El diestro francés Sebastián Castella sale a hombros tras la novena jornada de la Feria de San Isidro. EFE/ Kiko Huesca

‘Rociero’, de Jandilla, fue un toro extraordinario que destiló clase y codicia. Un pozo de bravura. Uno de los astados de la Feria de San Isidro y que volvió a poner a Sebastián Castella en el circuito. El francés, en el año de su reaparición, necesitaba reencontrarse, después de que sus primeros compromisos no fueran ávidos, y lo hizo derribando el muro de la Puerta Grande de Las Ventas en un inicio de temporada que era una casa de apuestas. A golpe de exigencia. A un toro que pedía entrega en el embroque del muletazo y que, por momentos descolocó al diestro, pese a tener la faena un alto calibre. Para las cotas que alcanzó el animal, el premio de las dos orejas generó diferencia de opiniones. De hecho, hasta Eutimio Carracedo, el presidente al que la Asociación ‘El Toro de Madrid’ pidió su cese por la benévola Puerta Grande concedida la pasada semana a Emilio de Justo, tuvo el pulso a prueba. Finalmente, concedió los trofeos y no así la vuelta al ruedo al astado. A este ejemplar, se añadieron el segundo y tercero, que tuvieron muy buena condición aunque anduvieron justos de fuerza en la disposición de José María Manzanares y en las cuidadas formas de Pablo Aguado.

Buena condición ya apuntó ‘Rociero’, un astado bien presentado y serio, desde el comienzo que terminó siendo extraordinaria. Un pozo de bravura. Con calidad y metiendo la cara con codicia. Con el motor de un F1 cuando Castella le exigió. Embistió como si tuviera la técnica del recién nombrado Premio ‘Princesa de Asturias’ de los Deportes, Eliud Kipghoge. Encastado. Por el pitón izquierdo, el francés aprovechó la avidez del animal para dibujar naturales de mucho peso. Había que estar y Castella estuvo, aunque por momentos faltó conjunción. Mató con firmeza de un espadazo, algo tendido y trasero. La papeleta ahí fue para Carracedo. Sacó primero un pañuelo y esperó para no volver a echarse encima al público más exigente. Poco después asomó de nuevo: dos orejas. El toro era de vuelta al ruedo y no tuvo el reconocimiento.

'Rociero', un pozo de bravura para el reencuentro de Castella
Sebastián Castella durante la faena a su segundo toro, de la ganadería Jandilla. EFE/ Kiko Huesca

Toro bajo, hondo, con morrillo y amplio de sienes fue el que abrió plaza. Soseó en los primeros tercios como consecuencia de su falta de raza y fuerza, y se fue sin picar. Buen par de José Chacón, dando el pecho al animal. En la muleta, fue noble pero pasaba sin emoción y, cuando Castella le obligó, se iba y perdía las manos. Disposición del francés en un trasteo limpio, que se alargó en exceso. Como un guitarrista con sus letras intensas. Estocada baja a la par que efectiva.

El diestro José María Manzanares da un pase con la muleta a su primer toro de la tarde. EFE/ Kiko Huesca
El diestro José María Manzanares da un pase con la muleta a su primer toro de la tarde. EFE/ Kiko Huesca

OTRO TORO BRAVO, SIN FUERZA

Un tanto burdo y basto fue el primero del lote de Manzanares, que en los lances capoteros ya evidenció su fondo de bravo con prontitud y en el tercio de varas empujó. Le tuvo fe Manzanares, sin ser fácil dado la casta que tenía, e intentó fijar alturas y terrenos para aprovechar la buena condición y la entrega que tuvo el ejemplar de Jandilla por el pitón derecho. En ocasiones perdió las manos, fruto de que estaba justo de fuerza, pero fue un toro importante. Manzanares, que al principió toreó con el pico -de una muelta de grandes dimensiones-, logró una notable faena cuando se ajustó. Finalizó de un bajonazo y saludó una ovación, no sin protestas contrarias.

Salió con brío el bien hecho quinto, que embistió con alegría y brío al capote de un templado Manzanares, pero rápido fue a menos y el alicantino, que puso voluntad, no tuvo opción.

'Rociero', un pozo de bravura para el reencuentro de Castella
Pablo Aguado da un pase con la muleta a su primer toro de la tarde, de la ganadería Jandilla-Vegahermosa, durante la novena jornada de la Feria de San Isidro. EFE/ Kiko Huesca

DESTELLOS DE AGUADO

Aguado, que llegó enchufado por el ‘espíritu Mendilibar’ con el que su Sevilla llegó -otra vez- a la final de la Europa League, dejó detalles pese a no disponer de un lote propicio. El serio castaño de buenas hechuras que hizo tercero tuvo prontitud y fijeza desde el inicio, bravo en los primeros trances, con calidad y de buena condición, pero blandeó al perder las manos; lo que hizo que la actuación no encontrara cénit. Aun así, Aguado llegó a Madrid responsabilizado y dejó buenos destellos, muletazos sueltos para puja de subasta, pero el público estaba a la contra por el gazapo del toro, y no hubo opción a lucimiento. Tampoco tuvo historia el sexto, del hierro de Vegahermosa.

Ficha

Plaza de toros de Las Ventas (Madrid). Noveno festejo de la Feria de San Isidro. Lleno de ‘no hay billetes’. Cinco toros de Jandilla, bravos y justos de fuerzas el segundo y el tercero, y entre los que destacó el bravo y encastado cuarto, ‘Rociero’; y uno de Vegahermosa (6º), sin opciones.
Sebastián Castella, silencio (un aviso) y dos orejas.
José María Manzanares, ovación y silencio.
Pablo Aguado, silencio y silencio.


El cartel del sábado 20: primer festejo de rejones

La Feria de San Isidro llega el sábado, 20 de mayo, a su décima tarde con el primer festejo de rejones íntegro. Vuelve Diego Ventura, tras su actuación el pasado sábado en una corrida con dos toreros, y confirma alternativa el joven portugués Duarte Fernandes. Completa el cartel Leonardo Hernández, en un compromiso en el que están reseñados seis toros de El Capea y Carmen Lorenzo (19.00 horas).