La portada del nuevo ensayo del periodista Guillermo Altares, que muestra al emperador romano Augusto y al dictador Mussolini sobre alambre de espino, da una pista de lo que el lector va a encontrar en 'Los silencios de la libertad' (Tusquets): una mirada al pasado para entender "cómo Europa perdió y ganó su democracia". / Javier Cebollada (EFE)

La portada del nuevo del periodista y escritor Guillermo Altares da una pista de lo que el lector va a encontrar en ‘Los silencios de la libertad' (Tusquets): una mirada al pasado para entender “cómo Europa perdió y ganó su democracia”. Ahora, el continente es, a sus ojos, “un oasis de democracia” en un mundo en el que este sistema político retrocede.

Altares (Madrid, 1968), que ha asistido como enviado especial a decenas de acontecimientos cruciales de la historia reciente, cree que la guerra de Ucrania nos demuestra que “tener una autocracia como la de Putin es un peligro para la democracia en toda Europa”.

El sábado, 27 de mayo, presentará ‘Los silencios de la libertad', a las 12,30 horas, en Librería Intempestivos de Segovia, en conversación con el también periodista y escritor segoviano Juan Carlos Galindo.

En una reciente entrevista para la agencia EFE, Altares afirma con rotundidad que “no hay ninguna democracia lo suficientemente asentada como para que esté completamente fuera de peligro”.

Abunda en ese argumento, al señalar que a lo largo de los siglos muchas sociedades han dado por garantizadas sus democracias cuando no era así en absoluto y, de hecho, las perdieron.

Pone el ejemplo de la llegada de Augusto al poder en la antigua Roma, al lanzar la pregunta de ‘¿por qué se han hecho tantas películas o series y se han escrito tantas novelas sobre esa etapa? Hasta entonces había una República romana con una serie de contrapoderes, de garantías, algo parecido al estado de derecho, aunque no hay que olvidar que había esclavos o que las mujeres no tenían ningún derecho. Pero los ciudadanos romanos varones libres sí que participaban en los asuntos públicos y dirigían su imperio. “Y Augusto destruyó todo eso”.

En el libro afirma que la democracia, desde el primer momento en que nació en la Atenas de Pericles, estuvo en peligro y dice que su debacle militar y la instauración de una dictadura, el Régimen de los Treinta, marcó una pauta de terror para otras tiranías, una etapa histórica que Altares considera que tiene dos cosas interesantes que son muy contemporáneas: “Una es el terror: muchas dictaduras exterminan a sus enemigos, y eso es algo que se repite en Augusto, en los Treinta, en la España de Franco, en Hitler y que llega a nuestros días, como Pinochet. Es un patrón. Luego “cuando se acaba la dictadura de los Treinta, los griegos decretan una especie de no solo amnistía, sino lo que llaman ‘olvidar los crímenes del pasado'. Y eso es un problema que se repite a lo largo de la historia ¿Qué hacemos con la memoria?”.

Después de Grecia, de la República Romana, los europeos no volverían a ser ciudadanos hasta la segunda mitad del siglo XX, salvo algunas excepciones, cuenta en el libro y explica en la entrevista de EFE que “en Europa muchas veces damos la democracia por sentada, que en parte está bien; no creo que tengamos que vivir con el temor permanente de que esto se va a acabar. Pero sí que tenemos que ser conscientes de que la Europa Occidental y la UE en general es un oasis desde muchos puntos de vista”.

Recuerda los problemas de seguridad en países de América Latina, donde no se puede caminar libremente por sus ciudades, que India cada vez se esta convirtiendo en un país autoritario, China, que define como “una dictadura asentada en la tecnología”, el fracaso de la primavera árabe en general. Y concluye: “tenemos que ser conscientes de que la libertad, la democracia, los derechos humanos son un privilegio, y que tenemos que luchar por mantenerlos porque nadie nos garantiza que no haya una deriva similar como en Hungría o Polonia”.

Añade que una de las alertas es “la profunda divergencia de lo que es cierto”, con personajes como Trump y mucha gente en EEUU que sigue creyendo que ganó las elecciones, una sociedad “en la que se ha producido una fractura en la verdad y eso es algo bastante grave, porque no estamos de acuerdo en lo que es”.