Elena Pita y Ángel González Pieras en la Biblioteca Pública de Segovia ayer lunes por la tarde. / Nerea Llorente

Todas las actuaciones y medidas del Estado se vuelven insuficientes si las empresas no interiorizan en su propia estrategia de inversión cambios tecnológicos y de procesos orientados a una producción y una actividad limpias, y los ciudadanos no contribuyen con sus hábitos de consumo y sus conductas a imprimir su huella ecológica en el planeta. Es la conclusión que se deriva del encuentro que sobre “Ecoconomía, un reto para el presente” mantuvieron Elena Pita, directora de la Fundación Biodiversidad, adscrita a la Vicepresidencia para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico del Gobierno, y Ángel González Pieras, director general de EL ADELANTADO, dentro de los encuentros del del día de ayer.

Los ponentes centraron su intervención en las tres dimensiones de la relación entre desarrollo económico y consumo eficiente de los recursos: la puramente económica, la moral y la personal. Desde el punto de vista económico se resaltó la incidencia que el coste de sostenibilidad posee a la hora de fijar el precio de los productos. La directora de la Fundación Biodiversidad argumentó que hay que procurar moderar la repercusión que en los precios pueden tener las políticas ambientales; por su parte, el director de EL ADELANTADO recalcó la incapacidad de las fuerzas del libre mercado para abordar por ellas solas la problemática medioambiental.

Elena Pita calificó el documento de la Unión Europea, “De la Granja a la mesa”, que pretende que el 25% de la superficie agraria europea se destine a la producción ecológica, como un objetivo ambicioso pero alcanzable, mientras que González Pieras se mostró más escéptico sobre la receptividad que los consumidores muestran ante los productos ecológicos, que muchas veces consideran como productos que aportan poco valor añadido y sí encarecen el precio final.

La vertiente moral de la ecología se centró en unas palabras del libro de Al Gore “La tierra en peligro”, que califica la crisis mundial del medio ambiente como una crisis “espiritual”. Pita insistió en que, a pesar de que cualquier solución es global, y requiere medidas estructurales mundiales, también los ciudadanos pueden dejar su “huella ecológica” con un cambio en los comportamientos. “Yo como carne, pero siempre de producción ecológica”, remarcó. Ese cambio tiene una vertiente cultural, necesaria en la educación de los más pequeños para que luego se traduzcan en sus hábitos de consumo general. Si a nivel personal es necesario una transformación, también se requiere en las políticas de inversión y en los procesos de las empresas para evitar unas actuaciones “sucias”.

Ni Elena Pita ni González Pieras se manifestaron pesimistas con respecto al futuro. La modificación de la estructura de crecimiento económico, con un consumo menor de recursos naturales; políticas de educación y sensibilización de los ciudadanos –en donde juegan un papel importante los medios de comunicación- y el destino de parte de los beneficios del desarrollo en la protección del medio ambiente son los tres pilares para la ejecución de una política económica sostenible, concluyeron los ponentes.