Hacía cinco meses y medio que la Gimnástica Segoviana no ocupaba la décima posición de la tabla en el grupo I de la Segunda RFEF, y más de un año que la afición azulgrana no conectaba con su equipo de la manera en la que lo hizo en la primaveral tarde del domingo durante los 90 minutos del encuentro frente al Arenteiro. Todo llega, incluso las buenas noticias.

Sabía el conjunto gimnástico que el encuentro frente al Arenteiro era de los que valen más que tres puntos, porque una victoria no solo sacaba al equipo de la plaza de promoción, sino que metía al conjunto orensano en la pelea por la permanencia, y además con la ventaja de tener al average ganado, que a estas alturas de la liga apunta a que va a a ser fundamental para clarificar las posiciones. Por ello los 1.512 aficionados que se dieron cita en la grada de La Albuera se dispusieron a ver el ‘clásico’ partido de garra que la Segoviana está mostrando en los últimos encuentros… pero se vieron sorprendidos porque durante 45 minutos no pasó nada, o casi nada.

SIN CAER EN LA TRAMPA

Y ello fue así porque Ramsés tuvo que someter a todo un ejercicio de contención a su plantilla para que esta no se fuera a buscar a un Arenteiro que cuenta con un portero, Diego García, que tiene un desplazamiento en largo de la pelota que ya querrían para sí no pocos jugadores de campo, y no dudaba en ponerlo en práctica cuantas veces era necesario. El conjunto gallego trataba de atraer a la Segoviana a la presión para posteriormente enviarlo en largo hacia las posiciones de Pibe o Marquitos en las bandas y a partir de ahí comenzar a trenzar el fútbol cerca del área gimnástica.

Pero, como quiera que los locales conocían de esa táctica, y a los visitantes el reparto de puntos no les desagradaba en absoluto, los primeros cuarenta y cinco minutos se disolvieron como azucarillo en café caliente, sin casi nada que llevarse a la boca más allá de un par de acciones de Conde y un remate lejano de Nanclares.

El equipo visitante, empeñado en imponer un ritmo de juego bastante lento y sin ningún temor a jugar con el cronómetro, volcó su escaso ataque por la banda izquierda de la zaga azulgrana, y eso fue toda una bendición para la Segoviana, porque Rubén y Rui estuvieron muy acertados, y tanto De la Mata como Borao se vieron menos exigidos por su costado. Así que, sin sufrir ni provocar sufrimiento, la primera mitad se fue pasando con poco que decir.

Afortunadamente para el espectador, el segundo tiempo destapó todo lo que el primer período no había conseguido abrir, y el intercambio de ocasiones dejó entrever que el ritmo pausado de los gallegos tenía también que ver con un problema físico, si bien es cierto que las primeras acciones peligrosas tras el descanso llegaron del lado visitante, con un remate de Pibe que Carmona sacó abajo en gran intervención, y un envío peligrosísimo al segundo palo que el portero de la Segoviana desvió lo justo para que el balón no llegara en buenas condiciones a Marquitos y la defensa local hiciera el resto enviando el balón a la banda.

SZYMANOWSKI PARA DESEQUILIBRAR

La entrada en el campo de Szymanowski comenzó a mover la balanza hacia el lado gimnástico, porque todos los balones que le pusieron al espacio terminaron con un envío peligroso al área, lo que forzaba al Arenteiro a emplearse con más jugadores en el apartado defensivo.

Aun así, el partido no entró en ebullición hasta mediado el segundo período, cuando el segundo saque de esquina consecutivo para la Segoviana terminó con un balón al segundo palo, donde Llorente cedió de cabeza a Szymanowski, que en la frontal del área pequeña empalmó a la red, llevando el delirio a la grada, y al campo.

Ramsés dio entrada a Cidoncha y Nogueira, y su homológo en el banquillo orensano hizo lo propio metiendo a Sylla y Vitra. Los cambios le dieron réditos inmediatos al Arenteiro, porque Sylla fue un dolor de cabeza para la zaga azulgrana, y más a largo plazo para la Segoviana porque Nogueira y Cidoncha supieron dormir el partido en los compases finales, cuando el cansancio hace tomar malas decisiones.

En el tramo final del choque estuvo tan cerca del 2-0 como el empate, y si en el área visitante la afición de lamentaba de los errores en el último pase o una cierta reticencia a rematar en buena posición, en la propia lanzaba un suspiro de alivio cuando el asistente levantaba la bandera en un remate de Sylla que tenía toda la ‘pinta’ de fuera de juego, y poco después se rompía las manos a aplaudir a Carmona, que con su pierna salvó el 1-1 también a Sylla en un remate a bocajarro. Esa fue la última acción de peligro de un Arenteiro que acabó fundido frente a una Segoviana que acabó celebrando una victoria de una importancia capital, porque le pone un poco más cerca de la permanencia.