El Aladino de la Segoviana

Abraham García ha conseguido convertir una buena plantilla en un equipo para la historia

Abraham García es uno de esos entrenadores que en todo momento da la sensación de tenerlo todo bajo control. Después de unos años viviendo una aventura ística lejos de España, llegó a Segovia para tratar de ascender al equipo de la ciudad a una categoría que se le resistía desde hace tiempo, y lo logró de la forma más brillante posible. Es el Aladino de la Gimnástica Segoviana, el que consiguió frotar bien la lámpara para que el genio azulgrana luciera en todo su esplendor en el momento más importante de la temporada.

El ascenso de la Segoviana no ha sido su éxito más destacado, porque ya ha vivido varios, pero seguramente tenga un sabor especial para usted.

En lo que se refiere a Tercera es cierto que no es el primer ascenso, pero tiene unas connotaciones diferentes, porque en el anterior hubo algún desencuentro que no me permitió disfrutar de un logro que fue increíble. Este ascenso es especial porque vengo de una situación difícil, de haber estado en el extranjero donde no siempre las cosas salen bien, y por ello decidí embarcarme de nuevo en una aventura que me llenara, que me hiciera subir la autoestima de entrenador, que hiciera que me sintiera cómodo, y aquí recibí desde un primer momento todo lo que necesitaba. La gente me aceptó de manera fenomenal, y me vi con un grupo de jugadores y de personas que es para sentirse orgulloso de ellos, porque lo dan todo por el club en una circunstancias que a veces no son las del profesionalismo absoluto. Se ha demostrado que querer es poder, que a veces no todo es dinero y que se pueden conseguir determinados éxitos con otros recursos.

¿Llegó a odiar el fútbol en la etapa en la que estuvo entrenando fuera de España?

El fútbol es mi vida, es lo que he mamado en mi casa, es lo que me da energías y lo que me gusta. Sí es cierto que cuando estuve en el extranjero en mi última etapa lo pasé mal, porque cuando lo pones todo, y parece que no lo estás haciendo, te das cuenta de que no es justo. Soy una persona muy apasionada, y hay muchas cosas que me afectan, me cuesta ser frío, aunque la madurez sí me hace ver las cosas de manera diferente.

Empecé a entrenar con 16 años y ahora tengo 43. He entrenado equipos todo este tiempo, menos un año que paré porque descubrí otras cosas fuera del fútbol. Este deporte te da mucho, como ha ocurrido este fin de semana, pero también te quita, y en mi caso se llevó a mi padre precisamente en un ascenso de la Cultural Leonesa, porque falleció de un infarto cuando yo tenía 14 años. Lo recuerdo todos los días, y cuando pasa algo relacionado con el fútbol, todavía más. Pero no, nunca he llegado a odiar el fútbol.

Cuando llega a Segovia, recala en un club que no tiene demasiado que ofrecer, salvo la esencia del fútbol amateur. ¿Hacía mucho tiempo que no dirigía a un equipo así?

Cuando llegué me di cuenta de que las personas que me hablaban, Agustín y Ramsés, era absolutamente francos conmigo, y no necesité más de un minuto para llegar a un acuerdo. Me dijeron que les daba casi hasta vergüenza ofrecerme lo poco que tenían, y yo les respondí que a quien le daba vergüenza era a mí al decirles que me gustaría entrenar a la Segoviana porque siempre he tenido un concepto maravilloso de este club, porque la ciudad me parece especial, y porque cada vez que he venido como invitado a La Albuera me parecía un campo increíble. Así empezó todo. Me dijeron “tenemos esto”, y yo les dije que de acuerdo.

Sinceridad hubo.

Jamás me han prometido nada que no me hayan dado, y nunca me han reprochado nada, es más, hemos tenido muy buena química y con una relación muy profesional. Evidentemente con el roce se hace el cariño, pero el respeto ha sido máximo, y hemos intentado construir algo increíble. A veces los sueños se hacen realidad, y David puede derrotar a Goliath.

¿Cómo se convence a un futbolista de que es mejor de lo que lleva años demostrando?

Cuando llegué, me dije que debía ser yo quien se adaptara a una plantilla acostumbrada a estar siempre en la parte alta de la clasificación. Quería dar un paso más con ellos, y en broma les dije el primer día que jugar el play off con este equipo lo haría hasta mi mujer, que para eso no se necesitaba que viniera yo. Nos pusimos como principal motivación la de ser primeros de la clasificación, sin movernos ni un centímetro de ese pensamiento en el vestuario. Nos lo escribimos en el fondo de nuestra convicción, el equipo creyó en lo que se planteó, y estoy muy agradecido por su respuesta. Porque a los equipos se les entrena igual siempre, desde la motivación y la convicción, aunque evidentemente cada uno con su forma de entrenar. Para mí entrenar en hierba natural era una bendición, porque puedo desarrollar el trabajo como me gusta.

Porque trabajo no ha faltado.

Es que nunca puede faltar. Este éxito es fruto del trabajo y de la dedicación, no solo mía, sino de todo el cuerpo técnico y de los que están alrededor del equipo. Los jugadores fueron creyendo cada vez más, siempre estuvimos bien posicionados, y cuando los rivales bajaron un poquito, nosotros mantuvimos el nivel de puntuación, aunque quizá con un poco menos de brillantez, y pudimos preparar el play off con tiempo intentando ascender a la primera, sabiendo que teníamos una segunda oportunidad. Todos los jugadores dieron ese pasito que yo les pedí al comentarles que quería sacarle brillo a la lámpara.

Estuvo presente en Las Rozas durante el sorteo de emparejamientos en la eliminatoria de campeones. ¿No se le pasó por la cabeza por un instante un lamento por ver que había tocado el más fuerte?

Lo pensé. Me dije “vaya putada”, y enseguida los representantes de otros clubes con los que me cruzaba me decían que el Malagueño era el rival que no querían. Pero es curioso, porque el año que subí con el Toledo nos tocó el Extremadura, que también era uno de los cocos, y al final logramos el ascenso, así que no tardé en verlo desde un punto de vista positivo. Málaga es una ciudad con la que tengo una gran relación, en el primer equipo tengo buenos amigos, es una plaza para hacer grandes cosas… no es lo mismo jugar en un campo de hierba artificial y pequeño, que hacerlo en un campo de hierba natural, o incluso de tener la posibilidad de hacerlo en La Rosaleda. Así que le empecé a buscar los puntos positivos, conocía a los jugadores rivales, y me dije que había que ir a por ello, apostando por quitarles el balón.