Los cambios en el callejero comportan un importante coste burocrático a los municipios. / EL ADELANTADO

Cada pueblo de Segovia tiene su circunstancia y los municipios de la provincia esgrimen sus argumentos para mantener el callejero tal y como está. Los motivos esgrimidos van desde que algunos nombres merecen seguir en sus calles al coste burocrático y económico que suponen estos cambios para ayuntamientos modestos.

El alcalde de Sanchonuño, Carlos Enrique Fuentes, aceptó cambiar la calle José Antonio al entender que Primo de Rivera tuvo un papel más cercano a la dictadura, pero rechaza retirar a Calvo Sotelo de su callejero. Subraya que fue asesinado antes de la Guerra Civil (unos días antes del golpe de Estado del 18 de julio de 1936) y que no guarda relación con la dictadura. A ello añade los problemas logísticos. “Si hacemos el cambio, los vecinos pueden pedirnos que cambiemos las escrituras. ¿Sabe lo que supone para un ayuntamiento como el nuestro cambiar 90 números de una calle como Calvo Sotelo?

La alcaldesa de Honrubia de la Cuesta en 2018, Lucía Gil, respondió al senador de Compromís, Carles Mulet, que Primo de Rivera tenía derecho a seguir en su callejero por llegar a él antes de 1936: “Se hace saber al senado que dicha plaza se denomina así desde antes de la Guerra Civil. Como medio de prueba, remitimos una partida de nacimiento de una vecina del pueblo del año 1926 en la que consta que nace en la plaza Primo de Rivera, por lo que entendemos que dicha calle no está afectada por la Ley de Memoria Histórica”.

Una decena de calles de la provincia mantienen sus nombres franquistas: Al menos seis municipios tienen pendientes cambios en el callejero, también en el de la capital

Un director de colegio

Mulet tiene un Excel en el que archiva las respuestas de los pueblos en toda España. Sus apartados son meramente informativos –cambia o no cambia- pero el departamento de Fuenterrebollo tiene casilla propia: “Altamente impertinente”. Su alcalde, Gonzalo Vivancos, replicó con los cambios que había propuesto en el municipio y que finalmente llevó a cabo: modificó la avenida del Generalísimo o las calles General Varela, General Moya o Queipo de Llano. Argumenta así la retirada de José Antonio Primo de Rivera: “Fue ejecutado tras un juicio sumarísimo. No obstante, yo solicité el cambio de esa calle por la utilización ideológica de su figura que empleó posteriormente el franquismo y, además, porque no creo que represente adecuadamente a mi pueblo”.

El regidor de Fuenterrebollo tiró de ironía en una de las calles: “Creo que usted tampoco estaría muy de acuerdo con la denominación de Calle Real, vigente desde la Restauración hasta el franquismo, prefiriendo probablemente otra denominación como avenida de los Paisos Catalans”.

Un caso curioso lo protagonizó Villacastín. El pueblo recibió un requerimiento para cambiar la calle Martín Alonso, pero el pueblo no había dedicado ese nombre al militar franquista, sino a un profesor que impartió clase durante más de 30 años en el colegio local, muchos de ellos como director del centro. El alcalde del municipio, Julio César Sánchez, remitió al Senador toda la documentación sobre la biografía del docente, natural de Valladolid, justificando su permanencia en el callejero. “Es como si a mí me culpan por llamarme como el emperador”.