La Plaza de Medina del Campo se llenó para presenciar la divertida actuación de Matito, una de las primeras del programa del Festival Internacional. / KAMARERO
La Plaza de Medina del Campo se llenó para presenciar la divertida actuación de Matito, una de las primeras del programa del Festival Internacional. / KAMARERO

“Somos de mayo, somos de primavera”. Esta categórica afirmación de la directora del Festival Internacional de Títeres Marian Palma a pocas horas de comenzar la 36 edición simboliza el entusiasmo y la ilusión con el que Titirimundi regresa a su tradicional ubicación temporal tras dos años de zozobra e incertidumbre motivados por la pandemia y el drástico recorte en el apoyo del Gobierno regional.

Ilusión es la palabra que mejor define el arranque de esta nueva singladura de Titirimundi, que un año más eligió el Teatro Juan Bravo para la inauguración con el pregón a cargo del que fuera director del Archivo Municipal, Rafael Cantalejo, que en apenas diez minutos reavivó la memoria sentimental del festival que surgió por iniciativa de Julio Michel. Así, Cantalejo recordó sus conversaciones con el creador del Festival, al que definió como “inyectador de imágenes” en las que le trasladaba “las calles de Segovia llenas de títeres, marionetas y artefactos parlantes”, y señalaba sus rincones como “mágicos contenedores para albergar la vida intermitente de los títeres”.

El pregonero indicó que Segovia ya era titiritera antes de la llegada del festival, y puso como ejemplos señeros el trabajo de la compañía Libélula con el propio Julio Michel y Lola Atance, o la maestría de Francisco Peralta, que llevó hasta la Casa de los Picos la posibilidad de crear “seres con vida propia e intermitente” con los que dar vida a los clásicos de la literatura y el teatro.

Con este preámbulo, Cantalejo expresó su deseo de que en esta nueva edición pueda reencontrarse con las pulgas Mimí, Sasá y Dudú del ‘Circo de las pulgas’, “a las que conocimos en Segovia como pulguinas y que hoy ya están estudiando un posgrado”, así como su envidia por no poder disfrutar del Carrusel D’Andrea. Además, invitó a que en estos días “nadie se quede en casa» porque los titiriteros “van a hacer que su vida sea un poco mejor”. “Hay que recuperar tiempo de calle, pedir prestados sobrinos y nietos y sacar a las personas mayores para disfrutar de los títeres”, concluyó Cantalejo.

Horas antes de la inauguración, la alcaldesa Clara Luquero y la directora de Titirimundi rubricaron el convenio de colaboración por el que el Ayuntamiento aporta 100.000 euros para el desarrollo de una iniciativa que se ha convertido en un “festival cultural de referencia”, en palabras de la regidora.

Luquero indicó que Titirimundi aporta “desarrollo cultural y desarrollo económico a través del turismo y del sector cultural”, y precisó que el regreso de las funciones de calle hace este año que “la identidad tradicional de Titirimundi esté recuperada”.

Por su parte, Marian Palma detalló que todas las entradas que se sacaron en venta anticipada para las funciones en los patios ya están agotadas. “Se ha vendido por completo, va a ver entradas para vender en puerta en todos estos espacios, al dejar un porcentaje reducido pero va a ver esa posibilidad”, subrayó. En espacios cerrados, siguen quedando entradas que se pueden adquirir en la taquilla del Teatro Juan Bravo y en el resto de lugares donde se desarrollan las funciones. En definitiva, “hay mucha ilusión, hace buen tiempo y volvemos a mayo”.

Luquero aprovechó para agradecer con emoción insdisimulada a Marián Palma que fuera capaz de “asumir el relevo con solvencia y desde la humildad”, la dirección del festival tras el fallecimiento de su fundador Julio Michel. La alcaldesa aseguró que Palma ha defendido “la ciudad y el festival con extrema valentía”, al recordar, en un momento clave, que el festival es Segovia y, por lo tanto, Titirimundi es “de Castilla y León”.

Palma también agradeció a Luquero, que antes de alcaldesa fue concejala de Cultura, todos estos años “de colaboración, apoyo y comprensión”. Además, recordó que la firma del convenio con el Ayuntamiento de Segovia, principal patrocinador del festival, “sin este apoyo no llegaría a fin”, no serían posibles estos días “de ilusión y ensueño”, que Julio Michel “nos inculcó como forma de vida como lo fue la suya y proyecto de vida”.

Los Hermanos Sabattini representaron las Fabulosas Aventuras del Barón de Munchausen. / KAMARERO
Los Hermanos Sabattini representaron las Fabulosas Aventuras del Barón de Munchausen. / KAMARERO

Primeros espectáculos

Aunque la celebración oficial del pistoletazo de salida fue a última hora de la tarde, a lo largo del día ya se llevaron a cabo algunas funciones de ‘Las aventuras y desventuras del Barón de Münchausen’, de la compañía Hermanos Sabbattini, un homenaje a la maquinaria y la técnica en el teatro y a las artes de la marioneta. Por la tarde, uno de los clásicos de Titirimundi, El Circo de las Pulgas, ha realizado funciones cada media hora desde las cinco de la tarde en el patio de la Casa de Abraham Senior.

A las 18.30 y a las 19.00, Matito, el protagonista de un espectáculo de títere de guante y canción popular basado en el humor, detrás del cual está el actor Arnau Colom, ha sido el encargado de devolver Titirimundi a las calles por primera vez desde la pandemia, en este caso en la céntrica Plaza de San Martín.

Otra de las facetas más tradicionales de esta cita, además de volver a celebrarse en mayo en vez de en septiembre, como los dos últimos años por la pandemia, ha sido la vuelta este 2022 de la campaña escolar Titiricole.

Una revisión del amor romántico inspirado en el cuento de ‘La Sirenita’ de mano de la compañía Periferia, una versión muy particular de Blancanieves a través de un espectáculo con lámparas de La Chana y el tradicional cuento de la ratita presumida, de la mano de los Titiriteros de Binéfar, han sido las estrellas de esta primera jornada para el público escolar.

A partir de este viernes, está prevista una programación más amplia, con muchas más funciones simultáneas en diferentes puntos de la ciudad y otras actividades que se han retomado desde que empezó la crisis sanitaria, como talleres para construir títeres con material reciclado o visitas guiadas sobre la relación del festival con la ciudad.