
FOTOS: JOSÉ ANTONIO SANTOS
Adanero fue en sus orígenes una rica villa castellana gracias a los campos de cultivo y a la ganadería. Tiene por tanto una iglesia con torre donde se posan las cigüeñas, Nuestra Señora de la Asunción, el antiguo palacio de los condes de Adanero con la portada sobre la que admiramos el escudo de los Núñez de Prado de fines del XVII, la plaza mayor y una ermita de Jesús Nazareno en las afueras. Llegó a tener cerca de mil habitantes, sin embargo hoy en día es una ciudad más pequeña.
La iglesia está en el centro y en alto, cuando nos aproximamos a Adanero se puede ver desde lejos con su torre y la espadaña (estructura vertical que acaba en punta con huecos para las campanas). En sus orígenes, esta localización al estar en un cruce de caminos era pensada para vigilar y proteger, al existir una topografía llana en los alrededores. Por este motivo, se acabaron construyendo dos torres. Primero una torre-pórtico exenta, de ladrillo, se sitúa a los pies y es de finales del XII; es de planta cuadrada con pórtico inferior, actualmente cegada. Y la torre vigía situada al norte, de planta cuadrada y del siglo XVI, de un solo cuerpo liso en toda su parte inferior y arriba con dobles troneras de arcos de medio punto para las campanas. Se remata con chapitel moderno de pizarra.
Como tantas otras iglesias, se construyó a lo largo del tiempo y dejando huellas de muchas intervenciones. Así nos convierte en detectives de la historia de la arquitectura buscando en la iglesia características de distintos estilos. La primera iglesia de finales del s. XII con la torre, probablemente fuera muy sencilla, de una sola nave, y tan sólo dejó la portada mudéjar con un arco doble apuntado en ladrillo (material característico de este estilo).
Una gran reforma que supone casi una reconstrucción se inicia en el siglo XVI (1563-1584) y no terminó hasta el XVIII. Es decir, algo común entonces pero sorprendente hoy en día: ¡obras que se alargaban durante doscientos años! La iglesia pasa a tener tres naves, una principal alargada y otras dos laterales más bajas con filas de columnas que las separan. Es lo que se conoce como planta basilical y lo tomaron las iglesias cristianas de los edificios públicos romanos. La nave central de casi 18 metros se cubre con una armadura ochavada del siglo XVI al igual que los dos grandes arcos formeros que las separan, sobre semicolumnas y decorados con rosetas de cinco pétalos policromadas en rojo y blanco.
La bonita fachada de ladrillo acaba en espadaña al rematar las dobles columnas adosadas con bolas de granito, y en el centro enmarcada por un arco resalta la Virgen de la Asunción de 1655.
La capilla mayor, que sustituye a la cabecera mudéjar, es ya de 1702 y barroca, se construyó bajo el patrocinio de los condes de Adanero. Está organizada en cruz griega con dos brazos salientes a modo de crucero y presbiterio de testero plano rectangular. Está cubierta con yeserías barrocas geométricas de alto relieve y en el crucero impresiona la cúpula sobre pechinas decoradas con ángeles sosteniendo los escudos de la casa condal. Al ser escudos en madera policromada, resaltan frente al blanco de las yeserías. La torre vana fue reconstruida y coronada con otra espadaña de remate trilobulado con bolas y veleta. Parece obra del siglo XVII siguiendo modelos de Fray Lorenzo de San Nicolás.
Entre los tesoros que se conservan en el interior destacan:
Santa Ana, la Virgen y el niño, óleo atribuido a Bartolomé Esteban Murillo y que procede de la colección del Conde de Adanero. Las tres figuras se iluminan frente a un fondo oscuro y a la izquierda se abre un arco con balaustrada a un cielo y algunos árboles. La composición de las dos mujeres volviéndose hacia el niño y con Santa Ana rodeando a la Virgen con su brazo forman un triángulo , y el niño sentado en las rodillas de las dos se vuelve hacia el pecho de su madre. Parece una escena costumbrista, incluso en primer plano aparece un cesto de costura, tan sólo los dos angelitos que sobrevuelan nos revelan el carácter sagrado de la escena.
El retablo de San Miguel Arcángel, fechado en Ávila en 1732, obra de Juan Rodríguez y restaurado en 1994. Además de la predela, consta de dos cuerpos y tres calles donde aparecen dispuestos los padres de la Iglesia –San Agustín, San Ambrosio, San Gregorio, San Jerónimo – alternados con unos tondos dedicados a los cuatro evangelistas. Desarrolla un programa iconográfico tomado de la Leyenda Dorada.
El órgano del siglo XVIII es del maestro organista de Guadalajara Juan Francisco de Verdalonga, con caja barroca de los maestros ensambladores y entalladores Tomás Martínez Herrera y Francisco Sáez. Los instrumentos de la familia Verdalonga crearon una estética en el órgano español.
Ecce Homo, talla donada por Don Pedro Núñez de Prado (Conde de Adanero) en 1683. Su gran dramatismo hace que se atribuya al centro escultórico castellano de Valladolid.
La pila bautismal de granito, que se encuentra a los pies de la nave central en el baptisterio.
Gracias a la Junta de Castilla y León y con las ayudas de los Fondos FEDER europeos, en 2021 y 2022 se restauró concienzudamente esta iglesia de configuración tan mezclada y compleja. Los principales trabajos se centraron en:
– Desmontaje y reposición de los faldones de la cubierta de nave, torre vana y presbiterio.
– Reparación estructural de las armaduras de los colgadizos de las naves laterales, así como recuperación de nudillos y almizate de nave central.
– Recuperación material de los vanos de la torre vigía, además de hacerla accesible y hacer posible la visita a la pintura mural con el tema del calvario la pared norte.
– Obtención de una correcta lectura histórica del monumento mediante la reposición de revestimientos allí donde se habían perdido, y su retirada en aquellas superficies donde procede.
– Implantación de pararrayos, reparación de la veleta sobre el crucero.
– Limpieza y restauración pinturas murales del atrio , así como colocación de una nueva cubierta, más alta que la existente en la actualidad.
– Disposición de pavimento en el presbiterio para recrear configuración original del ábside románico.