
Es usted un experto en la historia de la evangelización en Japón y sus investigaciones actuales son pioneras y muy novedosas sobre el tema. Tiene libros como:“La historia de los Jesuitas en Japón”; “Jesuitas en el Japón de los samuráis”; “Ideales de la misión medieval en la evangelización de Japón”; “La Historia de la Iglesia de Nagasaki”; “Japón, aquella tierra extraña, en los ojos de Luis Fróis” ¿Cómo empezó la misión de los jesuitas españoles en Japón? ¿Qué autoridades recibieron a los jesuitas?
Bajo el Patronato Regio, el jesuita Francisco Javier comenzó la evangelización de Japón en 1549. Al menos de modo tácito, el Papa había autorizado el desarrollo de la labor evangelizadora de Japón a la Compañía de Jesús y el monarca portugués sería el responsable de su protección.
¿Qué tipo de pensamiento religioso imperaba en el Japón del siglo XVI?
Durante aquel período, el budismo era el credo dominante en Japón. En particular, la escuela budista Jōdo shinshū (cuyo nombre significa “Verdadera esencia de las enseñanzas de la Tierra Pura”) gozaba de gran influencia. A mediados del siglo VI, el budismo, que se había originado en India, comenzó a ser transmitido en Japón gracias a monjes procedentes de la península coreana. Desde entonces, los señores japoneses se sirvieron de esta religión para el ejercicio de su dominio. En el siglo XII, se establecieron distintas escuelas budistas en Japón.
¿Qué dificultades en el idioma, la terminología y las costumbres encontraron los jesuitas para entenderse con los japoneses?
Los jesuitas experimentaron un extraordinario choque cultural con la sociedad japonesa durante la primera etapa de la evangelización. Para aquellos jesuitas, las gentes del Japón, así como su comportamiento, lengua, alimentación y usos en la vivienda, suponían algo por completo diferente a lo que conocían. A título de ejemplo, Francisco Javier intentó explicar el catolicismo utilizando, naturalmente, el idioma japonés. Sin embargo, sus pobres conocimientos provocaron la risa de quienes lo escuchaban, malinterpretando sus explicaciones acerca de los dogmas del cristianismo. Con posterioridad, el Padre Visitador Alessandro Valignano, considerando las enormes divergencias entre las culturas europea y japonesa, exigió a los jesuitas que se adaptaran en lo posible a las costumbres niponas para facilitar el acercamiento con los lugareños durante el desarrollo de su labor pastoral. Así, algunos misioneros de la Compañía de Jesús optaron por vestir kimono (el traje japonés), cortarse por completo el cabello, y abstenerse de comer carne.
¿Es cierto que en el idioma japonés del siglo XVI no existía la palabra “Dios”?
La palabra “Dios” en el sentido occidental, no existía en el Japón del s. XVI. Cuando Francisco Javier comenzó la evangelización en Japón, utilizó el término “Dainichi”. Esta palabra le fue enseñada por su ayudante japonés, Anjirō. “Dainichi” era el nombre que daban los japoneses a un santo universal del budismo. De este modo, el propio Francisco Javier comprendió erróneamente el significado del nombre con el que había pretendido predicar al Dios único y todopoderoso del cristianismo. Finalmente, el misionero repararía en el error que había estado cometiendo. A partir de entonces, los misioneros de la Compañía de Jesús analizaron las palabras religiosas que se habían empleado originalmente en Japón para referirse al credo budista. De este modo, por ejemplo, los jesuitas comenzaron a emplear la voz “Deus” (Dios, en portugués) para referirse al Creador. Hasta entonces, el sistema religioso de los japoneses había sido politeísta. Es decir, creían en la existencia de numerosos dioses. Del mismo modo, consideraban a la naturaleza y sus fenómenos como deidades. Las montañas, los ríos, las rocas, los árboles y los animales, entre otros elementos, eran dioses para los japoneses. Ello causó enormes dificultades a los jesuitas que desarrollaron labores misioneras en el Japón del siglo XVI para explicar a los lugareños el dogma de la existencia de un único Dios.
¿Quién fue Luís Fróis? ¿Cuáles fueron sus observaciones sobre las costumbres niponas?
Luís Fróis (Lisboa, 1532- Nagasaki, 1597) fue un jesuita muy culto que elaboró informes de extraordinaria importancia sobre las actividades de la Compañía de Jesús en Japón. Gracias a sus escritos, los europeos llegaron a recibir por vez primera multitud de informaciones acerca de la vida y la historia de los japoneses. Dos obras suyas resultan capitales: una Historia de Japón (História do Japão) y un tratado acerca de Las diferencias en las costumbres entre Europa y Japón. En el primer material, Fróis explicó cronológicamente y en detalle la situación política y cultural de Japón. En la segunda obra, analizó las diferencias culturales entre Japón y Europa a través de nada menos que 711 apartados. Por lo general, los análisis de Luís Fróis sobre Japón eran ciertamente agudos. No obstante, se manifestó como un feroz adversario del budismo japones.
¿Cómo se constituyeron las primeras iglesias en Japón? ¿Tuvieron alguna particularidad?
Durante la primera etapa de la evangelización de la Compañía de Jesús, los jesuitas construyen iglesias a partir de elementos arquitectónicos de templos budistas en desuso. Esas iglesias recibían su nombre en lengua japonesa. Con posterioridad, los misioneros llegarían a construir sus propias iglesias ex novo. Estas iglesias, empero, eran de madera y seguían los usos constructivos nipones. Así, por ejemplo, se disponía en su interior un elemento fundamental en el suelo de las viviendas y otras residencias japonesas: el tatami (esteras gruesas de paja confeccionadas con juncos). A ello se sumaría la exigencia del Padre Visitador Alessandro Valignano de que se habilitara una sala para la ceremonia de té en cada iglesia que se construyera. Por supuesto, los usos de las ceremonias religiosas mantenían en todo la ortodoxia de las celebraciones católicas europeas. En el remate de cada una de estas iglesias se situaba una gran cruz. La Iglesia de Nagasaki llegó, incluso, a estar dotada de un claustro al estilo arquitectónico europeo.
¿Cómo era la vida de la Iglesia de Nagasaki durante los siglos XVI y XVII?
Con posterioridad a la apertura de Nagasaki en 1571 al comercio exterior, se construyeron seis pequeñas iglesias en las inmediaciones de su puerto. Los habitantes de la ciudad fueron gradualmente convirtiéndose, y en masa, al cristianismo. El número de los cristianos crecía de manera exponencial. En 1581, la ciudad de Nagasaki fue cedida a la Compañía de Jesús, deviniendo en el auténtico corazón de la evangelización de Japón. Hacia 1580, unos 150.000 japoneses se habían convertido a la fe cristiana, casi la mitad de los cuales, 70.000, procedía de Nagasaki y de sus cercanías, territorios que pertenecían al señor feudal cristiano Ōmura Sumitada. Durante el siglo XVI, la Iglesia de Nagasaki estuvo dirigida por la Compañía de Jesús. La situación cambió considerablemente a comienzos del siglo XVII, cuando religiosos de las órdenes mendicantes, procedentes de España –agustinos, dominicos y franciscanos–, se involucraron, asimismo, en el desarrollo de la evangelización de Nagasaki. Junto a las fundadas por los jesuitas, serían trece las iglesias construidas en la ciudad. Aquellos años constituyeron la Edad de Oro de la Iglesia de Nagasaki.
¿Qué elementos medievales estuvieron presentes en la concepción de los jesuitas acerca de las misiones?
En la Edad Media, los vasallos cuyos señores feudales se habían convertido al cristianismo tenían la obligación de profesar la fe cristiana. Estas mismas consideraciones serían fomentadas por los misioneros de la Compañía de Jesús en el desarrollo de la evangelización de Japón en el siglo XVI. Así, cuando los jesuitas emprendieron la evangelización de la isla de Kyūshū, en la región occidental del archipiélago japonés, dirigieron sus esfuerzos a la conversión y al bautismo de los señores feudales de la región. Su primer logro fue la conversión al cristianismo del señor feudal Ōmura Sumitada, de las inmediaciones de Nagasaki, convirtiéndose en el primero de los señores feudales cristianos. Seguidamente, Arima Harunobu y Ōtomo Yoshishige, ambos de la isla de Kyūshū, serían bautizados. Con posterioridad, sería muy amplio el número de los señores feudales japoneses, y de sus vasallos, que fueron bautizados.
¿La misión en Japón tuvo el mismo impulso e ideología que la desarrollada en América? En caso contrario, ¿por qué?
Desde un punto de vista estrictamente teológico, los dogmas y las principales enseñanzas del cristianismo no habían cambiado desde el comienzo de la Iglesia en el Imperio Romano hasta la época en que tuvo lugar la evangelización de América y de Japón. Una idea fundamental para la Iglesia era su identidad como “Una, Santa, Católica y Apostólica”. La validez de este principio permaneció vigente durante el desarrollo de las labores evangelizadoras tanto en Nueva España como en Japón. No obstante, en el caso de América, los españoles procedieron a la evangelización de sus habitantes tan solo después de que sus territorios fueran conquistados. En Japón, por el contrario, y debido a la fortaleza militar de sus señoríos, los jesuitas optaron por emprender una evangelización pacífica. Aparte de este hecho diferencial, los dogmas católicos que se instruyeron en América y en Japón fueron, naturalmente, los mismos.
¿Qué elementos caracterizaban la mentalidad de los samuráis?
Para la mentalidad de los samuráis el principio fundamental de su existencia estribaba en la obediencia a su señor. Podían, incluso, no vacilar en darse muerte o dar la vida por sus señores. En efecto, fallar en el cumplimiento de las obligaciones para con su señor se reparaba cortándose el vientre. Cuando los jesuitas emprendieron la evangelización en Japón, comprendieron que este devocional principio de obediencia podía guiarles en el abrazo a la creencia en Jesucristo. Y, en efecto, el espíritu de los samuráis, que inspiraba asimismo a las clases populares, se manifestó en los martirios de los japoneses que mantuvieron su lealtad en su Señor, Jesucristo.
¿Resulta compatible o no la mentalidad del samurái con el catolicismo?
Considero que la cuestión depende de cada persona. El período en el que tuvo lugar la evangelización de Japón se conoce como “Sengoku jidai” (es decir, la era de las guerras civiles). En efecto, por entonces, los distintos señores feudales combatían entre sí, rivalizando por lograr la hegemonía sobre el territorio. Las casas eran reducidas a cenizas, los campos de arroz y las huertas quedaban destruidos al haberse convertido en campo de batalla. Una situación semejante deparó la existencia de gran cantidad de heridos, huérfanos, y de personas sin ningún recurso. Tales desgracias condujeron a muchos japoneses a dudar de las enseñanzas y de las bondades del budismo. Por el contrario, los misioneros europeos auxiliaban a los desfavorecidos, curando sus enfermedades y heridas, y alimentando a los huérfanos, a los desamparados y a los ancianos. El ejercicio constante de estas obras de caridad por parte de los misioneros condujo masivamente a los japoneses a seguir las enseñanzas del catolicismo.
Para los gobernadores japoneses el catolicismo resultaba de todo punto incompatible con sus propias prácticas. Los siglos XVI y XVII coinciden con el período en el que se llevó a cabo la consolidación de la unidad de Japón. En efecto, los señores feudales Oda Nobunaga, Toyotomi Hideyoshi y Tokugawa Ieyasu persiguieron la unificación de los distintos territorios en una única nación. Toyotomi Hideyoshi logró unificar todos los territorios de Japón. Su política se dirigía a concentrar todo el ejercicio de la soberanía, como si se tratara de dioses. Llegaron incluso, a divinizarse ellos mismos. Sin embargo, la libertad individual constituye una enseñanza esencial para el cristianismo. Frente a Dios, todas las personas tienen que ser libres. Por esta razón, los gobernadores japoneses llegaron a perseguir el catolicismo.
¿Eran la mentalidad del samurái y la del caballero similares?
Como he explicado anteriormente, la obediencia a su señor constituía el principio directriz de los samuráis. Para los caballeros europeos, la lealtad era, asimismo, fundamental, tanto a su señor como a Dios. Tanto los samuráis como los caballeros eran aguerridos guerreros, quienes no temían acudir al campo de batalla. Este ardor guerrero hacía similares a caballeros y samuráis.
¿Hubo samuráis cristianos? ¿Quiénes fueron?
Existió, en efecto, un gran número de samuráis cristianos. Si un señor feudal se convertía al cristianismo, sus vasallos samuráis debían, asimismo, ser bautizados. Takayama Ukon, Gamō Ujisato, Konoshi Yukinaga, Kuroda Kanbei, o Gotō Jyuan, entre otros, fueron prominentes samuráis cristianos por la relevancia de sus respectivos señoríos. Muchos samuráis cristianos pertenecían, por el contrario, a posiciones sociales más humildes.
Se realizaron dos embajadas japonesas a Europa. Una de ellas fue descrita en la novela de Shūsaku Endō El samurái ¿Qué nos puede contar sobre ellas?
El protagonista está inspirado en el samurái Hasekura Tsunenaga, un destacado vasallo de un poderoso señor feudal de la ciudad de Sendai, en el norte de Japón. Hasekura se dirigió a México, España e Italia con el objetivo de lograr un tratado comercial con el rey español Felipe IV y recabar el apoyo papal. Sin embargo, su plan fracasó, porque había llegado a Europa la noticia de la severa persecución contra los cristianos que tenía lugar en Japón. Felipe IV no llegó a creer en la sinceridad de Hasekura Tsunenaga.
Algunos lectores habrán visto la película Silencio, de Martin Scorsese, basada en la novela homónima de Shūsaku Endō. ¿Cómo comenzó la persecución de los católicos en Japón? ¿Por qué se produjo?
El gobernador Toyotomi Hideyoshi, promulgó la Orden de Expulsión de los Padres de Japón en 1587. Para entonces, el catolicismo se había extendido extraordinariamente. Del mismo modo, los cristianos japoneses mostraban una sólida fraternidad entre ellos. Como Toyotomi Hideyoshi intentaba consolidar todos los territorios de Japón, temía a los cristianos japoneses y a sus fraternidades. En este contexto, en 1597, se produjo el martirio de los Veintiséis Mártires de Nagasaki. A partir de entonces, se emprendió una severa persecución contra los cristianos. Para 1646, el cristianismo se hallaba prohibido por completo sobre el territorio japonés.
¿Sobrevivieron las comunidades católicas en Japón tras las persecuciones? ¿Cómo?
A partir de la prohibición de la fe católica en Japón en 1614, todos los japoneses tuvieron que elegir entre ser budistas o mártires. Por ello, muchos decidieron vivir su fe en la clandestinidad, creando organizaciones secretas. Estas comunidades tenían tres responsables. El primero establecía un calendario de acuerdo con el de la Iglesia Romana. El segundo, bautizaba a los recién nacidos. El tercero, era el mensajeo entre los miembros de una comunidad. De este modo, el catolicismo logró persistir en Japón hasta mediados del siglo XIX.