
En la Capilla de san Gregorio se encuentra expuesta la triple vidriera manierista restaurada por Vetraria- Muñoz de Pablos, s-X. Antes de que sea colocada en la nave de la epístola por encima de la Capilla de san Blas, puede admirarse de cerca. Los autores de esta vidriera de 1548 fueron Pierre de Holanda y Pierre de Chiberri, habiéndose conservado mejor la central, y sólo algunos elementos desordenados de las laterales.
Como ocurre con las demás triples vidrieras de las naves del s. XVI de la Catedral de Segovia, la central sigue una escena del Nuevo Testamento, acompañada por las 2 laterales del Antiguo Testamento relacionadas con ella. En el caso presente, se trata de la Visita de los Reyes Magos, de la Reina de Saba al Rey Salomón, y de la flota de mensajeros del Rey Jirán de Tiro. Comenzamos con la vidriera de la Visita de los Reyes Magos.
Los judíos de la diáspora habían dado a conocer la esperanza de la llegada del Mesías. Unos hombres de ciencia, estudiosos de la astronomía, observaron un signo en el Cielo que les hará ponerse en camino hasta Judea, preguntando por el rey de los judíos. La corte de Herodes, y la estrella que les había guiado, les encaminarán a Belén, donde encontraron al Niño Dios y le adoraron ofreciéndole sus dones. La Iglesia ve en estos extranjeros la universalidad de la salvación de Cristo.
En el plan iconográfico probablemente del canónigo Pedro Sánchez Ciruelo, que se custodia en el archivo de la catedral, guía segura para la restauración, se lee “en la quinta ventana grande se ponga la Epifanía que es la adoración de los Tres Magos”.
En la vidriera se distingue a la Sagrada Familia y a los tres Magos. El Niño Jesús está sobre la Virgen sedente, y extiende su mano hacia el rey más cercano que permanece de rodillas. San José está de pie al lado de santa María. Se sigue la tradición del anciano Melchor, del joven Gaspar y del negro Baltasar. Llevan sus presentes en vasos de valor.
El texto bíblico de la escena es éste: “Habiendo nacido Jesús en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: «¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo». Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: «En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta: “Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres ni mucho menos la última de las poblaciones de Judá, pues de ti saldrá un jefe que pastoreará a mi pueblo Israel”». Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles: «Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo». Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino y, de pronto, la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se retiraron a su tierra por otro camino (Mt 2, 1-12)”.
Un Padre de la Iglesia del siglo V comenta así este misterio de fe: Hoy el mago discierne con profundo asombro lo que allí contempla: el cielo en la tierra, la tierra en el cielo; el hombre en Dios, y Dios en el hombre; y a aquel que no puede ser encerrado en todo el universo incluido en un cuerpo de niño. Y, viendo, cree y no duda; y lo proclama con sus dones místicos: el incienso para Dios, el oro para el Rey, y la mirra para el que morirá ( San Pedro Crisólogo, sermón 160).
El autor del manuscrito relaciona los dones de los Magos con las tres virtudes teologales: el incienso con la fe, la mirra con la esperanza, y el oro con la caridad. Cita el famoso himno de la caridad del Apóstol san Pablo (1 Cor 13). La tradición ha asociado el incienso con la divinidad de Jesús, la mirra con su condición mortal, y el oro con su realeza: “Como estos excelentes y sabios reyes, que ante el Niño están en la historia principal, trajeron aquellos tres fortísimos fundamentos que en la Iglesia Católica fundaron verdadero templo, y por el otro figurado en que Dios se conoce y adora los fundamentos son: la fe significada por el incienso, porque este olor sube a Dios y así como antiguamente con el incienso se aplacaba ahora se dice “y sin fe es imposible complacerlo” (Hb 11,6);la esperaza significada por la mirra, que tiene propiedad de preservar nuestros cuerpos de corrupción y la esperanza de las almas; la caridad está muy bien representada por el oro, porque así como es el más precioso metal y a quien todos los valores se reducen, así también dice el apóstol “si tuviera fe como para mover montañas, pero no tengo amor, no sería nada” (1 Cor 13, 2) y al final “en una palabra, quedan estas tres: la fe, la esperanza y el amor. La más grande es el amor” (1 Cor 13, 13)”.
Pasamos a las dos representaciones del Antiguo Testamento de esta triple vidriera: la visita de la reina de Saba, y la flota y mensajeros de Jirán, rey de Tiro.

El rey Salomón recibe la visita de la reina de Saba, a la que había llegado noticia de la sabiduría incomparable del sucesor del rey David. El homenaje de esta reina a Salomón, figura de Cristo, anticipa el que harán los Magos al Niño Dios. Hubo intercambio generoso de dones. La reina pudo comprobar que la fama de que gozaba el rey de Judá e Israel no era infundada. Hay referencias escriturísticas de carácter mesiánico de este acontecimiento en el salmo 45, en el profeta Isaías (Is 45,14; 60, 6 s.), y hasta del mismo Jesucristo que tratará de hacer ver a sus interlocutores judíos que Él es más que Salomón (Mt 12,42).
En el plan iconográfico se lee lo siguiente sobre esta escena: “en la pequeña (ventana) a mano derecha esté el rey Salomón en una silla real sentado, a la edad en que comenzó a reinar, y la reina de Saba hincada de rodillas ante él, lo que significa la gentilidad, de la cual dice Orígenes que era negra, y así la han de pintar, pero muy galana irá vestida y muy bien acompañada con presentes de oro y perlas preciosas y excelentes ungüentos repartidos por sus criados que estén detrás de ella, y ella con un presente en la mano que lo ofrece al rey Salomón. Este rey figuró a Cristo en tanta manera que permitió Dios que después errase para que los judíos no le tuviesen por el Mesías, como permitió que san Pedro le negase por el bien de los súbditos. Vino pues esta reina negra representando la gentilidad tiznada con el color de sus pecados y oída la sabiduría del verdadero Salomón Cristo Nuestro Señor y Dios creyó en el, y le ofreció espirituales dones.
El texto bíblico dice: “La reina de Saba oyó la fama de Salomón, en honor del nombre del Señor, y vino a ponerlo a prueba con enigmas. Llegó a Jerusalén con una gran fuerza de camellos portando perfumes, oro en cantidad y piedras preciosas. Ante Salomón se presentó para plantearle cuanto había ideado. El rey resolvió sus preguntas todas, pues no había cuestión tan arcana que él no pudiese desvelar. Cuando la reina de Saba percibió la sabiduría de Salomón, el palacio que había construido, los manjares de su mesa, las residencias de sus servidores, el porte y vestimenta de sus ministros, sus coperos y los holocaustos que ofrecía en el templo del Señor, se quedó sin respiración y dijo al rey: «Era verdad cuanto oí en mi tierra acerca de tus enigmas y tu sabiduría. No daba crédito a lo que se decía, pero ahora he venido y mis propios ojos lo han visto. ¡Ni la mitad me narraron! Tu conocimiento y prosperidad superan con mucho las noticias que yo escuché. Dichosas tus mujeres, dichosos estos servidores tuyos siempre en tu presencia escuchando tu sabiduría. Bendito sea el Señor, tu Dios, que se ha complacido en ti y te ha situado en el trono de Israel. Pues, por el amor eterno del Señor a Israel, te ha puesto como rey para administrar derecho y justicia». Ofreció al rey ciento veinte talentos de oro y gran cantidad de esencias perfumadas y piedras preciosas. Jamás llegaron en tal abundancia perfumes como los que la reina de Saba dio a Salomón. La flota de Jirán, la que transportaba el oro de Ofir, trajo también madera de sándalo en gran cantidad y piedras preciosas. Con la madera de sándalo el rey hizo balaustradas para el templo del Señor y el palacio real; cítaras y salterios para los cantores. Nunca como entonces volvió a llegar madera de sándalo ni ha vuelto a verse hasta el día de hoy. El rey Salomón concedió a la reina de Saba cuanto ella quiso y pidió, además de los regalos que él le hizo con munificencia regia. Luego ella se volvió a su país con sus servidores (1R 10, 1-13)”.
El Obispo de Milán comentó así este misterio: “No todos pueden percibir la sabiduría en toda su perfección, como Salomón o Daniel; a todos sin embargo se les infunde, según su capacidad, el espíritu de sabiduría, con tal de que tengan fe. Si crees, posees el espíritu de sabiduría (San Ambrosio, Sobre los salmos, salmo 36”).
Por último atendemos a la flota y mensajeros de Jirán, que fue rey de Tiro en el periodo del año 998 a 944 a. C. Su amistad con el rey Salomón comenzó con el envío de una embajada al nuevo rey de Israel. Salomón contó con Jirán para la construcción del Templo de Jerusalén. Jirán proporcionaría madera de cedro y de abeto a cambio de cereales y veinte ciudades. Colaboraría con la flota de Salomón para traer oro de Ofir. El plan iconográfico da las siguientes pautas: “A la otra parte en la ventana pequeña esté pintada la flota y mensajeros de Jirán rey de Tiro, cargada de oro y de muchos materiales, y estén los marineros muy ocupados descargando lo que traen y dándolo a los que lo han de llevar a Salomón para el nuevo templo que quería edificar”.

La escena se recoge en el primer Libro de los Reyes: “La flota de Jirán, la que transportaba el oro de Ofir, trajo también madera de sándalo en gran cantidad y piedras preciosas. Con la madera de sándalo el rey hizo balaustradas para el templo del Señor y el palacio real; cítaras y salterios para los cantores. Nunca como entonces volvió a llegar madera de sándalo ni ha vuelto a verse hasta el día de hoy (1R 10, 11 s.)”.
Puede ayudarnos este comentario de san Agustín: “Nadie entraría en esta casa si las piedras y los maderos no estuviesen unidos y com¬pactos con un determinado orden, si no estuviesen bien trabados, y si la unión entre ellos no fuera tan íntima que en cierto modo puede decirse que se aman. Pues cuando ves en un edificio que las piedras y que los ma¬deros están perfectamente unidos, entras sin miedo y no temes que se hunda… Cuando se construía el templo después del exilio, como se afirma en un salmo, decían: Cantad al Señor un cántico nuevo; cantad al Señor, toda la tierra. Lo que allí decía: Un cántico nuevo, el Señor lo llama: Un mandamiento nuevo. Pues ¿qué novedad posee un cán¬tico, si no es el amor nuevo? Cantar es propio de quien ama, y la voz del cantor amante es el fervor de un amor santo (San Agustín, sermón 336)”.
Los dos temas del Antiguo Testamento elegidos como figura de la epifanía de Jesús a los Magos, la visita de la reina de Saba y la flota y mensajeros del rey de Tiro, subrayan el esplendor de los dones, y la relación del Pueblo elegido con los gentiles, que ya de alguna manera participan de las promesas mesiánicas.
Animo a contemplar y meditar sobre restas representaciones tan bellas, y que una vez restauradas, gozan de todo su esplendor.