Príncipe Felipe Próspero, retratado por Diego Velázquez.
Príncipe Felipe Próspero, retratado por Diego Velázquez. *1659

Después de la muerte del príncipe Baltasar Carlos (1629-1646) a los dieciséis años de unas viruelas, en 1646; el Rey Felipe IV (1605-1665) tendría que esperar once años hasta el nacimiento de otro varón. El príncipe Felipe Próspero, quien fue el fruto del matrimonio de Felipe IV con su sobrina Mariana de Austria (1634-1696), nació el 28 de noviembre de 1657 y el cardinal Baltasar Moscoso y Sandoval (1589-1665) le bautizó en la capilla del Palacio Real el 13 de diciembre de 1657. Como era de costumbre celebrar a nivel nacional nacimientos, bautizos, bodas reales y victorias militares, entre otros acontecimientos, España festejó el nacimiento de quien sus habitantes creían que iba a ser el sucesor de Felipe IV. El cronista e historiador Rodrigo Méndez Silva (1606-1670) relata lo que transcurrió al hacerse pública la noticia del nacimiento del príncipe en su libro Gloriosa celebridad de España en el feliz nacimiento y solemnísimo bautismo de su deseado príncipe D. Felipe Próspero (1658):

Luego que se publicó tan alegre nueva, se llenó Palacio de Grandes, Títulos, Caballeros y Superiores Ministros, que concurrieron a besar la mano a Su Majestad. Siguiéndoles el Pueblo, que en tumultuosas olas vagaba por las calles, también a festejar esta dicha. Por la tarde asistió el Rey a las Vísperas Solemnes en su Capilla, que canto Sonora el Sagrado HimnoTe Deum Laudamus. Aquella noche, como en las dos siguientes, jueves y viernes, ostentó la Coronada Villa de Madrid, su acostumbrada fineza, y con generals aplausos, ardió en inmensa máquina de luces, encendidas en varias y copiosas materias, de modo que se podia preguntar si había amanecido con estrellas o anochecido con Sol.

Otros festejos incluían castillos de fuego en la Plaza de Palacio de Madrid los días 4 y 5 de diciembre. La reina Mariana de Austria asistió a la misa de parida el 7 de enero de 1658, y hubo juegos de cañas en la Plaza Mayor el28 de enero. Méndez Silva relata un típico día de festejos en Madrid:

Jueves, 10 de enero a las dos de la tarde, día que pareció elegido del florido mayo o de las jurisdicciones del delicioso abril. Salieron de Palacio el Rey, Reina y la Infanta Doña María Teresa en coche a dar gracias a la Virgen de Atocha, con el acostumbrado acompañamiento, llevando delante una hermosa carroza de respeto, bordada de oro sobremorado, guarnecida de coral. Estaban las calles ricamente adornadas, y en ellas varios festines en tablados. En la Plaza de Palacio, representaba la compañía de Rosa. Junto a la Iglesia de la Almudena, la del Pupilo. En la Plazuela de la Villa, también parte de esta compañía. En cuyos balcones dorados asistía el Real Consejo de Castilla. En la Plaza Mayor, había una danza de espadas. En Santa Cruz, otra de gitanas. Junto al Convento de la Trinidad, una de niñas. Y en la Plazuela de Antón Martín, otra de zapateadores. Volviendo Sus Majestades y Alteza, llegaron a Palacio al tiempo que ya inclinaba el Sol al Occidente, y remataba el día. En cuya Plaza, los recibió un prodigioso castillo de fuego, en forma de Puerto con sus navíosy fingido mar (Gloriosa celebridad de España en el feliz nacimiento…).

También, se representaron varias comedias entre el 14 de febrero de 1658 y el 5 de marzo, incluso El laurel de Apolo de Calderón de la Barca (1600-1681). Los festejos en la ciudad de Huesca comenzaron el 12 de enero con el lanzamiento de monedas desde la ventana de la casa de un canónigo de la Catedral, un acto que simbolizaba la prosperidad que se asociaba con el nombre Próspero. Según las relaciones de los gastos de 1658, la ciudad de Segovia festejó el nacimiento de Felipe Próspero en abril y mayo con multiples espectáculos que contaban tanto con la colaboración de habitantes de la ciudad de Segovia como los de otras ciudades de España.

Príncipe Baltasar Carlos, retratado por Diego Velázquez.
Príncipe Baltasar Carlos, retratado por Diego Velázquez.

Uno de los espectáculos más populares fue sin duda alguna las corridas de toros. Juan de Barbadillo, vecino de Rioseco, recibió 12.100 reales por veintidós toros que dio a la ciudad para los festejos del nacimiento del príncipe Felipe Próspero. El cuchillero Juan Bautista recibió setenta y siete reales por seis lanzas, seis rejones y treinta y seis banderillas. El 7 de mayo de 1658, hubo una corrida de toros en la que torearon Francisco de la Calle, Manuel de Olibo, Pedro Reta y Antonio Sanz. La ciudad de Segovia le pagó a cada torero cien reales. La ciudad de Segovia también les pagó a los toreros Juan García y Joseph Ortega ciento setenta y cuatro reales por las lanzadas que hicieron el día del toreo.

Además de los toreros, otras personas cobraron por su colaboración. Se les pagó a Cristóbal Sánchez, mayoral del ganado de Julio de Barbadillo y vecino de Rioseco, y a dos compañeros vaqueros, quinientos ochenta y siete reales por traer veintidós toros para las corridas de toros. También, se les pagó a cada uno medio ducado cada día por los gastos de viaje entre el 16 de abril y el 12 de mayo. A los tres, se les dio dos reales para almorzar los días de los encierros. Se le pagó a Julio López treinta reales por soltar los toros. El alojero Pedro Matilla recibió ciento noventa y siete reales por la aloja, los pucheros y los cantereros que dio para las dos fiestas de toros. Hubo cinco acemileros que colaboraron los días de las corridas. Se les compró a cada uno medias, zapatos blancos de cordobán, cintas para los zapatos, ataderos para los calzones y una valona. La ciudad de Segovia también compró seis sombreros para los clarines y ocho sombreros para los atabaleros, los acemileros y el que sacó los toros. Juan Pérez Borregón recibió noventa reales por noventa docenas de varas que se utilizaron en las fiestas de toros. También se le pagó al mismo Borregón por seis astas de lanzas.

Durante la última semana de abril, una semana antes de las dos fiestas de toros, se echaron 2.686 cargas de arena y broza en la Plaza Mayor y la Plazuela de San Juan. Manuel de Santos y sus compañeros de trabajo recibieron sesenta reales por sacar hachas a la Plaza Mayor. Después de la corrida, la ciudad de Segovia les pagó a algunos peones por barrer la Plaza y tapar los hoyos que hicieron los hachones. Hacía falta también desparramar la arena, atenderla dos veces más y limpiar el toril. Diego de Andrés, residente de Zamarramala, recibió ciento cuarenta reales por sacar los toros muertos de la Plaza Mayor. Un mozo recibió un real y medio por ir a Zamarramala a llamar a Diego de Andrés a que fuera a Segovia.

Rey Felipe IV, retratado por Diego Velázquez.
Rey Felipe IV, retratado por Diego Velázquez.

La documentación que relata los festejos también hace varias referencias a juegos de cañas. La descripción de los de la Plaza Mayor de Madrid que hace Méndez Silva ilustra cómo serían, aunque no tan ostentosamente, los de Segovia: “Lunes, 28 de enero, fue dedicado al juego de cañas, lucieron con inimitable hermosura, la multitud de las plumas en los sombreros y tocados africanos, los jaeces en los caballos de 64 señores caballeros, divididos en ocho cuadrillas (Gloriosa celebridad de España en el feliz nacimiento…). El mismo Diego de Andrés que sacó los toros muertos de la Plaza Mayor de Segovia también recibió setenta reales por dar cuatro acémilas que cargaron las varas del juego de cañas. El bordador Antonio Díez recibió cien reales por cuatro reposteros (el paño cuadrado que tenía el escudo de armas del Príncipe) que ponían sobre las acémilas que sacaron las varas. La ciudad de Segovia también le pagó al bordador Francisco Núñez ochenta y cuatro reales por nueve caparazones y cuatro mandiles de bayeta azul y pajizo que hizo para las mulas sobre las que tocaban los músicos Gaspar de Nicolás y sus compañeros (clarines, trompetas y atabaleros). Un tal Miguel (la documentación no menciona su apellido), un mozo de mulas, recibió treinta y seis reales por las nueve mulas sobre las que los músicos tocaban. El alojero Pedro Matilla recibió ciento noventa y siete reales las dos fiestas de cañas que hubo por aloja, obleas, pucheros y cántaros. Se le pagó a Lucía González, vecina de Segovia, por tres docenas de platos finos y seis fuentes finas, o platos grandes de plata, que se usaron durante las corridas de toros y los juegos de cañas.

Otro elemento que formaba parte de los festejos que celebró la ciudad de Segovia por el nacimiento del Príncipe Felipe Próspero fue las luminarias. El cerero Marcos del Arco recibió ochocientos doce reales por ciento veinte libras de cera amarilla que se gastaron de treinta y seis hachas que se llevaron a las casas de Ayuntamiento. La ciudad de Segovia le pagó al mismo Marcos del Arco veintisiete reales por limonadas de vino y azúcar para la aloja. Hubo un día designado el Día de las Luminarias en el que tocaron los músicos Gaspar de Nicolás y sus compañeros. Matías de Carretero, maestro de carpintería, recibió ciento diez reales por los candeleros, incluyendo los bastidores, las tachuelas, las cintas, los cordeles y las escarpias. La ciudad de Segovia también le pagó a Juan Bautista Delanes trescientos cincuenta reales por los fuegos que iluminaron los festejos.

Hubo también una procesión parecida a la del Corpus Christi. Manuel de Santos y sus compañeros de trabajo recibieron sesenta reales por llevar la tarasca el día de la procesión. La ciudad de Segovia le pagó a Antonia de Vargas ciento cuarenta reales por vestir y danzar los gigantes y aderezar y limpiar la tarasca. Aunque la documentación que describe los componentes de la procesión que se organizó por el nacimiento del príncipe Felipe Próspero no especifique más detalles sobre la procesión, se puede teorizar al respecto y suponer que incluía también danzantes, músicos y cabezudos. También, es muy probable que la procession comenzara después de la celebración de una misaen la Catedral.

Juegos de cañas en la Plaza Mayor de Madrid.
Juegos de cañas en la Plaza Mayor de Madrid.

La alegría que se respiraba en aquel entonces por el nacimiento de Felipe Próspero duraría poco tiempo debido a su fallecimiento cuatro años más tarde, el primero de noviembre de 1661. Cinco días más tarde, Mariana de Austria dio a luz a Carlos II, llamado el Hechizado y cuya muerte daría paso a una nueva dinastía, la de los Borbones.


(*) Académico correspondiente, Real Academia de Historia y Arte de San Quirce.