Convento San Vicente Misa Despedida Monjas 2
Las religiosas agradecieron a los segovianos su apoyo tras la misa. /EL ADELANTADO

Desde el refectorio  de la capilla del monasterio de San Vicente el Real, la emoción de su abadesa sor Presentación a la hora de agradecer el cariño de los segovianos hacia su congregación apenas le permitía articular palabra antes de concluir la misa solemne con la que la comunidad de monjas de la orden cisterciense que ha vivido en el cenobio durante casi mil años dice adiós a la ciudad que les vio crecer y con la que han compartido diez siglos de su historia.

El aforo del templo resultaba insuficiente para albergar a las decenas de personas que quisieron acompañar a las religiosas  en su despedida de Segovia, expresando de esta manera el afecto y la comunión secular con la orden, y de manera muy especial con el barrio de San Lorenzo. La misa fue presidida por el Vicario General de la Diócesis Ángel Galindo, ya que el obispo César Franco no pudo asistir al ser diagnosticado con Covid, y en su homilía, destacó en varias ocasiones la importancia de la labor de la orden cisterciense en Segovia como garante de los valores cristianos y promotora de la espiritualidad.

Galindo agradeció a la comunidad su “oración, silencio, y desprendimiento”  a favor de la ciudad, y expresó la tristeza de la sociedad segoviana ante su partida, pero animó a las religiosas a seguir perseverando en su tarea pastoral desde la distancia y a través de la oración y la contemplación.

Asimismo,  valoró también el papel fundamental de la obediencia en la vida espiritual de  la comunidad,  en imitación de las reglas de San Benito, fundador de la orden cisterciense,y pidió a la comunidad que “nos dejen el resplandor de su luz desde los pisos en los que van a vivir en Madrid”, y desde allí sean capaces de seguir “echando las redes para atraer a un mundo cegado por la civilización del espectáculo”, con especial interés en quienes pasan dificultades. A los segovianos, Galindo les conminó a acercarse a los monasterios, ya que su ejemplo “da sentido a nuestra vida a veces vacía en un tiempo de increencia”.

Tras concluir la eucaristía, la comunidad de monjas cistercienses –acompañadas de otras religiosas que llegaron a Segovia procedentes de otros monasterios- salieron a la calle para compartir con vecinos y feligreses episodios y anécdotas de una vida entera, y agradecer de forma personal el afecto expresado con su presencia en la celebración religiosa.