
Las primeras obras de Manuela Lorente (Madrid, 1971) han llamado la atención de críticos y aficionados a la fotografía, tanto de España como fuera de nuestras fronteras. Lorente pisa fuerte desde que mostró al ojo público sus aventuras creativas, donde traza territorios visuales ignotos y se aventura en realidades con potente carga humana, siempre a ras de suelo. Cada instantánea de Manuela Lorente cuenta historias que sorprenden al lector, que se debate entre el flechazo y la sorpresa ante la obra de esta joven promesa.
La fotógrafa, y también arquitecta, publicó hace algo más de un año su primer fotolibro: “Él Pone la Música, Nosotros Bailamos” (Editorial Dalpine). Se presentó en Fiebre Photobook 2021 y gozó de una notable aceptación en el mundo del arte fotográfico. Se trata de un libro predominantemente visual, tipo fotonovela, pero también muestra garra en los textos que enmarcan la interacción visual que propone la autora. Acaba de ser seleccionado por La Librería Fábrica entre el TOP 10 de los mejores libros publicados recientemente en España.
El recorrido visual se funde con las palabras hasta conformar un torrente narrativo que recoge diálogos de películas y los elementos se engarzan hasta construir la historia perseguida. El cauce de las historias se enmarca gracias a los textos trepidantes de Pedro Colao, también arquitecto y conocido en el mundillo fotográfico con el alias de “Luis Cobos”, por su parecido con el compositor.
Más recientemente ha llegado su segundo photobook: “¿Y A Esta Rata Quién la Mata?”. Vuelve a mezclar realidad y ficción en esta entrega donde la autora sube un escalón más en la definición de un estilo propio y de altos vuelos. La autora exhibe una mirada sumamente personal que plasma realidades persistentes en un hábitat que se devora sin miramientos. Entre ambos libros, Lorente ha participado en una feria artística celebrada en París (Polycopies) y ha multiplicado sus colaboraciones con medios editoriales.
—¿Cómo define el concepto “photobook”? ¿Esa modalidad de libros es prima hermana de las clásicas fotonovelas?
— Para mí es otro formato más con el que disfrutar de la fotografía a través de una narrativa visual donde se cuenta una historia. No, creo que las fotonovelas tienen que ver más con el cómic o con la novela gráfica. Sin embargo, creo que tienen algo muy importante en común, que son las historias que cuentan. Me alegro de que mis libros te lleven allí, porque me apasionan y de alguna manera estas publicaciones por entregas o Pulp han sido una referencia para mí. Me encanta que cuenten con un público tan amplio y que sean puro entretenimiento.
— ¿A qué atribuye el auge actual de esta modalidad? ¿Cosas de la era digital? ¿Añoranzas de formatos vintage?
— Creo que la posibilidad de autopublicar ha contribuido a ello, pero para mí el éxito del formato se debe a que es una muy buena manera de disfrutar del trabajo completo de un autor a un precio muy asequible frente a las exigencias técnicas y económicas de una exposición. Aunque también te digo que el público es muy reducido y la oferta cada vez es más grande. No tiene nada que ver con modas o tendencias, sino con la experiencia y la relación que guardas con las cosas importantes, el tenerlo a mano en tu casa, el verlo todos los días sin necesidad de encender una pantalla. Hay libros electrónicos, NFT´s y plataformas de vídeo, pero eso no sustituye a un libro en tu sofá, una canción en vivo o una película en el cine. Lo importante siempre ocupa un lugar y las nubes se evaporan, je, je, je. Hace poco me pasó una cosa que me emocionó. Después de charlar con una persona en una de las presentaciones se llevó el libro enrollado en la mano. En el caso de este trabajo no te voy de a decir que sirva para envolver el pescado (risas), pero desde luego no quería que fuera un libro de decoración en la mesa del salón. Quería que fuera un libro que la gente pudiera doblar, enrollar y manosear.
— Ahora cada móvil es de alguna forma una cámara de fotografía. ¿La masificación de smartphones ha sido buena o mala para el arte fotográfico?
— La verdad es que gasto más energía en salir a la calle y fotografiar, que en reflexionar sobre este tipo de cosas. Pero creo que la herramienta no es lo más importante; lo verdaderamente importante es la visión de cada uno. Es fantástico que nos podamos expresar a través de la imagen, compartirla, disfrutarla. Aunque de lo que no estoy tan segura es de la forma tan convulsa de manejar las imágenes hoy día en las redes. De todas formas no me hagas mucho caso, porque no soy muy hábil en esto de las redes y tecnologías.
— ¿Por qué se vuelca en la fotografía justo al concluir la carrera de arquitectura? ¿Un sueño aplazado o un descubrimiento en tiempos de madurez?
— No esperes una historia trascendental… La realidad es que ha ido sucediendo poco a poco, desde mis comienzos como paparazzi con mi primera polaroid que casi me cuesta una expulsión del campamento por unos robados en bragas de unas amigas en el río (risas), pasando por fotografiar mis maquetas durante esa carrera de la que me hablas, hasta montar bodegones con la vajilla de mi abuela. Pero lo cierto es que lo que realmente me enganchó fue salir a la calle, descubrir historias reales, hablar con la gente, ver otro mundo justo a un paso de casa que había recorrido mil veces, pero que con una cámara en la mano era otro muy diferente.
— Está desarrollando un proyecto muy ambicioso que consiste en la publicación de seis volúmenes en gran formato bajo el título “¿Es Usted Quien Creo Que Es?”. Explíquenos las claves de su iniciativa.
— La clave son las historias. Estas historias me sirven de excusa para retratar ese mundo que me fascina de la vida de mi ciudad, de la calle, los bares, los comercios, los oficios, los currantes, los personajes más histriónicos… y todo ello a través de la fotografía, pero mezclado con el cine de Woody Allen, Berlanga o De Palma hasta la literatura de Durrell, Arniches o Baroja. “El Pone la Música, Nosotros Bailamos” cuenta la historia de unos hermanos con aires de mafiosos y su última gran chapuza, confundir un botín de reliquias francesas con un cargamento de botijos. “¿Y A Esta Rata Quién la Mata?” narra los dilemas a los que se enfrenta una cuadrilla de obreros fanáticos del Atleti a los que les encargan la demolición de su estadio.
Estas dos son las historias publicadas hasta el momento, pero hay cuatro más en el cajón: “Los Crímenes de Torres Blancas”, “Esta Pista me Despista”, “¡Qué Risa, Todas Lloran!”, y la que da título al proyecto, “¿Es Usted Quien Creo Que es?”. Y me pareció que ese formato por volúmenes del que hablábamos encajaba muy bien para estas seis historias diferentes, pero con una misma atmósfera, como una radiografía de la ciudad de Madrid. Pero el detonante de todo fue una mujer con la que me crucé en el barrio de Pacífico. Entré en un portal donde unos obreros andaban reparando algo y entre sacos de cemento bajó ella la escalera, fumando y a ritmo de la música latina que salía de la radio portatil. Llevaba unos guantes de terciopelo azul, un abrigo de pieles y una bolsa del Kentucky Fried Chicken…. ¡Era nuestra versión castiza de Gloria Swanson! Más tarde se convertiría en “La Carretas” una gran diva del destape y protagonista de una de las historias.
— ¿A qué atribuye la buena aceptación de su debut editorial?
— Desde luego mucha culpa de todo esto la tiene Sonia Berger (Directora y fundadora de Dalpine), que además de llevar años apostando por los libros de fotografía y sus autores se metió desde el primer momento en estas historias hasta el punto de apoyar este proyecto, como poco arriesgado, de seis entregas. Son seis y vamos a por el tercero… Por otro lado, quiero pensar, o ese ha sido mi parecer después de la publicación de la segunda historia, que se ha debido a que la gente ha disfrutado, se ha reído con las historias a la vez que se ha sentido parte de ellas de alguna manera. Y todo eso a través de las imágenes.
— Más recientemente ha llegado la segunda entrega, el libro “¿Y a Esta Rata Quién la Mata?”. Esta obra además ha sido seleccionada para el prestigioso programa Libros en las Fábricas. ¿Cómo ha sido la experiencia?
— Espectacular. La verdad no conocía la labor de la Fundación Anastasio de Gracia con este programa, pero fue una grandísima noticia que me seleccionaran ya que tenemos algo muy importante en común, que es acercar en mi caso la fotografía a la gente más allá del mundo fotográfico. Ese siempre ha sido mi objetivo y quizá por ello utilizo como medio las historias. Todo lo que compartimos al final son historias, desde la tradición oral de los trovadores, a las novelas, las películas o las canciones. Pero volviendo a la experiencia de Los Libros a las Fábricas, puedes entender que para mí ha sido muy especial y muy poco habitual. Compartir con los trabajadores de la factoría Navantia las fotos, las historias y ver no solo cómo se meten dentro de este mundo, sino cómo cada uno interpreta este libro de fotografía que para muchos de ellos es algo totalmente nuevo o poco habitual ha sido muy gratificante.
—Los personajes que retrata parecen de otra época, de un mundo en trance de desaparecer. ¿Por qué le atrae ese tipo de vivencias?
—Es una pregunta difícil de responder… No sé muy bien el motivo, pero toda esa atmósfera me seduce muchísimo. Y es que todos esos personajes, bares, comercios, oficios…tienen algo especial, son originales y desafían esa identidad homogénea de la globalización extrema que nos lleva a vestirnos igual, a consumir lo mismo y a que todos los centros de las ciudades sean iguales. Porque, ¿cómo nos va a seducir algo que no es único, que no es genuino? Te cuento una anécdota de estas vivencias y que dio lugar a una de las historias. Hacía un día de perros y estaba justo debajo del edificio de Torres Blancas, en Madrid, edificio que siempre me había atraído y que desde luego tiene una atmósfera inquietante. En ese momento entraba al edificio uno de sus vecinos, un señor mayor muy entrañable que me invitó a hacer un tour por el edificio. Una vez finalizado me propuso ver una auténtica colección de joyas hechas por él mismo… ¡¡Unas pequeñas esculturas moldeadas con huesos del cocido!! Eran alucinantes, había desde manos siniestras o peces diabólicos, hasta un papa vampiro con su mitra y todo.
— Suele colaborar con otros artistas para los textos o exposiciones. ¿Resulta enriquecedor ese contacto?
— Es fundamental. En una entrevista le preguntan a Orson Welles si alguna vez ha contratado antes a un amigo que a la persona adecuada para ese papel, a lo que afirma sin dudarlo, “Frecuentemente”. El entrevistador continúa de forma impertinente preguntando si se ha arrepentido. “Frecuentemente” vuelve a afirmar Welles con determinación. Para rematarlo, el entrevistador añade si lo volvería a hacer. “Por supuesto” contesta sin pestañear. Me parecía muy inspirador la reflexión que hace sobre cómo el arte no puede estar por encima de todo. Y estoy de acuerdo en esto no solo en mis proyectos, sino también en el día a día, en el proceso. Es fundamental colaborar con amigos y con gente con la que tengas una afinidad especial y desde luego que no me arrepiento y vuelvo a contar con ellos constantemente. En el caso de “¿Es Usted Quién Creo Que Es?” inmediatamente conté con Pedro Colao como autor de los textos de las historias, con quien además de compartir el amor por el cine tengo una relación muy especial y con tan solo una referencia a una película, una foto, una prenda o una idea supo captar la esencia de este proyecto y dio vida a todos los personajes. Pero también he colaborado con mi pareja en la publicación de fanzines y de la historia de “Nunca Fue Uno de los Nuestros”, sobre un asesino en los bajos de Azca. O con mi amiga, pareja de feria y gran fotógrafa Erica Achec, con la que he abordado trabajos en un mismo territorio, pero con visiones distintas o impartiendo talleres juntas.
— ¿Qué nuevos proyectos tiene entre manos?
— Además de seguir peleando por publicar la tercera entrega, tengo varios proyectos encima de la mesa. No sé muy bien cómo evolucionarán pero lo que sí que tengo claro es que sucederán en las calles.