
Unos 20.000 dólares o 18.490 euros. Esa es la cifra que una familia media podría obtener al año por su actividad en Internet. Es la estimación de Eric Posner, profesor de la Chicago Law School, y Glen Weyl, economista en Microsoft Research, en su libro ‘Mercados radicales’. Y es que cada interacción que llevamos a cabo en las redes sociales, cada click “inocente” que hacemos con nuestro móvil o computadora o cada anuncio que vemos está siendo registrado por las empresas. Los datos digitales son un tesoro en la actualidad, un activo de valor económico, y las multinacionales lo saben.
Ese dato tan sorprendente —los 20.000 dólares de beneficio que podría generar una familia simplemente con sus hábitos en Internet—se escondía en un artículo de una revista económica que hojeaba Mateo Ploquín en la hora del desayuno. Fue en ese preciso momento cuando a este joven mexicano y estudiante de IE University se le encendió la bombilla. Y le surgieron varias preguntas: ¿Nadie se da cuenta del valor real que hay detrás de la información que generamos en Internet? ¿Qué poder tenemos los usuarios sobre los datos digitales que depositamos en el ciberespacio? ¿Qué ocurre con nuestra privacidad y nuestra protección ante la apropiación de nuestra información por las empresas? ¿Es posible empoderar al usuario para que él decida libremente lo que hace con sus datos y, en su caso, que pueda rentabilizarlos, es decir, sacar un beneficio económico?
Todas aquellas preguntas bullían en su cabeza porque Ploquín, antes de nada, es un emprendedor con una gran determinación. Sin dilación, se puso a la tarea: crearía una plataforma que devolviera a los usuarios el control de sus datos.
Así, estructuró la idea, pidió consejo a sus profesores de IE University, se informó de la situación del mercado, y se rodeó de un equipo técnico de jóvenes universitarios con ganas de innovar. El resultado es Shield (escudo, en inglés), una plataforma que permite a las personas administrar sus datos de una manera rápida y sencilla, “que rediseña la experiencia digital al gusto de los usuarios, no de las empresas”. Su dirección es: https://www.shield-data.com/
En pocas palabras, Shield permite a los internautas obtener un rendimiento económico del uso que hacen las empresas de sus datos personales y, a la vez, con la garantía de que su privacidad y su seguridad están blindadas mientras navegan por Internet. Ploquín, que estudia en IE en Segovia el doble grado en Administración de Empresas, Datos y Analítica de Negocio, expuso su proyecto y, poco a poco, se formó el equipo fundacional de Shield: el polaco Bartosz Rzycki y el español Ismael Doukkali, estudiantes del grado en Computación e Inteligencia Artificial de IE University, junto a Alejando Sánchez, estudiante en Rotterdam Business School.
De acuerdo con Ploquín, Shield ofrece dos servicios: privacidad y monetización (convertir un activo en dinero). En primer lugar, para proteger la información personal, la plataforma invita al consumidor a que use su extensión de Google Chrome y, de esta manera, ajuste los datos específicos que desea proteger para que éstos no sean tomados por las grandes empresas. Así, se puede navegar por Internet “sin publicidades y libre de rastreadores”. Por otro lado, Shield recoge los datos que libremente cede el consumidor para luego “venderlos”. De esta transacción, la plataforma reporta los beneficios al usuario en forma de criptomonedas. “Los clientes no perciben el valor de los datos que las cookies de terceros recopilan y venden a las grandes empresas. Shield le devuelve el poder al usuario y le permite beneficiarse del valor de su información personal”, reza en su sitio web.
Ploquín y todo su equipo de trabajo lo tienen claro: hay que cambiar la dinámica del mercado y favorecer la génesis de un ecosistema más justo y transparente de forma que las personas recuperen sus derechos y sean recompensadas por sus datos digitales.
Así, la plataforma se compromete a que el usuario registrado será informado de todas las transacciones y acciones que se lleven a cabo con sus datos. Además, se garantiza una atención al cliente rápida y eficaz dando especial hincapié a la transparencia.
FASE BETA
De momento, Shield se encuentra en su fase Beta, es decir, sus responsables aún vigilan el funcionamiento de la plataforma, detectando fallos e incorporando paulatinamente mejoras como, por ejemplo, la compatibilidad de dispositivos. Con más de un año de desarrollo y con una inversión inicial de 50.000 euros, Shield cuenta ahora mismo con más de 1.500 usuarios registrados. Las previsiones de sus creadores indican que el número de consumidores de la plataforma alcance los 10.000 usuarios en los próximos dos meses.
Aunque Shield es extremadamente fácil de usar, los responsables se dirigen especialmente a un target específico, los estudiantes universitarios, un colectivo habituado al manejo de criptomonedas, que se compran, venden, guardan e intercambian digitalmente. “De los beneficios obtenidos por la venta de datos a empresas devolvemos hasta un 70% de los ingresos a los usuarios en forma de criptodivisas”, subraya el CEO de Shield.
La plataforma cuenta ahora mismo con el apoyo de entidades como La French Tech, La Nave —el espacio de innovación urbana del Ayuntamiento de Madrid—, Google for Startups e IE University.
A corto plazo, sus planes pasan por aumentar los usuarios registrados, ampliar el equipo humano (actualmente son siete personas), buscar nuevos inversores y, como prioridad, desarrollar una aplicación de la plataforma para smartphones y dispositivos móviles.
El objetivo es, en definitiva, empoderar al usuario, que tengan un mayor control de sus datos para tomar decisiones informadas y que pueden ser partícipes de los beneficios de la publicidad y de la revolución digital. “Shield es mucho más que un mero producto, somos un movimiento”, concluye Ploquín.