
Hace dos años, justo antes de que se desatara la pandemia, tuvo un accidente laboral: se rompió el pulgar de su mano derecha. Trabaja como gruista en una empresa de galvanizado. Cuando apenas llevaba una sesión, el confinamiento obligó a cancelar su rehabilitación. El médico le recomendó escribir o dibujar para recuperar la movilidad de la zona. Fue así como Rubén García (Oviedo, 1976) descubrió un talento oculto que jamás habría imaginado. Haciendo tan solo uso de un lápiz, empezó a dibujar. La historia es sencilla. El resultado es espectacular. Ahora pinta, sobre todo, rostros realistas de algunos de sus ídolos de infancia: “Trato de copiar fotos lo mejor que puedo”, cuenta. Y parece lograrlo.
Nació en Oviedo. Vive en Madrid. Pero toda su familia es de Castrojimeno. Ni siquiera recuerda haber tenido contacto con la pintura en el colegio. De ahí ha pasado a dedicarle una hora y media cada día. Es por ello por lo que, en su entorno, hay quienes todavía no se creen que los dibujos sean suyos.
Al principio, hacía coches para sus sobrinos. Tardó poco en aficionarse. “Vas viendo que cada vez te queda mejor y te animas”, asegura. García es autodidacta: aprende gracias a los tutoriales que ve en Internet. Con el tiempo, ha ido mejorando su técnica: alterna el grafito con lápices de colores profesionales. En estos momentos está dibujando en blanco y negro al cantante de ‘Metálica’, James Hetfield. El color suele reservarlo para deportistas como Michael Jordan, LeBron James, Kobe Bryant o Mike Tyson. De todas las que ha hecho hasta ahora, se queda con la obra del boxeador. “Fue con la que más tardé”, explica. Necesitó cerca de 40 horas: de media, emplea unas 30, dos o tres semanas.
García ha pasado de principiante a “profesional a su manera”. Tal es así, que el próximo 16 de julio, a las 12:00 horas, inaugurará en el salón del Ayuntamiento de Castrojimeno su exposición ‘Comienzo a dibujARTE’. En su pueblo le animaron a recoger sus obras en una muestra. Le costó tomar la decisión. Pero acabó aceptando la propuesta. Jamás se habría imaginado algo así. No se marca metas. Ni tampoco se pone límites.