
Desde que era apenas una niña, sentía la necesidad de comprender a las personas. Sobre todo, sus emociones. Para ello, sabía que había un paso previo; debía conocer las herramientas que ayudan al resto a conectar con la calma. De ahí que Clara Herránz se convirtiera en terapeuta corporal energética. Se ocupa de bucear en lo más profundo del ser humano. Para que este logre alcanzar su bienestar. Y su pleno desarrollo.
Lo cierto es que la segoviana se licenció en Periodismo. “Aunque parezca que no, hay puntos de conexión”, asegura. La comunicación es clave: le permite entrar en contacto con el mundo. Pero esto no es lo que de verdad le gustaba. No se lo pensó: decidió darle a su vida un giro de 180 grados. El yoga pronto le llamó la atención. Comenzó a practicarlo durante su etapa universitaria. Fue así como empezó a explorar este otro “universo de estudio”.
Herranz cursó un Máster en Bioenergética. También ha realizado un buen número de cursos y seminarios: algunos de ellos organizados por Sacyl en el Hospital General de Segovia. Ahora tiene su propio espacio en Segovia: ‘Centro de Bienestar Aguaclara’. Cuenta con un equipo de profesionales. “Trabajamos para compartir nuestros saberes sobre el crecimiento personal”, explica. Imparte clases de bioenergética, yoga, danza… Y ofrece actividades creativas como la cerámica. A su centro puede acudir gente de todas las edades: principalmente niños, familias y adultos. También colaboran con la Asociación de Autismo de Segovia. Y con la Universidad.
Primero se adentró en el mundo del yoga como practicante. Después como profesora. A esto se asemeja la bioenergética: en ambas se trabaja con la respiración “consciente”. A pesar de que el yoga profundiza más en “cuestiones importantes”. La bioenergética trata de liberar el cuerpo de tensiones físicas y mentales. “Vivimos en un mundo en el que se da mucha importancia a la mente”, manifiesta. Pero cree que se ha de priorizar el “sentir bienestar físico”. Para interconectar así la mente, el cuerpo y las emociones. Todo ello, desde un enfoque integrador y holístico.
Su principal objetivo es ayudar a quienes van a su centro a sentirse mejor. A que tengan mayor bienestar. Conecten con su relajación. Se olviden de la rutina. Recuperen “la alegría de vivir”. Y acepten “mejor” la realidad. Sobre todo ahora: cuando el país trata de dejar atrás la pandemia que lo conmocionó durante dos años. Pero deja claro que su función es bien distinta a la de los psicólogos. Aunque colabora con una clínica de psiquiatría, psicología y psicoanálisis de Segovia. “Ellos tienen su campo de trabajo y yo tengo el mío”, señala.
Con la pandemia, han aumentado los problemas de salud mental. Esto se ha reflejado en su centro: la demanda ha crecido de forma notable. En especial, por parte de gente “que está buscando tener menos estrés y conectar con la paz”, afirma. Es este el problema más habitual de sus clientes: el estrés.
La segoviana desea que su vida siga el mismo camino. Sueña con que el mundo conozca de verdad en qué consiste la bioenergética. Y con continuar compartiendo todo lo que sabe. Para que cada vez más gente aprenda a conectar con su cuerpo. Esto no es sencillo: requiere mucho tiempo. Pero se puede lograr a través de ejercicios corporales, de autoexpresión, respiración y expresión corporal. Es esta su forma de intentar que los demás comprendan la importancia de cuidarse. Y tengan un conocimiento más profundo de su yo interior.