más que lo pudiera parecer, no fue una repetición. Cierto es, que los protagonistas principales, los niños, dieron a la San Silvestre en su trigésimo segunda edición, un empujón de continuidad que quedó reflejado en una inmensa participación, superior a los tres mil corredores que, en un marco de excelente temperatura y brillante organización, hizo que la San Silvestre de Segovia que cerraba el año 2010 superara a las anteriores y pusiera el listón a la altura que le gustaría tener a cualquier acto deportivo.
En el otro extremo, en el competitivo, Javier Guerra Polo volvió por donde solía. Dado que la salida en esta edición se marcó en el inicio de la subida a la calle San Juan, el joven atleta segoviano no dejó opción para la duda de quién sería el vencedor. Así, cuando llegó a la plaza Mayor ya tenía una diferencia de trescientos metros sobre sus inmediatos seguidores. Y partiendo de ahí, a conservar.
Con una temperatura extraordinaria para la práctica del deporte al aire libre, sobre todo aquel que requiere esfuerzo, Guerra se dejó llevar y, pese a la que diferencia de los primeros metros se fue reduciendo, en ningún supuesto le obligó a realizar un mayor esfuerzo. De tal forma, que en catorce minutos entró en la meta en primera posición, seguido por un Nacho de la Calle que evidenció encontrarse en un buen momento de forma. No hubo sorpresa en la meta. Lo contrario sí lo habría sido.
En categoría femenina sucedió más o menos lo mismo que en hombres, ya que Mariana Cantero impuso un ritmo que poco a poco fue descolgando a todas sus oponentes, hasta conseguir hacer su entrada en la línea de meta con la distancia suficiente como para festejar su victoria. Que no todos los días se gana una carrera con miles de participantes.
Puestos ya en su justo lugar a quienes vencieron, lo que hay que destacar de la prueba es la ilusionante participación. Los nervios de los más pequeños, en la mayoría de los casos con el padre, la madre, el tío o el abuelo, que de todo hubo, a su lado, mostró la cara de la continuidad, del futuro que tiene la San Silvestre. El hecho de haber adelantado el horario de las distintas salidas, dependiendo de las categorías, hizo que se evitaran las consabidas aglomeraciones y que los niños participantes pudieran regresar a sus hogares a una hora prudencial, además, en muchos de los casos, dar tiempo a sus padres a preparar la cena del último día del año, además de conseguir poblar a todas la calles de la ciudad de segovianos que animaron a los atletas a su paso.ñ Quizá hubo menos público en la plaza Mayor, pero sin duda bastante más a lo largo de todo el recorrido. Acertó de pleno la organización con el cambio de hora.
Y si las pruebas de menores contaron con una relevante participación, la senior, la del cajón de sastre pues en ella caben todos, fue espectacular. Había participantes de lo más variopinto. El grupo de los de cabeza, conocidos por su buena preparación física; el intermedio, con deportistas de otras actividades, baloncesto, fútbol, fútbol sala, triatlón… unos en activo, otros con un brillo de nostalgia en la mirada. Y, en el tercer capítulo, no se puede dejar pasar de largo a aquellos que forman el grupo de los inventores. Los que empujaban carros de la compra, los que llevaban trajes de faralaes, astronautas, vendedores de sorpresas y genialidades varias que les permitieron, sin duda, despedir el año viejo dando la espalda a los problemas. También por ello merece un aplauso la San Silvestre segoviana.
De muchas más cosas, de la buena organización, de los voluntarios que estuvieron atentos a que nada se saliera de su control, a los jueces árbitros, siempre en su sitio, o incluso a que en esta ocasión la entrega de premios se celebró en un tiempo más que prudencial… se podría escribir. Pero como los que participaron quieren, sobre todo, ver su nombre en la clasificación, a la que desde los inicios de la prueba este diario ha dedicado siempre una parcela especial, a ella les remitimos. Y tanto ellos, los participantes, como El Adelantado, se citarán para la próxima edición.