
El hermoso patio central del que fuera convento de las Hermanas Franciscanas de la Tercera Orden de San Juan de Dios albergó ayer el acto inaugural de la nueva sede de Cáritas Segovia, que desde hace algunas semanas es la nueva inquilina de este edificio que acumula más de cuatro siglos de historia al servicio de los desfavorecidos a través del trabajo de las congregaciones religiosas que lo han habitado.
“Hemos crecido en espacio y en ganas de hacer cosas”, aseguraba ante los medios de comunicación el director de Cáritas, Ángel Anaya, que recibía a los representantes institucionales, de las oenegés y de las asociaciones y movimientos diocesanos que asistieron al acto inaugural de la nueva etapa de la organización vinculada a la Iglesia.
En su intervención antes de la bendición de las instalaciones, Anaya señaló la voluntad de Cáritas de exprimir las posibilidades que ofrece este espacio para hacer patente su fin fundacional, que no es otro que ofrecer “una atención más digna y de mayor calidad” a quienes se acercan en demanda de ayuda de cualquier índole.
Así, indicó que para Cáritas, las personas a las que se atiende “no son aquellas que están en lo más bajo de la sociedad, sino personas que están a nuestro mismo nivel, y como tal hay que tratarlas”.
Por otra parte, aludió a la historia del convento de las ‘Juaninas’ y su vinculación con “la verdadera esencia de la caridad cristiana” a través de las congregaciones que han ejercido su tarea pastoral , y señaló que la nueva andadura de Cáritas “no es casualidad que tenga su sede aquí, y mantendremos vivo el espíritu de servicio que a lo largo de la historia se ha desarrollado con los más necesitados”.
Los trabajadores y voluntarios de Cáritas ocupan actualmente algo más de dos tercios del edificio, centrados en los espacios alrededor del patio central, con 22 despachos, frente a los siete de los que disponían en la anterior sede, donde ya se están llevando a cabo todos los programas de Cáritas en materia de empleo, atención y acogida, personas mayores, Cáritas parroquiales, prevención de drogas o infancia. Anaya también destacó disponer de mas espacios para salas de reuniones y aulas de formación para los cursos.
El vicario general de la diócesis, Ángel Galindo fue el encargado de bendecir las instalaciones ante la justificada ausencia del obispo César Franco, que convalece aún del Covid que le fue diagnosticado la pasada semana, y destacó que Cáritas simboliza “la forma de ser más señera del Cristianismo y de la Iglesia vinculada a la caridad”.
Además, indicó que la diócesis se decantó por ubicar Cáritas en este convento tras el anuncio de las Hermanas Franciscanas TOR de dejar las instalaciones, por lo que “vimos una oportunidad en un lugar idóneo y abierto a todos”.
Al acto de inauguración de las nuevas instalaciones de Cáritas Segovia acudieron la secretaria general de Cáritas Española, Natalia Peiró; la alcaldesa de Segovia, Clara Luquero, junto a varios miembros de su equipo de Gobierno; la subdelegada del Gobierno, Lirio Martín; el delegado territorial de la Junta en Segovia, José Mazarías; el diputado provincial de Hacienda, Óscar Moral; varios concejales del PP en el Ayuntamiento de Segovia; la secretaria general de FES, Beatriz Escudero, entre otros representantes políticos y sociales.
Las ‘Juaninas’, nostalgia sin tristeza
Para los segovianos, las Hermanas Franciscanas de San Juan de Dios, fueron siempre las ‘Juaninas’, que desde su convento de la calle Desamparados cumplieron durante décadas su labor contemplativa de oración. Ayer, la superiora de la congregación, María Soledad Carrión, junto a algunas de las hermanas que vivieron en el templo recorrían con emoción y nostalgia lo que fueron las estancias en las que vivieron, ahora transformadas en salas y despachos para la atención a los proyectos de Cáritas.
La superiora aseguraba que el recuerdo de añoranza de una vida entera en Segovia es “inevitable”, pero precisó que el sentimiento asociado “no es de tristeza, sino de emoción al sentir que nuestra casa sigue siendo casa de Dios para los más necesitados”.
“El convento era iglesia y sigue siendo iglesia”, aseguraba la hermana María Soledad, y señaló que desde su nuevo destino en Salamanca “seguimos con la misma misión de orar por la iglesia y la salvación de las almas”. “Nuestro camino es de peregrinación, no tenemos ciudad permanente, porque nuestro destino definitivo es el cielo y hacia allí caminamos, porque donde está Cristo, se está siempre bien”, aseguró.