A primera hora de la mañana, cuando los aviones firmaban sobre el cielo azul su plan de vuelo, los voluntarios de la CaixaBank Media Maratón Ciudad de Segovia comenzaban una más que intensa jornada de trabajo poniendo vallas, perfilando los últimos detalles del recorrido para que todo estuviera en su sitio, y entregando los dorsales a los más rezagados que aún no los habían recogido. Poco a poco los participantes, y sus acompañantes, iban transformando la plaza de la Artillería en un ordenado marasmo de carpas, furgonetas, voluntarios y atletas dispuestos a contribuir a que todo funcionara de la mejor manera posible en una mañana presidida por el sol casi de primavera.
Una de las tradiciones más deseadas de la carrera es la del salto paracaidista, pero por más que se miraba al cielo la bandera de España no iba a deslizarse portada por un componente de la BriPac. “Ellos habrían estado encantados de saltar, pero no teníamos helicóptero”, señalaba a esta redacción uno de los miembros de la organización, que puso la mejor de sus voluntades para que todo saliera a pedir de boca.
Juntos, que no revueltos
No faltó otra de las ‘tradiciones’ de la carrera, como fue la coincidencia de atletas, familiares y voluntarios con los grupos de turistas que, con ojos incrédulos, escuchaban las explicaciones del guía que trataba de contar la historia del Acueducto mientras a pocos metros Luis Cuesta, micrófono en mano y vestido para correr (porque ya está bien de comentar las pruebas y no disputarlas) daba los últimos avisos de la carrera antes de que ésta diera inicio. Le tomó el relevo el veterano Isaías Sanz, otro de los imprescindibles no sólo en la Media Maratón de Segovia, sino en cualquier prueba atlética que se precie. Pocos saben de atletismo y de atletas más que él.
Señoras preguntando por una parada de taxis, familias que no encontraban la forma de pasar de un lado a otro de un vallado colocado de manera más que conveniente para que no hubiera problemas… todos los problemas se fueron solucionando con buena voluntad, como la que mostraron los miembros de la Corporación Municipal que con la mejor de sus sonrisas se hicieron fotos juntos, que no revueltos, disfrutando de la celebración de una prueba que suele tener un buen consenso.
“Esta es la carrera de todos, -afirmaba la alcaldesa de Segovia, Clara Martín- y toda la ciudad sale a la calle a animar tanto a los de casa como a los de fuera. Junto a la Carrera Fin de Año y la Monumental, la Media Maratón forma parte de es triángulo de eventos deportivos que recorren toda la ciudad que no podemos olvidar que es Patrimonio de la Humanidad”.
La Academia, siempre presente
Junto a ellos, los miembros de la Academia de Artillería con su coronel director, Rafael de Felipe, al frente, mostrando su satisfacción por la colaboración de varios años con la carrera: “Nuestra implicación es máxima. La Academia está integrada de manera plena con la sociedad civil, participando en un sinfín de eventos fuera, y dentro dela Academia. Esta carrera es una más, pero siendo un evento deportivo que llevamos tan integrado dentro de la profesión militar, es muy especial”.
Con los mayores iniciando la carrera de 21 kilómetros, llegaba el turno para los más jóvenes para los que se organizó una carrera por la Avenida del Acueducto. En ella brillaron, tanto en la categoría masculina como en la femenina, dos jóvenes del Club Atletismo Talavera, Rebeca y Guillermo, que aprovechando que el club había venido a Segovia con varios de sus integrantes para disputar la Media, se calzaron las zapatillas para ganar en su carrera de menores.
Pocos minutos después de realizada la entrega de premios para los chavales, apareció Aimad Bouziane en la contrameta, dando paso a los más de mil quinientos corredores que, con mejor o peor ‘pinta’ tanto en el correr como en el vestir, fueron recibiendo el calor del público, aunque quien más quien menos tenía reservado su mejor grito para el familiar o el amigo que se había decidido a completar el recorrido.
“La carrera es la parte fácil”
“Ésta es la parte más fácil”, afirmaba Javier Rincón en mitad de la carrera. “Ahora ya no hay nervios ni preocupación, tenemos todo en marcha y sólo deseamos que todos los atletas lleguen en condiciones. Nuestra intención siempre ha sido la de unir el deporte con la gastronomía y la cultura para que sea la carrera de todos. Creo que poco a poco lo vamos consiguiendo” finalizó una de las cabezas visibles de la organización de una carrera que suele terminar con más alabanzas que críticas.
Pero una media maratón son palabras mayores, y la competición se hizo dura para casi todos, muy dura para algunos, e imposible para otros que optaron por la retirada. “En La Alameda del Parral me he parado para ayudar a una atleta que lo estaba pasando mal, y para convencerla de que siguiera adelante, pero a la altura de la IE University ya no podía más”, señalaba Félix, uno de los atletas populares que no suele guiarse por los tiempos, sino por las sensaciones. Unos kilómetros más adelante, a la altura del pabellón Enrique Serichol, uno de los participantes se detenía a vomitar y se deshacía en disculpas por ello. Un balde de agua acabó con el problema imprevisto.