El bar Flor lo inauguró el padre de Juan Manuel Gómez , Juan Gómez. El establecimiento desde su creación mantuvo el nombre actual.
Cuando el padre de Juan Manuel se jubiló, su hijo y la mujer del mismo se hicieron cargo del negocio y desde ese momento el bar fue su trabajo, y casi su casa, pues como explican los protagonistas, gracias al bar, han vivido, han hecho amigos y ha sido toda su vida.
Al hacerse cargo del negocio, lo reformaron ya que el bar comenzó como una tasca o una taberna. “Para empezar a poner en marcha el bar tuvimos que reformarlo y adaptarlo a las necesidades de los nuevos tiempos, compramos una cafetera, una máquina de hielos y entre mi mujer y yo seguimos con el negocio adelante, fue un gran esfuerzo que con el tiempo ha merecido la pena”, comentó ayer Gómez.
La razón del cierre es porque Gómez se jubila en enero y dada la mala racha que asola a la mayoría de los negocios han decidido, con toda la pena del mundo, cerrar unos meses antes.
“Últimamente el bar lo frecuentaban la gente mayor del barrio no como hace unos años que también los jóvenes iban por allí, poco a poco la moda cambió y cada vez venía menos gente. Además mis hijos no quieren el negocio, ni se lo deseo tampoco, es muy esclavo aunque mis mejores momentos también los he pasado allí. Por primera vez el año que viene podré ver los fuegos artificiales”, dijo Gómez.
Toda una vida dedicada a su negocio y a sus clientes y por tanto la relación con ellos ha sido muy íntima y estrecha “muchas veces hemos hecho de psicólogos con los que visitaban el bar porque venían después de trabajar a las siete de la tarde y no salían hasta las tres de la mañana, jugando la partida y tomando algo, en definitiva pasábamos una tarde entre amigos”, comentó Maria Luisa Lázaro y añadió “hemos tenido muchísima suerte nos hemos encontrado con gente muy buena y nunca hemos tenido ningún problema, por eso quiero agradecer a todos los clientes y amigos los buenos años que hemos pasado”, concluyó.
Una vida dedicada a una gran labor que llega a su fin con una inmensa pena de los protagonistas pero con un merecido descanso.