
El obispo emérito de Segovia, Ángel Rubio Castro, no pudo disimular su emoción cuando, tras entregar la cruz pectoral que recibió en su ordenación episcopal a la camarera de la Virgen de la Fuencisla en su camarín, ésta la colgó con mimo sobre su cuello, concretando de esta forma el deseo del prelado de obsequiar con este símbolo a la patrona de Segovia.
Aprovechando su presencia en Segovia para participar en la Misa Crismal, y acompañado de su predecesor y actual obispo de Segovia, César Franco, monseñor Rubio hizo realidad su deseo y el de la Real Cofradía de Nuestra Señora de la Fuencisla de que la Virgen tuviera un recuerdo personal del que fuera pastor de la diócesis entre los años 2007 y 2014.
Tras ser recibido por el presidente de la cofradía, Julio Borreguero e integrantes de la directiva cofrade, el obispo emérito firmó el acta de donación de la cruz pectoral, que pasará al archivo de la cofradía, para después trasladarse hasta el camarín para hacer visible la donación imponiéndole la cruz y rezar una Salve en su honor.
Rubio subrayó el valor de este símbolo, al ser el primer pectoral que recibió tras su ordenación episcopal, que tuvo lugar en diciembre de 2004 en la catedral de Toledo, y señaló que “a todos los obispos nos regalan los pectorales, pero este está muy unido a mi episcopado, al haber sido entregado el día de la Virgen de Guadalupe mexicana y que me lo impuso el cardenal Antonio Cañizares, que fue quien me ordenó como obispo”.
Aunque desde la lejanía –actualmente reside en Toledo-, el prelado emérito sigue manteniendo un estrecho vínculo con la patrona de Segovia, a la que aseguró encomendarse todos los días en su oración, y a la que pide por la diócesis, “por los seminaristas y por todo el pueblo de Dios”. Asimismo, recordó que La Fuencisla ya tiene su báculo episcopal –que regaló en su primera participación en el novenario de la patrona de Segovia y entregó ante miles de segovianos en el Azoguejo en el acto de despedida- y señaló su deseo de sellar su relación con la diócesis a la que sirvió durante siete años siendo sepultado a su muerte en la capilla de San Ildefonso de la Catedral.
El presidente de la Cofradía señaló que la cruz pectoral del obispo Rubio es la cuarta que recibe de los prelados diocesanos en su historia, y se suma a las entregadas por figuras históricas como el obispo Gandásegui –que regaló en 1916 coincidiendo con la coronación canónica de la imagen—y la más reciente del obispo Luis Gutiérrez Martín, que se encuentran expuestas en la sacristía del santuario y que forman parte ocasionalmente de los adornos con los que se le reviste a lo largo del año. En este caso, la cruz pectoral tiene un significado especial para la cofradía, ya que es regalada por el obispo que volvió a coronar a la virgen tras el robo sacrílego de las coronas que tuvo lugar en 2012.
Por su parte, el obispo César Franco expresó su alegría por poder ser testigo de un acto de amor a la “madre de la Casa” por parte del prelado emérito, y señaló con humor que “me he quedado con muchas ganas de darle el mío, pero ya se lo daré cuando me toque, que no me quedará mucho ya”.