El arte y la pintura recorren las calles y rincones naturales de Segovia estos días con el curso de pintores pensionados de la Real Academia de San Quirce. Una beca que reúne a catorce estudiantes de Bellas Artes de toda España, en comunión en el entorno natural que les ofrece la capital y los bellos parajes de la provincia.
Juan Antonio del Barrio, coordinador del curso y académico de San Quirce, acompaña a los jóvenes artistas en su experiencia durante estas semanas. “Es un grupo con muchas ganas de trabajar, con gran conexión entre ellos”, señala el académico, que observa desde la distancia el trabajo que hacen cada día, pintando “en la calle, en la naturaleza o incluso en sus ratos libres”.
Para Laura Ríos, profesora de Bellas Artes de la Complutense y directora artística del curso, esta experiencia “les está enriqueciendo mucho, tienen muchas ganas de compartir entre ellos y se van enseñando unos a otros cómo hacen las cosas”. Ambos directores coinciden en que está siendo “duro y todo un reto”, por lo que supone salir a pintar a la naturaleza, bajo el calor y las largas caminatas para llegar a los mejores escenarios posibles.
“El intercambio de ideas es muy grande, esta beca tiene esta característica”, señala Laura, que desde el primer día se ha encargado de que los pintores puedan recorrer los recovecos de la ciudad y la provincia para obtener diferentes paisajes y “crear un grupo humano muy especial con todo lo que comparten”.
No hay un hilo conductor único en este curso. Unos pintan sobre caballetes fijándose en un gran paisaje; otros lo hacen sentados sobre las rocas en su libreta a lápiz, e incluso las propias rocas son el modelo perfecto para representar lo que les ofrece la naturaleza.
Deslumbrados
Utilizan diferentes técnicas, se centran en unos detalles u otros, pero los jóvenes pintores participantes en el curso coinciden en los maravillosos paisajes que ofrecen Segovia y su provincia. Para Fátima Gómez Arroyo, estudiante de la Universidad Rey Juan Carlos, todos los lugares que han visitado “merecen mucho la pena, aunque tengan difícil acceso”, bromea mientras observa a sus compañeros pintar desde lo alto del Huerto de los Carmelitas. “Nunca había pintado al natural, pero me está gustando mucho. Me encantaron las Hoces del Duratón”, afirma.
A Irene García Beltrán, llegada desde la Facultad de Bellas Artes de Salamanca, le ha maravillado “el cinturón verde de Segovia”, que recorrieron a pie hasta encontrar el punto deseado para pintar. “También me gustó El Berrocal, en Ortigosa del Monte, con toda la geología que ofrece”, matiza. Por su parte, Luis Utrillas, del Campus de Teruel de la Universidad de Zaragoza, se queda con los contrastes de los valles, con su parte más verde y la contrapuesta más seca, “la que más me interesa del monte”. Sin olvidarse, tampoco, del casco urbano “con todos los recortes de los edificios que hacen en el cielo”.
Concuerdan también en el “reto” que supone pintar en la naturaleza, al aire libre. “El tiempo es una limitación, la luz cambia muy rápido”, afirma Fátima. “Está siendo agotador, vamos de un sitio a otro”, dice Luis; en la búsqueda de escenarios para encontrar el mejor paisaje y el que más emociones les despierte. “Es un curso muy intenso, hay muchas cosas que hacer”, cuenta Irene, quien admite que está siendo gratamente enriquecedor al mismo tiempo que sacrificado.
“Una experiencia maravillosa”, para Fátima, en la que están “pintando durante un mes, con gente de muchas facultades”, como señala Irene. “Vamos probando, ampliando la mirada para ver distintos paisajes, para después escoger un camino u otro y crear algo diferente”, afirma sincero Luis.
Todo un carrusel de emociones y experiencias con las que intercambian conocimientos, técnicas, vivencias y, por supuesto, amistad. Algo que se evidencia simplemente observando a unos metros de distancia cómo hablan entre ellos, cómo comparten el gran estudio natural que les ofrece Segovia y su entorno provincial.
Turno de El Paular
Los pintores siguen hoy jueves en Segovia, de nuevo en el Huerto de los Carmelitas, antes de marcharse el viernes a El Paular, el lugar original del curso de pintores pensionados, hasta el próximo día 14. Entonces regresarán a la ciudad del Acueducto para seguir descubriendo lugares, emociones y técnicas que plasmarán en las obras que se expondrán el día 22 en el Palacio Quintanar.