Real Madrid
El Real Madrid celebra su decimocuarta Champions League. EFE/EPA/YOAN VALAT

El Real Madrid, el equipo más competitivo de la historia, agrandó un poco más su leyenda en la competición europea tras superar al Liverpool en otra épica final de la Champions League, aunque sin la contundencia que mostró en 2018, cuando la lesión de Salah, los errores de Karius y la picardía de Benzema le dieron al conjunto madridista su (hasta ayer) último título de campeón de Europa.

De entrada, un problema de seguridad con la afición del Liverpool, con más de veinte mil seguidores ingleses llegando a París sin entrada, retrasó el inicio del encuentro más de treinta minutos, lo que puso de los nervios tanto a la grada como a los protagonistas del choque, pero más al Real Madrid que a un Liverpool que salió a morder la salida del balón del equipo de Carlo Ancelotti.

El plan del técnico blanco pasaba por aguantar el primer arreón del Liverpool amenazando con los balones en largo hacia Vinicius, pero Klopp fio la marca del brasileño tanto a Alexander Arnold como a Konate, con evidente éxito en la primera parte, en la que a partir del minuto quince el conjunto ‘red’ pasó del dominio al remate, con dos acciones casi consecutivas de Salah a las que Courtois dio cumplida respuesta y una tercera en la que el portero belga se ayudó del palo para evitar el 1-0 a remate de Mané.

Bajando las pulsaciones

Comenzó a llover menos para el Madrid a partir del ecuador del primer tiempo, cuando el centro del campo comenzó a crecer con el balón. Pero las llegadas al área da Alisson se producían a cuentagotas, y con muy pocos efectivos, aunque a cambio el desgaste de los jugadores madridistas no era excesivo, esperando un partido largo y poco a poco intentando bajar las pulsaciones al partido, consiguiéndolo pese a algunos chispazos de Luis Díaz, bien controlado por Carvajal.

El único síntoma de debilidad que mostró el Liverpool en la primera parte estuvo a punto de ser aprovechada por el Real Madrid, con un balón en largo hacia la posición de Benzema, que se hizo tanto lío como la defensa del equipo inglés, que le dio una segunda opción que acabó en gol, pero el asistente invalidó por un fuera de juego más que ajustado.

Pero, más allá de la polémica por la acción, la realidad fue que el Madrid despertó sobremanera con esa jugada, y apretó en el tramo final dejando al rival con malas sensaciones cuando el colegiado señaló el final de una primera parte que empezó con el Liverpool mostrando sus credenciales, y terminó con el Real Madrid enseñando los dientes en su única acción ofensiva, y su afición clamando por el gol anulado.

Vinicius, y Courtois

El paso por los vestuarios volvió a poner el partido en la misma dinámica que en el inicio, con el Liverpool controlando el balón y apretando en la presión, y el Real Madrid algo más ambicioso en los duelos, intentando hacerse con el esférico, sin conseguirlo del todo.

Pero llegó el momento del equipo español, ese que siempre tiene y que tan bien sabe aprovechar. Vinicius aprovechó un servicio al segundo palo para batir a Alisson y llevar al éxtasis a los aficionados madridistas, poniendo a su vez a los del Liverpool de los nervios, porque su equipo había generado (algo) más, pero quien había puesto la contundencia al servicio de la final era el conjunto blanco, que a partir de ese momento lo fio todo a su sistema defensivo y a un Courtois imperial, que se bastó y se sobró para impedir que el acoso del rival terminase en derribo.

Hasta cuatro paradas salvadoras realizó el belga, sin duda el mejor jugador de la final, que permitió al Madrid coronarse de nuevo como el rey de Europa. El Liverpool, que lo intentó todo, se estrelló ante el guardameta blanco y acabó lamentando su suerte.