Nieve y frío para celebrar una fiesta con 3.000 invitados

Javier Guerra en categoría masculina, y Mariana Cantero en féminas, fueron los ganadores de la XXXI San Silvestre.

En cualquier otra día, en cualquier otro momento de un año cualquiera, en el que la conjunción puesta en común de todos los elementos adversos de la climatología se hubieran dado cita, como lo hicieron en Segovia en la tarde/noche del último día del mes de diciembre de 2009, por la plaza Mayor no habrían paseado ni los habitantes de la zona. Y, sin embargo… en una muestra palpable del arraigo que en tres décadas alcanzó la prueba deportiva de San Silvestre, a las siete y media de la tarde del pasado jueves la descrita zona se encontraba al completo de niños, jóvenes, adultos y paraguas, muchos paraguas, que intentaban favorecer que el personal de apoyo (padres, abuelos, tíos y demás familia de los participantes), pudieran cubrirse, junto con las prendas de abrigo de los corredores en sus manos, de lluvia, viento, nieve y frío que, en el tiempo de la carrera, y en el epílogo también, hicieron acto de presencia para una prueba que resulto excesivamente dura.

Tomás Lorenzo Moreiro, presidente del C.A.J. Blume, organizador extraordinario (por muchas razones) de la prueba, mostraba, junto a la tiritona a causa de los elementos ya descritos, la satisfacción el incremento de la participación, “hemos superado los tres mil. Exactamente la inscripción llegó a 3005”. Pues multiplique el lector la cifra por tres y podrá llegar a la conclusión, siempre aproximada, del número de personas que se dieron cita, por unas u otras razones, en la zona de la carrera durante el tiempo de desarrollo de la misma. Sin duda un gran éxito, fundamentalmente deportivo, que contó, como es habitual, con muchos participantes de diferentes localidades de la provincia.

De las pequeñas historias que rodearon los inicios de las distintas carreras en las que la organización divide el programa, nos quedamos con las de los más pequeños. Dado que la San Silvestre es, fundamentalmente, una carrera/fiesta familiar, donde unos se animan a otros para participar, cuando a algunos de los más pequeños, con la ilusión por bandera, al que otros pequeños le han animado a participar y escucha cómo su madre, al igual que otras muchas madres, cobijados ambos en uno de los soportales de la Plaza, le expone todas las razones del mundo para que, con el frío que hace, no se quite el abrigo ni el chubasquero “y si lo haces nos marchamos”, las lagrimas del peque sirvieran para que estuviera con sus amigos… pero con su mano en la mano de su madre, que también se “sacrificó” y corrió la prueba.

Y en la parte opuesta del lugar de salida, se encontraban los puestos de bebidas y tortillas frías, balones y demás premios que la organización entregaba a los que llevaban el dorsal y que, pese a los casi mil grados bajo cero que había en el lugar, todos recogían. Era el final de la fiesta deportiva con la que no pudieron los elementos, predispuestos en contra de quienes eligieron la parcela deportiva para despedir el año.

No es noticia, pero gano “un” Guerra. En la parte de la San Silvestre que acoge a los/las corredoras/es adultos, hay que destacar el aluvión de participantes. Tantos que, seguramente, habiendo formado una cadena humana habrían cubierto con creces el recorrido. Ahí, en ese gran grupo, había quienes fueron a competir para ganar y los que acudieron para pasarlo bien. Pura incongruencia en una nochecita de atmósfera opuesta a los intereses de los participantes. Así, que una vez que José Manuel Rodríguez, juez de salida, disparó, Javi Guerra puso el marcha el particular motor que lleva en sus piernas, y a muchas revoluciones por segundo se fue distanciando de sus compañeros de viaje.

Sabía el segoviano que el estado del recorrido no era para disputar la carrera en grupo, pues el peligro de caídas existió en todo momento, y no dio ni un sola opción ni a compañeros, amigos o conocidos. En menos de catorce minutos volvió a la plaza Mayor el que salía como claro favorito. El atleta internacional del Club Bikila, no hizo otra cosa que cumplir con el pronóstico, además de sufrir los rigores invernales como todos.

En féminas la cosa estuvo más disputada, tanto que no fue hasta el tramo final de la carrera cuando se conoció el nombre de la ganadora, Mariana Cantero, que en una carrera de menos a más logró superar a la campeona del año pasado, Eva Useros Marugán, para terminar entrando más contenta que unas pascuas en la línea de meta.

problemas con las clasificaciones. Finalizadas las carreras, llegó el momento de entregar los premios, y ahí fue cuando comenzaron a surgir los problemas. La organización cambió el sistema de cálculo de las clasificaciones de hacerlo con un lector de código de barras a insertarlas directamente al ordenador a través de un chip que pitaba cuando el deportista cruzaba la línea de meta, pero el sistema no funcionó del todo bien, y a la hora de dar los premios a los primeros clasificados de cada categoría llegaron los problemas y las reclamaciones, algunas más educadas que otras, pero la práctica totalidad de ellas con motivos más que fundados para que prosperaran. Pero las prisas, el frío y la preocupación de ver cómo los premiados esperaban y esperaban para recibir sus bien ganados premios hizo que una actividad que siempre es una fiesta terminase con algunos gestos torcidos y más de una lágrima.

Entendiendo todas y cada una de las reclamaciones, vaya en descargo de la organización que ésta tuvo que trabajar durante la tarde de Nochevieja a contrarreloj, no pudiendo comenzar el montaje hasta pasadas las tres y media de la tarde, puesto que había mercado, y después montando toda la infraestructura bajo unas condiciones climatológicas muy adversas. Evidentemente los jóvenes deportistas que ganaron sus pruebas no se merecían el disgusto que en algunos casos se llevaron, pero tampoco mereció tamaño disgusto un equipo organizativo que hizo todo lo que pudo para que la fiesta atlética de fin de año fuera un éxito. Que lo fue para la inmensa mayoría de los participantes, atletas populares que sólo quieren despedir el año corriendo, pero que no lo fue para todos, con mención especial para el concejal de Deportes, que después de participar como uno más en la San Silvestre, estuvo pasando frío dando la cara en nombre del Ayuntamiento hasta el final de la accidentada entrega de premios.