
Aunque no será hasta bien entrada la semana cuando puedan cuadrarse las cuentas referidas a los espectadores que han disfrutado de los espectáculos del Festival Internacional de Títeres, la respuesta del público a la trigésimo sexta edición de Titirimundi permite a la organización ser optimista y pensar en que se hayan podido recuperar cifras similares a las de antes de la pandemia.
La directora de Titirimundi, Marián Palma, no dudó en calificar como “sorprendente” la respuesta del público a la programación del festival, lo que ha permitido superar las lógicas dudas tras dos años donde la pandemia y el cambio de fechas cercenó la normal actividad del festival.
“La presentación de los espectáculos de calle ha estado totalmente llena, con un aluvión de público, y en los patios ha sucedido lo mismo”, resumió Palma, que destacó el regreso de las colas para lograr adquirir las últimas entradas para las funciones de los patios y espacios cerrados. “Es la imagen de volver a ese Titirimundi que ya conocemos”, resumió.
Por otra parte, valoró especialmente la recuperación de Titiricole, donde los niños han disfrutado de los espectáculos programados, e indicó que ha habido “niños de cuatro y cinco años que jamás habían ido al teatro que decían ‘esto mola’ y nosotros les contestábamos, ‘esto es teatro’”.
Palma contó que los pequeños espectadores y sus maestros se quedaban hablando con los titiriteros, con sus marionetas en la mano y sólo miraban a los títeres, y precisó que son imágenes que resumen “que sí que hemos vuelto, le hemos dado un poco más de vidilla”.
De igual modo, expreso su satisfacción por haber arriesgado a programar de nuevo el festival en sus fechas tradicionales, “sin tener que montar y desmontar como ya nos pasó en los dos últimos años», y señaló que “a la tercera ha sido posible y estamos contentos porque de nuevo ha empezado a tomar forma otra vez”.
La ausencia de aforos y también de mascarillas para presenciar los espectáculos ha contribuido decisivamente a recuperar la normalidad en el festival, y ha hecho especialmente felices a los titiriteros. “Estos años era todo muy frío, no sentían la reacción del público como es ahora con el aforo completo que sientes todo ese calor en escena”, resumió.
Apoyo institucional
Palma optó por la prudencia a la hora de pronunciarse sobre el futuro del festival, que tras el cambio de Gobierno en la Junta de Castilla y León y la decisión del anterior ejecutivo de redefinir el acceso a las subvenciones de los festivales a través de una convocatoria libre ofrece algún que otro nubarrón sobre su viabilidad.
En este sentido, indicó que la organización “seguirá dando los mismos pasos que en las ediciones anteriores, con la petición de las citas y las reuniones para ir viendo qué posibilidades hay, para tomar decisiones más tarde”, y señaló que al regresar a mayo “tenemos un año entero, porque muchas ayudas van a convocatoria libre y no conocemos todavía el presupuesto final”. Esta circunstancia supone que haya dificultades con algunas compañías “cuando no tienes la seguridad de los contratos”.
En cualquier caso, expresó su optimismo por el porvenir de Titirimundi, y señaló que a lo largo de su historia, su organización es “un ejercicio de funambulismo puro, en la cuerda floja«, pero también es decir “volvemos a empezar, volvemos a crear”, con una nueva programación”.

El Ayuntamiento estudia controlar la ubicación del público en las funciones al aire libre
El entusiasmo del público por poder presenciar los espectáculos de calle durante el Titirimundi ha dado lugar a imágenes poco edificantes en lo que se refiere al respeto por el patrimonio .
Así, en la plaza de San Martín cuya escalinata se convierte en un improvisado patio de butacas para ofrecer algunas de las más importantes actuaciones programadas, la acumulación de personas da lugar a que algunas hayan empleado la emblemática fuente de Las Sirenas -ahora vacía de agua- como lugar para intentar seguir las evoluciones de los titiriteros, tal y como puede verse en la imagen que ilustra esta información.
Sobre este aspecto, el concejal de Cultura, Alberto Espinar, ha lamentado el uso inadecuado de este recinto, y aseguró que se pondrán lsos medios necesarios para evitarlo. “Tendremos que seguir controlando, también por parte de Policía Local, y vigilar con más mimo cuando hay eventos al aire libre con aglomeraciones porque la gente quiere poder observar la actuación y usa el mobiliario urbano”, explicó el concejal, que precisó que “es una pena pero haremos más hincapié en poder perseguir que no se produzcan este tipo de conductas”.
Las últimas compañías en escena
Este último día de festival, una decena de compañías han llevado a cabo las últimas funciones, entre ellas la francesa La Salamandre, el español Rodorín y la ítalo-española Silfo Teatro, las tres dentro de la campaña escolar, y la danesa Sofie Krog, con tres actuaciones en céntricas calles de Segovia.
Las compañías Golondrino (España), el Circo de las Pulgas (Francia) y los Hermanos Sabbatini (Francia) han sido los encargados de cerrar los espectáculos programados en patios de edificios emblemáticos de la ciudad, como el Palacio de Segovia o el Centro Didáctico de la Judería.
De los pensados para salas y teatros, Bakélite (Francia) ha realizado dos pases en La Alhóndiga y, a las diez de la noche, los encargados de poner fin a esta edición fueron el israelí Ariel Doron, con un espectáculo que aborda los horrores de la guerra en contraposición con los juguetes de los niños, y la compañía Teatro Jaleo.