Los organizadores de la concentracion en la estacion de ferrocarril de Segovia
Los organizadores de la concentración, en la estación de ferrocarril de Segovia. / NEREA LLORENTE

El tren entre Segovia y Madrid es patrimonio histórico; los reyes lo utilizaban para ir a La Granja. Esa sala real está hoy en ruinas, una metáfora de un servicio que agoniza. Sus defensores piden recuperar los servicios de los años 80 –uno por sentido cada dos horas –y una apuesta desde lo público por este formato para insuflar vida a la España Vaciada. También piden unir esa red a las de cercanías de Madrid para “articular unos servicios ferroviarios útiles”. Así como reactivar el nordeste a través de la línea Madrid-Burgos y tener en cuenta su valor ecológico. Así lo demandaron ayer a través de una concentración en la estación de Obispo Quesada, convertida en un museo con unos pocos viajeros.

María José Gallego es representante de la Asociación Amigos del Ferrocarril Ciudad y Tierra de Segovia, formada ante la carencia de servicios en las dos grandes arterias ferroviarias de la provincia: el nordeste y el suroeste, fundada a finales del siglo XIX. Lamentan la pérdida de servicios pese a que la población ha aumentado en las últimas tres décadas.

“Los servicios de autobús están a tope. Nos hemos convertido en una ciudad universitaria y hay muchísimo desplazamiento de trabajadores o turistas. No se entiende. Si de repente nos inventamos una estación de alta velocidad en mitad del campo para empujar a la gente a ir allí, que no es fácil, han quitado el resto de servicios, haciendo un escaso favor”.

Además de aumentar los servicios, inciden en su difusión. “Hay población en Segovia que desconoce que hay una estación de tren”, subraya Gallego, que se sacó la oposición estudiando entre raíles. Lamenta la falta de claridad en los horarios: que se anuncian como Cercedilla-Segovia en lugar de Madrid-Segovia. Tilda de “surrealista” que los viajeros deban cambiar de tren en Cercedilla “con futuro impredecible”. Habla de la molestia de dejar el asiento y de los imponderables de cuándo llega el otro tren. “El viaje se convierte en una tortura. ¿Hacen bajar en Azuqueca de Henares a alguien que va a Guadalajara?”.

Ángel Luis Fernanz, representante de Foro Social y de la Asamblea por el Clima, reivindicó un transporte que vertebre el territorio y enfríe el planeta. “Se ha invertido mucho dinero en las vías de alta velocidad. Se ha desvertebrado el territorio, se ha consumido muchísima energía y estamos en una crisis energética muy grave. El tren va a ser clave para una transición energética razonable”. A ello añadió la amenaza “urgente y directa” de la despoblación en muchas localidades. “El tren ha sido un elemento de vertebración territorial y social y queremos que lo siga siendo. Para eso hay que recuperar trayectos que se han perdido, estaciones que se han abandonado e inversiones que se han dejado de hacer”.

Ante ese diagnóstico, pide presionar a las instituciones para que prioricen este tipo de transporte público “para favorecer a la mayoría de los ciudadanos”. Tildó irónicamente la estación como “un elemento de adorno arquitectónico” y pide revitalizarla, sobre todo pensando en los pueblos.

Fernanz reivindica proyectos varados por el ocaso del tren. “Necesitamos que los trenes sigan circulando y que sigan uniendo localidades pequeñas, que para eso se hizo un tren regional. Hay un montón de localidades que se van a ver avocadas a una despoblación próxima si no les ofrecen un medio de transporte”. Y subraya que no es demasiado tarde para recuperarlos, que todavía se puede reparar ese tejido social y comunitario. “Eso no va a ocurrir si quitamos trenes o recortamos la sanidad pública y cerramos colegios. Si seguimos dependiendo de un coche para cualquier necesidad estamos abocados a que nuestros pueblos, que están ya muy aislados, tengan grandes dificultades”.

En la misma línea, esgrimió el argumento ecológico. “Estamos absolutamente saturados de transporte por carretera. Los coches están ocupando un espacio que no les corresponde y están consumiendo una energía muchísimo mayor de la que consumiría el tren”. También recordó la línea Segovia –Medina del Campo, desmontada –ya sin traviesas- y transformada en vía verde. “Convertir vías de ferrocarril en vías verdes pudo parecer una buena idea en un momento determinado, pero hoy nos estamos dando cuenta de que es una ruina para el territorio y para el futuro”.

La herida del nordeste

El caso paradigmático lo tiene el nordeste. El presidente de Codinse (Coordinadora para el Desarrollo Integral del Nordeste de Segovia), Jesús López, recuperó la demanda del Directo, un tren que une Madrid de Burgos, una de las líneas más modernas de España previas a la alta velocidad. El servicio está suspendido desde hace más de una década tras quedar varada una bateadora. “Fue la excusa perfecta para suprimir el servicio”. La línea reduce en 90 kilómetros el trayecto al norte, tiene apartaderos más amplios, radios mayores en las curvas y menos pendientes.

El nordeste, con un tercio de la superficie provincial, pide su reapertura en una zona donde la industrialización “es prácticamente inexistente”, y apoya la protesta de mañana en Madrid. El nordeste contaba con cinco estaciones que ahora están sin uso. “Fue un gran canal de comunicación, sobre todo con Madrid pero también con Aranda de Duero. El problema es que no ha facilitado la reactivación económica de una zona tan desfavorecida como la nuestra. Si el tren hubiera circulado, hubiera habido facilidades para instalar industrias o desplazamiento de trabajadores. En suma, para que la gente pudiera vivir en nuestro territorio”.