Los Premios Max de las Artes Escénicas, el mayor reconocimiento al talento de los profesionales del teatro y la danza, se entregarán el día 20 de mayo en el Teatro Calderón de Valladolid. La Gala, de la que aún no se conocen todos los datos, promete ser diferente. La entrega de estos premios se ha convertido en itinerante y, con ello pretende acercarse más a tierras y gentes. En esta ocasión Castilla y León es la comunidad elegida y, entre otros detalles, la dirección de la gala ha recaído en una segoviana que no se asusta ante el trabajo y que cuando contactaron con ella para encargarle este proyecto, pensó: ¿Esta gente sabe a quién están llamando?

Sí, a Ana Zamora, la misma que siendo muy joven fundó Nao d´Amores, un torbellino incansable, a quien no se le pone nada por delante salvo el miedo a parar, a no seguir avanzando. Ha dirigido muchas obras de teatro, ha pronunciado muchas conferencias y ha recogido muchos premios pero, no había dirigido ninguna gala, ahora también.

— ¿Cómo fue?
— A mí me llamaron para encargarme el guión y la dirección de la Gala de los Premios Max en Valladolid. En Castilla y León, no se había hecho nunca.
El Ayuntamiento de Valladolid ha hecho una gran apuesta y, decidieron intentar contar con gente de la Comunidad Autónoma para que sea un reflejo de lo que se hace con el objetivo de conseguir la descentralización en la Artes Escénicas porque parece que, o trabajas en Madrid o en Barcelona, o no te dedicas a las Artes Escénicas…
Los Premios los organiza la Fundación SGAE. Ellos deciden un núcleo temático, en este caso me dieron un lema que es “La Fiesta de la Libertad” y, a partir de ahí… Hay una ventaja, ellos intentan que no sea una gala de imitación a los premios cinematográficos, los Goya o los Oscar… sino que tenga un peso muy grande la teatralidad. Si me llamaron a mí es porque no querían una gala muy convencional.
Me lo pensé muchísimo. No me daban pistas y, lo primero que tenía que hacer era encontrar “de qué hablar”. “Libertad” es un término muy delicado. Todo el mundo, de tendencias muy diversas y extremas, utiliza el término libertad con una naturalidad que da miedo. Había que focalizar muy bien sobre “de qué se iba a hablar” y, a partir de ahí, les dije que si encontraba algo que hiciera que me mereciera la pena encerrarme a trabajar durante varios meses para contar esa idea de libertad, les diría que sí.
No daban mucho tiempo porque, normalmente trabajo con un año de plazo para preparar los espectáculos y aquí me daban solo unos seis meses. Tuve que hacer todo muy rápido pero, al final, encontré una vía buscando un referente que resultó muy bonito.
De todas las perspectivas que vi: Las filosóficas, las políticas… la que más me interesó fue la que tiene un poeta metido a filósofo, con todo lo que esto conlleva, que es Luis Rosales. Cuando el poeta se puso a trabajar sobre su gran libro de crítica literaria que es “Cervantes y la Libertad”, escribió un tratado preciosísimo que se titula “Teoría de la Libertad” en el que, por poner algún ejemplo, él defiende que para ser libre, la persona tiene que tener un proyecto de vida vinculado a unos principios morales dentro de la fraternidad y amor al prójimo que vincula con la idea de la vocación.
Con todo ello, realicé un proyecto de gala con un sello fortísimo de la identidad castellana. Me parecía importante porque siempre pasamos desapercibidos y aquí se presentaba la oportunidad…

— Como castellanos, sacar pecho…
— Claro, es así. Además hay algo importante, esta tierra ha sido siempre muy integradora y este dato me permitía trabajar con muchísimas referencias, como la relación que tenemos entre tradición y modernidad, el gusto por lo patrimonial, por lo natural y lo arquitectónico pero también por lo literario. Castilla no se puede entender sin eso.
Plantee una gala, que no deja de ser una gala de entrega de premios, con todas sus dificultades, empezando por que se emite en muy buena hora, en la 2 de la televisión pública, por lo que estoy condicionada por parámetros televisivos, lo que lo convierte en un reto…

— Tendrás que contar con tiempos, planos… Estas en un plató de televisión aunque se realice en un teatro.
— La ventaja es que, por lo menos, es un teatro acogedor, no es un auditorio lleno de gente hacia arriba. Hay que pensar en planos y estoy permanentemente preparando escenas. Me dicen que me olvide de las atmósferas: ¡La televisión te va a pedir “luz, luz, luz”! ¡Que tienes encima del escenario a un señor con una cámara! ¡Olvídate de esa magia de lo teatral!… ¡Un reto!
Tenía claro que lo que no iba a hacer era una de esas galas que me aburren y, para mí el gran aburrimiento es pasarme dos horas delante de una televisión, sin que me cuenten nada, solo viendo un desfile de trajes y de glamur. Debemos aprovechar la oportunidad para ofrecer una declaración de principios: “Señores, detrás del glamur de una gala de entrega de premios, también hay un contenido que nos puede ayudar a ser mejores como sociedad, que es para lo que sirve el teatro”.

— Habrá sido un gran esfuerzo porque rompe con todo lo que parece habitual en tu trabajo…
— Sí pero, estoy acostumbrada a trabajar sin miedo. Me han dicho tantas veces que “eso que quieres hacer no es teatro” o, “eso no le gusta a la gente” que me da igual. Soy una persona poco contagiada por lo televisivo (para empezar no tengo televisión ni la pienso volver a tener), con lo cual he tenido que verme todas las galas, una detrás de otra, estudiármelas y ponerme al día pero, me siento libre y pienso que si me han llamado es porque están deseando ver ese tipo de referencias. Yo quería huir de esa fórmula de lo “normal”, el presentador que hace chistes… ¿Para qué?
Tiene que ser una cosa dinámica, que arrope muy bien a la propia entrega de premios que es lo que se celebra, porque son muchos, veintidós premios, lo que indica que hay que ir “ligerito” y, hay que controlar muy bien los tiempos.

— ¿Cuánta gente participa en este espectáculo?
— Mucha gente y además, mi punto de partida es que todos o casi todos (salvo uno que es un artista invitado), o son castellanos o tienen una relación muy directa con Castilla. Eso sí, al ser una gala televisiva, he tenido que contar con actores que tienen tirón de público.

— ¿Qué sentiste cuando te llamaron para este proyecto?
— Mi ambición es cero y, lo primero que me plantee fue si esta gente se habría equivocado… ¿Esta gente sabe a quién está llamando?
Me pensé muchísimo si coger el encargo o no, porque primero tenía que tener la garantía de que la gente que me llamó sabía a quién estaban llamando. Por eso no he querido firmar contratos hasta no tener delante los proyectos… porque prefiero trabajar sin cobrar nada durante dos meses y, tener claro que vamos de la mano. El nivel de implicación con el que trabajo… tenía que ser un espectáculo concebido desde una coherencia teatral aunque luego no pueda apagar la luz del patio de butacas…
¿Qué me van a “meter caña”? Toda la del mundo. Eso ya lo sabía. Antes de firmar el contrato hablé con algunos de los directores que han trabajado en galas anteriores y me decían: “¡Ya verás la que te va a caer! Y… me va a caer pero, por eso era importante para mí que fuera una experiencia interesante porque ¡Ya que me van a atizar! Que salga de esto con algo a la espalda, con una experiencia profesional que me valga…