El Open Castilla y León de tenis ha alcanzado una edad en la que puede celebrar sin rubor unos cuantos aniversarios importantes. El ‘milagro de El Espinar’ se ha convertido en una agradable rutina en la última semana de julio, en una obra que comenzó Pedro Muñoz en las pistas de la urbanización Río Moros y que treinta y ocho años más tarde, ya sin (ay…) Pedro al frente, se mantiene gracias al inmenso trabajo que desarrolla el equipo que encabezan Vivi Ruano y Mónica Muñoz, junto con el apoyo decidido de instituciones como la Junta de Castilla y León, la Diputación Provincial y el Ayuntamiento de El Espinar, más el de patrocinadores privados que han ido haciendo granero en el torneo.

En la edición de 2023, el ‘Villa de El Espinar’ celebrará un redondo aniversario que sin duda viene que ni pintado teniendo en cuenta que Rafael Nadal, el mejor tenista español de la historia, ha anunciado que si logra recuperarse de sus lesiones disputará a partir de enero su última temporada como tenista profesional. Y es que hace nada menos que veinte años que el jugador de Manacor se plantó en la final del torneo y, ante una grada abarrotadísima de espectadores, superó al checo Tomas Zib para hacerse con el título de vencedor de la decimoctava edición del Open y entrar en la historia del Open Castilla y León, que desde ese día ha lucido con orgullo un palmarés difícil de igualar para cualquier torneo challenger.
EL ATLETI HIZO EL SORTEO
En julio de 2003, los jugadores del Atlético de Madrid García Calvo y Musampa, acompañados del por entonces entrenador del equipo rojiblanco, Gregorio Manzano, sorteaban el cuadro final del torneo de El Espinar que presentaba un cuadro final de jugadores más que atractivo, con una legión de tenistas españoles muy destacada, ya que junto a Rafa Nadal (segundo cabeza de serie por el buen trabajo que había comenzado a realizar en la temporada jugando torneos challenger) se situaban unos jóvenes Fernando Verdasco, Feliciano López y Quino Muñoz, más el veterano Francisco ‘Pato’ Clavet en el año de su retirada del profesionalismo. Delante, la legión extranjera encabezada por el italiano Stefano Pescosolido, primer cabeza de serie, los franceses Michel Llodrá y Nicolás Mahut, o un jovencísimo Andy Murray, que con 16 años se había proclamado campeón mundial junior y que jugó el cuadro final gracias a un ‘wild card’ del torneo. El británico fue haciendo carrera hasta llegar a ser campeón olímpico en 2012, y número 1 del mundo durante 41 semanas en el año 2016, antes de que las lesiones casi acabaran con una carrera deportiva que ha logrado retomar.
El cuadro de tenistas del 2003 presentaba junto a Rafa Nadal, Feliciano y Verdasco a un jovencísimo Andy Murray
Pero en julio de 2003 la mayoría de las miradas ya comenzaban a centrarse en lo que Rafa Nadal podía hacer sobre las pistas rápidas de El Espinar, a las que le costó adaptarse porque llegaba de hacer una gira de tierra. Así se notó en su partido de primera ronda, donde se dejó un set ante un desconocido Robin Vik, al que superó por 6/3, 4/6 y 6/2. El español, que con 17 años ya se encontraba entre los cien mejores tenistas del mundo, e hizo valer su ránking en un partido del que dijo que “me ha costado adaptarme a estas pistas”.
LA ARMADA NAUFRAGÓ EN SEGUNDA RONDA
En la segunda ronda de la competición llegó la ‘masacre’ para la Armada Española, porque tanto Verdasco como Feliciano evidenciaban problemas físicos y perdían sus respectivos partidos, como también hacían tanto Quino Muñoz como Pato Clavet que tuvo una despedida más que emotiva del tenis en la pista central de El Espinar. Nadal se quedaba como el único representante español en el torneo, mostrando mucha solvencia para deshacerse del italiano Massimo Dell’Acqua por 7/5 y 6/3.
El Open Castilla y León, que había pasado por unos momentos complicados meses antes de la competición hasta que la Junta dio un puñetazo en la misma y le brindó su incondicional apoyo, seguía ‘vendiendo’ el torneo gracias al manacorí, que en cuartos de final disputó el encuentro más complicado de toda la semana de competición, porque el luxemburgués Gilles Muller era un especialista en pista rápida que en el primer set pasó por encima de Nadal, imponiéndose por 2/6. Tocaba remar, y con el apoyo de los aficionados siempre apoyando, Rafa logró superar el mal momento venciendo por 7/5 en el segundo parcial, acabando con la resistencia de Muller en la tercera manga con un 6/3 que le colocaba en las semifinales de la competición, donbe le esperaba un imprevisible australiano, Paul Bacanello, que quiso, pero no pudo con el tenista de Manacor, que después de hacerse con la muerte súbita del primer set aprovechó su momento en el segundo para plantarse en la final del torneo de El Espinar.

“Me da igual el rival, a estas alturas de la competición todos los tenistas son buenos”, señalaba Rafa Nadal en la previa del encuentro que le enfrentaba al checo Tomas Zib en la pista central del que ahora es el Complejo Deportivo Pedro Muñoz. Zib no era un cualquiera en el Open, porque ya sabía lo que era ganar en las pistas segovianas tras haber conseguido el título de dobles en 1998. Nadal llegaba al último partido del torno habiendo jugado cinco finales en la temporada, pero sólo ganando una.
El tenista de Manacor sólo se dejó dos sets en todo el torneo, uno en primera ronda y otro en cuartos de final ante Gilles Muller
Pero, aupado por una grada en la que dos mil personas celebraban cada punto del español como si fuera el último, el manacorí pasó por encima de su rival en un primer set casi perfecto que acabó con un claro 6/2. Zib puso más resistencia en una segunda manga que llevó a la muerte súbita, pero en ella Nadal dio muestras de su solidez y su ambición cerrando su victoria con un 7/1 en el tie break. Acabado el punto que le daba el título, el joven tenista lanzaba su raqueta y celebraba con los aficionados el que por entonces era el mejor título de su carrera.
“Hacer cuartos de final no me servía de nada. Quería ganar porque si eres campeón en El Espinar, los puntos que sumas sí te sirven para subir puestos en el ránking”, señalaba el jugador al finalizar el torneo, del que días antes había comentado en las páginas de El Adelantado que “es el mejor torneo challenger en el que he estado. Está muy bien montado, y tengo que dar las gracias a la organización por hacerme sentir tan bien”. Lo que sucedió después… ya es historia del tenis.
SE DIJO EN 2003…
Pedro Muñoz: “La victoria de Nadal es un verdadero lujo para el torneo, porque estoy convencido de que será un gran campeón, y en uno o dos años es muy posible que esté en el Top Ten del circuito internacional de la ATP, así que será difícil que vuelva a El Espinar. Ha demostrado ser un tenista honrado, agradecido y con una gran sencillez y profesionalidad pese a su juventud”.
Fernando Carreño: “En el Villa de El Espinar podemos comprobar cómo juega este adolescente llamado Rafael Nadal. Hemos visto a un jugador al que la fuerza le desborda, con un juego vertical, un servicio no artillero pero sí muy efectivo, con versatilidad y rapidez, con una destacable capacidad de concentración y un constante despliegue de agresividad desde el fondo”.
Manuel Pollán: “No ha habido demasiados zurdos en el tenis hispano. Orantes, Clavet… y el relevo variopinto y actual, con Rafael Nadal, Fernando Verdasco y Feliciano López. Son zurdos jóvenes y de mucho talento, que están capacitados para ganar un Grand Slam. Esto a lo mejor hubiera provocado sonrisas burlonas hace tiempo. Hoy en día es una realidad constatable”.