‘Una noche con los clásicos’ llega a Segovia

Interpretación de Blanca Marsillach durante una escena de la obra. FOTOGRAFÍA: MOISÉS FERNÁNDEZ ACOSTA
Interpretación de Blanca Marsillach durante una escena de la obra. FOTOGRAFÍA: MOISÉS FERNÁNDEZ ACOSTA

Una noche con los clásicos — que se representará este viernes, 11 de noviembre en la Sala Teatro Paladio— es un recuerdo al legado de Adolfo Marsillach, a lo que cambió y por lo que luchó. Él hizo que el teatro fuera un punto de encuentro y una escuela para actores y espectadores. Su legado no fue algo teórico, sino práctico y accesible a todos los colectivos. Contará con la interpretación de su hija Blanca Marsillach, con quien EL ADELANTADO conversa, y Mónica Buiza.

— Una noche con los clásicos es una función muy especial para usted, ¿verdad?.
— Resulta muy emocionante ver a mi padre en las imágenes del video, que decía el verso como los dioses. Observarle como hombre de teatro, como padre y como ser humano, reflexionando sobre el final de la vida en ese soneto de Quevedo, ‘Miré los muros de la patria mía’. Descubrir su parte más pícara, más allá de la máscara que tenía como personaje irónico, distante, intelectual y polifacético. Él era muy reservado, muy británico, extremadamente culto e inteligente.

— ¿Cuál cree que fue la mayor aportación de Adolfo Marsillach a los clásicos de nuestro teatro?
— Todo. Desde fundar la Compañía Nacional de Teatro Clásico, CNTC, hasta acercar los clásicos al público y demostrar que no eran aburridos. Creó una escuela de decir el verso de manera natural.

— ¿Qué va a sentir el espectador en Segovia reviviendo a grandes como Góngora, Lope, Gil Vicente o San Juan de la Cruz?
— Se van a encontrar con un espectáculo donde van a reír, reflexionar, se van a identificar, porque son nuestros clásicos y hablan de temas muy vigentes. Van a ver a Adolfo Marsillach, vistiendo el verso, van a verme a mí compenetrándome con papá, que parece que estuviera en el escenario en algunos momentos y van a recordar algunos versos. Sobre todo es un espectáculo que habla de la vida de la muerte de la esperanza del desamor, de la ambición, del poder, del dinero, de los agravios, a San Juan de la Cruz, a Santa Teresa, pasando por toda la picardía de Quevedo y de Lope, es muy divertida en algunos momento, se les va a hacer muy corto y lo van a pasar bomba. Se van a encontrar con un bombón.

— ¿Cuándo y por qué decide recrear una noche con los clásicos?
–Surge para celebrar el 20 aniversario del fallecimiento de mi padre Adolfo Marisllach, y gracias a Bezoya del Grupo Pascual se ha hecho realidad. Ellos nos han apoyado para mantener los clásicos vivos, fomentando la cultura y el teatro. Es una maravilla poder hacer este recorrido con Bezoya, otro clásico de toda la vida.

— Su padre estuvo siempre muy implicado con su teatro a nivel social. ¿También su compañía ha heredado esa conciencia?
–Valera Producciones, que es como se llama mi compañía, trabaja constantemente en diferentes producciones culturales y gracias a nuestros colaboradores Marqués de Riscal y Helvetia Seguros se hacen realidad. No me cansaré de agradecer a nuestros colaboradores el gran esfuerzo que hacen por apoyar la cultura de nuestro país y a un referente como Marsillach.

— ¿Por qué Segovia?
— Porque es una maravilla de sitio. Solía ir muchos veranos con mi padre allí, a comer, a pasear, me encantaba, y aún lo sigo haciendo aunque ya no esté. No quería dejar pasar la oportunidad de que la gente de Segovia disfrutará de este espectáculo, de la cultura y de mi padre. Además, Bezoya del Grupo Pascual tiene allí su fábrica y era un lugar idóneo para llevarlo a cabo.

— ¿Suele venir por aquí más allá del teatro?
— Algún fin de semana que otro vengo, me encanta Segovia. Siempre es un placer volver a los sitios que te hacen feliz y este es uno de ellos.