Actuación de la tuna ante los egresados del doble grado de la Facultad de Educación del Campus María Zambrano./ NEREA LLORENTE
Actuación de la tuna ante los egresados del doble grado de la Facultad de Educación del Campus María Zambrano./ NEREA LLORENTE

Los alumnos de la cuarta promoción del Programa de Estudios Conjunto de Grado en Educación Primaria y Grado en Educación Infantil del Campus María Zambrano recibieron ayer sus bandas y diplomas de graduados en una ceremonia que fue un canto de elogio al magisterio entendido como un ejercicio de amor, responsabilidad, pasión, paciencia y formación continua.

Las intervenciones que se sucedieron ante egresados, familiares, profesores y autoridades académicas reunidas en el salón de actos del campus de la Universidad de Valladolid en Segovia remarcaron el valor de las ‘aulas’ como espacio donde alumnos y maestros aprenden unos de otros cada día y construyen un mundo mejor.

Una vez superados los retos universitarios, que no han sido pocos con una pandemia mundial por medio, los graduados dejaron claro que están dispuestos a afrontar la llegada a nuevas metas y no tan solo para encontrar trabajo y desarrollar una profesión. Su objetivo es EDUCAR que “es lo mismo / que poner un motor a una barca, / hay que medir, pensar, equilibrar, / y poner todo en marcha./ Pero para eso, / uno tiene que llevar en el alma / un poco de marino, / un poco de pirata, / un poco de poeta, / y un kilo y medio de paciencia concentrada./ Pero es consolador soñar, / mientras uno trabaja, / que esa barca, ese niño / irá muy lejos por el agua./ Soñar que ese navío / llevará nuestra carga de palabras / hacia puertos distantes, hacia islas lejanas./ Soñar que cuando un día / esté durmiendo nuestro propio barco, / en barcos nuevos seguirá nuestra bandera enarbolada”.

Esta poesía de Gabriel Celaya fue recitada por Marina Tai Gil Vallejo y Cristian Arranz Hernanz, representantes de la promoción formada por 35  estudiantes, como una manifestación de su vocación pero también como homenaje al Campus María Zambrano“nuestra segunda casa”, dijeron los egresados— y un gesto de agradecimiento a todos los integrantes de la comunidad universitaria que han influido en su carrera.

María de la O Cortón de las Heras, en representación del equipo decanal, fue la anfitriona del acto  presentado por Iris Gil Sesma y Francisco Luengo Redondo, que tras los saludos dieron paso a las madrinas de la promoción Cristina Gil Puente y María Cristina Hernández Castelló.

Cristina Gil animó a los graduados que más pronto que tarde van a ser responsables de un aula llena de niños y niñas, que no olviden “afrontar cada día con pasión”. “Sed conscientes de que vuestro papel es fundamental en el futuro de esos niños, vais a ser su referente, tenéis una responsabilidad muy grande”, dijo. Su compañera ante el atril también invitó a “escuchad a los alumnos; tened en cuenta sus opiniones, emocionaros con ellos”. Pero las madrinas pusieron especial énfasis al aconsejar a los futuros maestros: “haceros querer por vuestros alumnos. Todos aprendemos más cuando apreciamos a nuestros maestros”. Y ellas aseguraron que de cada uno de los universitarios que ayer despedían han aprendido mucho. “Nos quedamos con vuestra alegría, dedicación y entusiasmo, nos habéis ayudado a afrontar cada jornada con ilusión y empeño. Amamos esta profesión”.

Además de responder con firmeza a los tópicos de descrédito del magisterio (“¿ah pero eso es una carrera?”, “muy fácil, seguro que hacéis collares de macarrones?” o el famoso y dichoso…”Pinta y colorea”), Tai Gil  y Cristian Arranz se dirigieron a sus compañeros de promoción para transmitir ánimo y confianza. “No sabemos cuáles son vuestros sueños. Tampoco sabemos cómo de difícil es el camino hacia ellos. No sabemos cuántas veces habéis creído que no podíais más y habéis estado a punto de abandonar, pero si de algo estamos seguros es de que con esfuerzo y dedicación no habrá sueño que se os resista”.  Acabaron su intervención con las exclamaciones coreadas: “¡viva la educación y viva el profesorado!».