El toreo segoviano mama del legado de Victoriano de la Serna y Gil (Sepúlveda, 1908-Ciudad Real, 1981). De su herencia nace una dinastía taurina; de su concepto, un tesoro para la Tauromaquia. De la Serna fue un revolucionario que dibujó una serie de lances que regaló a la prosperidad. De sus manos emanaron, además de ‘Lasernina’ o ‘Pase de la bandera’, una versión más pulcra de la verónica, a la que imprimió pureza fruto del valor que llevaba innato, o ‘El pase de las flores’, una de las señas de identidad de su abanico artístico y uno de los recursos de mayor estética que ha servido incluso como lienzo para pintores. Asimismo, fue un diestro capaz frente a los astados y dominador, que a ojos de entendidos de la época, resultaba algo insólito. Uno de los toreros castellanos más trascendentes de la historia.

En 2023 se cumplen 115 años desde que De la Serna naciera en la villa de Sepúlveda (1 de septiembre de 1908). Según recapitulan varias fuentes, como Mundotoro, mató su primer novillo en público el 13 de septiembre de 1927 en Casla (Segovia), aunque no fue hasta 1930 cuando su nombre comenzó a tener más fuerza en su etapa como novillero después de cursar la carrera militar. En sus inicios compaginó los estudios de Medicina en la Universidad de Valladolid con sus primeros festejos oficiales.

Victoriano de la Serna.
Victoriano de la Serna.

En la temporada 1931 evidenció una importante proyección y pasó a copar un protagonismo feroz entre los carteles de la novillería, y entró en ferias y plazas de repercusión como Valladolid, Salamanca, Zaragoza, Sevilla o Madrid, entre otras. El sepulvedano hizo su presentación en la capital el 27 de agosto, junto con Juan Martín- Caro ‘Chiquito de la Audiencia’ y Alfredo Corrochano para lidiar astados de la ganadería portuguesa de Pinto Barreiros. Destacó por su manera de torear con el capote y causó “verdadero estupor”, tal y como recoge el escritor y miembro de la Real Academia Española (RAE) José María de Cossío, con “las manos muy bajas, y con una lentitud y elegancia incopiables”. Cossío resume la figura de De la Serna como “un revolucionario del estilo de torear, pues sus virtudes con la muleta son parejas de las de su estilo con el capote”.

ALTERNATIVA EN MADRID

Pese a su evolución como novillero y a estar apoderado por Manuel Mejías ‘El Papa Negro’, no llegó a sumar una cantidad excesiva de compromisos aquel año. Según refleja el periodista José Luis Ramón en la biografía del diestro escrita para la Real Academia de la Historia esa campaña “solo toreó 16 novilladas”. Ya en el cierre del curso, su alternativa se anunció el 23 de octubre en Madrid, pero tuvo que ser aplazada y finalmente la tomó el 29 de ese mismo mes, con Félix Rodríguez como padrino de la ocasión y Pepe Bienvenida como testigo. En cuanto al toro del doctorado hay textos que indican que llevó por nombre ‘Rompedor’ y otros mantienen el de ‘Lince’, que es el más secundado. Esta alteración pudo tener su origen en el cambio del día de la corrida, pues el 23 se llegó a hacer el sorteo matinal de las reses y luego el 29 se hizo otro. Lo cierto es que el astado de la ceremonia estaba herrado con el número 27 y pertenecía a la divisa de la Viuda de Aleas.

La expectación que generó como novillero se vio proyectada ya como matador en 1932 donde llegó tener 34 contratos. Un número elevado que se vio reducido a la mitad al ver parada su temporada tras recibir una fuerte cornada por un toro de Coquilla el 7 de agosto en San Sebastián. Uno al Sesgo (Tomás Orts) en el ‘Anuario’ de ese año llegó a decir que “es muy difícil encontrar un caso de diestro alguno, incluyendo al Espartero -Manuel García-, Juan Belmonte y el propio Domingo Ortega, que mayor expectación y mayor curiosidad haya despertado”. En esa línea, Robert Ryan destacó en su obra ‘El toreo de capa’ que “hay hitos en el toreo por verónica, lances que perduran con fuerza de mito, contados literalmente: las cuatro que en Madrid, en la primavera de 1932, consagraron a Victoriano de la Serna; cuatro que, en cuanto al asombro que causaron, tienen por paragón único en la misma plaza las cinco sin enmendarse de Belmonte en 1913”.

El 1933 fue un año importante para el de Sepúlveda en varios sentidos. Finalmente se licenció en Medicina en la Universidad de Valladolid y en lo taurino acumuló hasta 53 festejos. En Segovia causó gran interés al anunciarse en las fiestas de San Pedro. “El público está deseando verlo porque es uno de los toreros de moda, un diestro revolucionario que ha aportado al arte del toreo un plus de excepcionalidad que los aficionados esperan en cada festejo”, extrae el periodista y académico de San Quirce Carlos Álvaro como previo a aquella tarde en El Norte de Castilla. En aquella ocasión compartió terna con Cayetano Ordóñez ‘El Niño de la Palma’ y Alfredo Corrochano.

EL PASE DE LAS FLORES

Obra del ‘Pase de las flores’, por Carlos Ruano Llopis.
Obra del ‘Pase de las flores’, por Carlos Ruano Llopis.

Su exitosa temporada se prolongó a 1934, donde también superó el medio centenar de corridas. Según Ramón, las actuaciones de De la Serna en ese año fueron “brillantísimas, ganando justa fama de torero genial y revolucionario”. Logró llevar la suerte de la verónica a un nivel más puro y estético, a la vez que el ‘pase de las flores’ se convirtió en un símbolo marca de la casa. De hecho, el 25 de julio de 1934, en una de las cuatro tardes que toreó en la Feria de San Jaime de Valencia, brindó un toro al pintor alicantino Carlos Ruano Llopis. El periodista Gonzalo Bienvenida explicó en el diario El Mundo que de ese vínculo “nació el cuadro y el pase de las flores. O viceversa. Llopis inmortalizó el muletazo por la espalda con unas flores cayendo desde el tendido. Y el ramo dio nombre a la creación De la Serna”.

Dos campañas de máximo nivel en las que se ganó un reputado prestigio. Pese a mantener su estatus, en 1935 redujo el número de paseíllos y en los años de la Guerra Civil (1936-1939), aunque llegó a ejercer como médico militar en Pamplona, viajó a América donde también adquirió fama a pesar de chocar con los ideales de la época. Tal y como apunta Bienvenida su carrera estuvo marcada por “su fuerte carácter”. En este sentido, en 1936, en pleno conflicto por el convenio hispanomexicano, decidió “encararse con el público de Madrid que reprochaba a los españoles que no toreasen con mexicanos. De la Serna, para defender la honra de los nuestros, se enfrentó a la afición, se clavó de rodillas frente al toro de Clairac y citó para dejarse coger al grito de ‘¡Viva España!’. Domingo Ortega y Manolo Bienvenida asistieron estupefactos a la escena”.

Manolo Bienvenida y De la Serna, antes de hacer un paseíllo.
Manolo Bienvenida y De la Serna, antes de hacer un paseíllo.

LA RETIRADA

Su retirada llegó en 1940, pero regresó en el 1943. Su última gran faena en Madrid fue el 11 de junio de 1944, alternando con Manolo Escudero y Rafael Albaicín, y cortó una oreja a su segundo toro. Tras pasear el trofeo “se retiró a la enfermería con síntomas de cansancio”, señaló José María Sotomayor. Poco después anunció su retirada de los ruedos de manera definitiva, al reconocer que había pasado su época. Parte de esa decisión pudo tener su origen tras torear ese año en Segovia. Lo hizo junto a Pepe Bienvenida y Luis Gómez ‘El Estudiante’ y con ganado de Félix Gómez, de Colmenar Viejo (Madrid).

“Había más público que localidades”, destaca la crónica de Eliseo de Pablo en la edición del día después en El Adelantado. Sin embargo, la expectación que generó apenas dejó calado artístico por el pobre juego de los astados. La nota negativa corrió a cargo del diestro segoviano, que según refleja el relato su actuación fue “penosa”. “Todo el mundo anhelando glorificar al paisano, pero Victoriano se olvido de ellos: dejó una deuda artística y un pabellón lasernista desgarrado”. Ya retirado, pasó sus últimos años en el valle de Alcudia, en Almodóvar del Campo (Ciudad Real), donde tenía su finca ‘Hato de Garro’. Allí decidió quitarse la vida el 22 de mayo de 1981.

De la Serna, interpretando la suerte de la verónica.
De la Serna, interpretando la suerte de la verónica.

LA VERÓNICA

De la verónica de De la Serna se han escrito todo tipo de adjetivos. Don Ventura subrayó que “todos decían, incluso los mismos toreros, que nadie había toreado como él toreaba; prolongaba los lances de un modo singular, con una suavidad y una finura sin precedentes”. Asimismo, el diestro y actor mexicano José Ortiz, más conocido como ‘Pepe Ortiz’, uno de los grandes creadores de suertes capoteras, destacó del torero de Sepúlveda que “tuvo la extraordinaria virtud de eliminar de la verónica todo movimiento superfluo. Ejecutaba el lance muy por delante, moviendo únicamente los brazos y, después, ni ellos; en el último tiempo del lance tan sólo con la cintura”.

PEÑA EN SEPÚLVEDA

En Sepúlveda De la Serna cuenta con una Peña Taurina que lleva su nombre. Se fundó en 1993 y en la actualidad es presidida por Alonso Fernández, tío del novillero local Eusebio Fernández. Este colectivo reconoce en una gala anual al torero revelación de la temporada, así como a los triunfadores de la feria de los Santos Toros que acoge la villa cada año a finales del mes de agosto. Además, organiza coloquios de temática taurina y viajes a festejos y ganaderías.

Homenaje a De la Serna en la localidad segoviana de Casla en 2016.
Homenaje a De la Serna en la localidad segoviana de Casla en 2016.

VINCULACIÓN CON CASLA

En Casla también marcó el legado de De la Serna y viceversa. De hecho, el municipio segoviano acogió el 3 de diciembre de 2016 un acto homenaje en el que se descubrió en la fachada de la casona situada en la calle Mayor, 1, donde “se halla la casa solariega de la familia De la Serna Gil”, explicó en su día el cronista oficial de Casla, Ángel Esteban, un relieve en piedra del ‘pase de las flores’, obra del escultor sepulvedano Juan Emilio Cristóbal, y una placa con la dedicatoria: “Al genial torero D. Victoriano de la Serna Gil”.