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Dani Calleja celebra un gol ante el CD La Granja en el Estadio Municipal de La Albuera. / KAMARERO

Tras nueve temporadas en el club, la Gimnástica Segoviana no ha ofrecido a Daniel Calleja Sanz (14 de abril de 1987) oferta de renovación. El 10 que no dejaba a nadie indiferente, por su habilidad para desequilibrar partidos en un suspiro o desconectar de ellos, llegó en 2012 tras jugar en los filiales de Villarreal, Valladolid, Xátiva o Guadalajara. El pucelano, fijo para todos los entrenadores que ha tenido en Segovia, contaba con seguir otro año hasta que la llamada del presidente, Agustín Cuenca, le dejó en shock. No le faltan ofertas, así que seguirá jugando. Mientras, su peña continúa, sin cambios de nombre, esperando que este cartero llame dos veces.

— ¿Cómo fueron sus primeros días con la Segoviana?

— Yo estaba aquí en Íscar después de jugar en Valencia. Estaba tirado, sin equipo, y la llamada de Ramsés me hizo ilusión para reengancharme otra vez. Segovia estaba muy cerca y mi hermano conocía a casi todos.

— ¿El club apareció en el momento indicado?

— Sí. Quizás la Segoviana no estaba en su mejor momento y yo lo necesitaba para hacer buenas temporadas y quizás buscarme luego otro camino, pero al final he estado tan a gusto que no he buscado otra cosa.

— Con la salida de Chema o Anel se convirtió en uno de los veteranos.

— Al final he ido viendo cómo se retiraban mis compañeros. La gente se va, tú te quedas y te vas sintiendo importante dentro del club.

— ¿Y se siente mayor?

— No. Sentirse mayor es que te falten fuerzas o ver que juegas y te cuesta hacer ciertas cosas. Pero creo que no es mi caso. O así me he sentido yo. No me he sentido mayor en ningún momento.

— ¿Cuál es su mejor recuerdo con la Segoviana?

— La verdad es que son muchos momentos buenos, pero el primero es el ascenso contra el Malagueño. Eso fue una pasada. Subir a Segunda B después de tantos años y poder hacerlo con la afición, que tanto hemos echado de menos este año… Ese recuerdo sobresale por encima de los demás.

— ¿El mejor gol?

— El más emocionante fue el que marqué en Cebreros en el 94. Íbamos 1-1 y fue un gol de falta directa. No era un partido fundamental, pero lo celebramos mucho.

— ¿Su mejor partido?

— Es que hay muchos (sonríe). A lo mejor alguno que he metido tres goles. En Tordesillas el año del ascenso; otro contra Calahorra en la fase de ascenso (2015), que metí un buen gol. En la siguiente eliminatoria, en Laredo, me salió muy buen partido y un aficionado de allí me dijo: “¡Vendo mi barco para traerte!”.

— ¿Qué partido le gustaría jugar otra vez?

— El de la vuelta en Algeciras (2015). Fue una putada, nos fuimos jodidos. A lo mejor con más garra o ser más determinante… Ese es el partido que cambiaría.

— ¿El mejor compañero?

— Anel, al final he vivido mucho con él, tanto dentro como fuera. Por resaltar uno, porque luego están los Manu, Arribas… Con los que he compartido tantos años.

— ¿El mejor entrenador?

— Abraham (García), por lo que nos llevó a conseguir, la calidad de entrenamientos y la exigencia.

— ¿Cómo explicaría qué jugador es? Desde sus genialidades a sus fases de desconexión.

— A mí me gusta mucho el fútbol de toque, tener el balón. Al final el fútbol es mucho más que eso: hay que correr, hay que luchar. Si la gente me veía desconectado, ¿qué puede pasar por mi cabeza? Que no esté jugando bien el equipo o que no esté tocando mucho balón porque a lo mejor es un partido de muchos patadones. Eso es lo que puede criticar la gente, que a veces voy pululando por ahí. Es desconexión porque no tengo el balón y yo necesito el balón para hacer mi fútbol. Nunca van a decir: “Hostia Calleja lo que corría, lo que luchaba”. A lo mejor no me siento cómodo y ya está. Y no tiene que ser así, está claro: hay que correr.

— Tiene un amplio historial de goles en partidos importantes y de ‘play off’. En temporadas tan largas, ¿identifica qué partidos valen la pena?

— La liga para nosotros era un mero trámite. Nos exigíamos, siempre ha sido así. Incluso cuando el club no nos podía exigir nada, ni deportiva ni económicamente, y aun así sacábamos siempre las temporadas adelante. Cuando llegaba el play off, empezaba ya lo nuestro. Ahí es cuando tienes que dar un paso al frente para contagiar a los compañeros.

— ¿Cómo explica su salida?

— No ha habido oferta de renovación. Han decidido que no debo seguir, por circunstancias… Que tampoco las sé. No puedo decir más: no sé si quieren algo mejor, subir el nivel… Al final son cosas del entrenador y del presidente.

— Sorprende una salida tan discreta para alguien que lleva una década en el club.

— En un principio creía que me iban a renovar; es lo que me habían comentado. Luego cuando te dan la noticia te quedas un poco en shock. Ya no porque me echen, porque el fútbol no tiene memoria, y cada vez menos. Son las formas. Si me hubieran dicho: “Oye, ven aquí, nos tomamos un café, no queremos que sigas por esto, esto y esto”. Un café después de nueve años, qué menos, y no una simple llamada y adiós. Pero así es el fútbol, tampoco lo voy a inventar yo ahora.

— ¿Qué le han dicho los compañeros?

— Se han quedado igual de flipados que yo. La mayoría me han escrito: “Pero bueno, ¿y esto?” Y es que no puedo decir más: “No lo sé, estoy igual que vosotros”.

— ¿Dentro del grupo han sorprendido otras salidas?

— Se sabía que iban a dar bajas porque querían traer algún fichaje. Al final, se la tienen que dar a alguien y eso solo lo sabe el entrenador: los que quiere echar, el tipo de jugador que quiere traer. Del Castillo ha hecho buena temporada; he hablado con él y también le ha sorprendido. Es un jugador que incluso te viene mejor en esta categoría que en Tercera porque habrá más partidos aguerridos. Si me ha sorprendido la mía… que esta temporada he estado bastante bien. Si dijeras: “Este ya está viejo, ya se le ve que no puede…”. Pero no ha sido así y mira lo que ha pasado.

—¿Echa de menos que Ramsés no esté como director deportivo?

— Siempre va a hacer falta alguien que mande un poco; ahora es el entrenador. Van a buscar lo que ellos creen que es lo mejor para el equipo. Al final Ramsés es de Segovia y tiraría más por gente de la ciudad y de alrededor; Manu conoce a la gente de Madrid y a lo mejor tira más por ahí.

—Más allá del origen, por su trato directo.

— Está claro, más de cara que Ramsés no va nadie. Si me hubiera tenido que hablar él, me habría dicho: “Esto, esto y esto”. Y yo habría tenido que decirle: “Vale, Ramsés”. Y tan amigos. Era alguien de la casa, tiene garra, nos exigía… En partidos importantes nos motivaba. Es de la Segoviana a muerte, de corazón. Y eso se nota.

— ¿Cómo se plantea el futuro?

— Ahora mismo estoy en casa, a gusto, pero quiero seguir jugando. Y ya tengo varias cosas. Al final, estando en la Segoviana me llamaban, pero decían: “Bah, este se va a quedar”. No era nada concreto, me llamaban de casualidad por si sonaba la flauta. Pero ahora ofertas no me están faltando.

—¿Cómo va a conciliarlo con su vida laboral?

— Una de las cosas por las que me ha jodido mucho lo de la Segoviana es el trabajo. Como empecé en Correos, Segovia me venía muy bien: trabaja por la mañana, entrenaba por la tarde. Mi idea es encontrar algo cerca que me dé esa posibilidad, pero estoy abierto a cualquier cosa. Si me viene una buena oferta de cualquier lado, me quedan pocos años de fútbol y no hay prisa por trabajar (sonríe) porque puedo seguir en la bolsa. Si sale algo cerca y puedo compatibilizarlo, perfecto; si sale algo de fuera bueno, también.

—¿Habrá despedida?

— En principio, no. Iré a por mis botas, que las dejé allí por si volvía. Cualquier día me acercaré con los compañeros, cenaremos o haremos lo que sea, pero sin despedida como tal. Al final me despido del equipo, pero no me despido de los amigos. Iré un día al campo y llamaré a Josito para que me abra.

—Se va el jugador, ¿qué pasa con la peña?

— Tenemos un grupo y les escribí: “Oye, tenéis que cambiar el nombre a la peña”. Y me han dicho: “No tenemos dinero para cambiarlo”. Así que seguirán ahí, por lo menos para las cenas. Que tendré que ir, claro.

—¿Cómo ve proceso de conversión en SAD?

— Hay clubes que no son SAD pero tienen un patrocinador fuerte que mete mucha pasta. Al final eso Segovia no lo tiene. A mí me parece positivo. Ha habido muchos fracasos en clubes, pero si el que mete dinero deja trabajar a los que están, aconsejando, no creo que permitan que haya muchas deudas. Al final es un crecimiento que debe hacerse en un momento u otro.

— ¿Se echará de menos a ese Dani Calleja que pulula por el campo cuando ya no esté?

— No lo sé. Esos que pitaban seguro que no me echan de menos. O a lo mejor sí. Pero espero que sí, que se me eche de menos por mi juego, por mi persona y por lo que he sido en ese club.