Malcolm Scarpa.

Malcolm Scarpa (1959-2022) es uno de los artistas más valiosos y menos reconocidos de nuestro país. Falleció el pasado julio y durante su carrera musical dominó todo tipo de estilos sonoros. Sus registros abarcaron desde el blues hasta el bolero pasando por el vodevil, cabaret, rock o balada francesa, una dispersión enriquecedora que desentona con las exigencias del negocio. Comenzó a publicar elepés en 1991, todos de asombrosa calidad y bajísima repercusión en el mercado discográfico. En esta postrera entrevista se vislumbraba el adiós a la forma de vida musical que abrazó siempre.

Malcolm Scarpa encarna la vida del bluesman como casi nadie en nuestro país. Vivió una infancia nómada por la cornisa cantábrica, al vaivén de las paradas del puesto de tómbola que alimentaba a la familia. Ese trasiego le sitúa desde los primeros compases en la senda de los pioneros de la música del Delta. Mientras los afroamericanos del Misisipi recorrían vías y carreteras para ganarse la vida en medicine shows o minstrels, el niño Malcolm mostraba sus precoces habilidades a los clientes que acudían a probar suerte en las ferias. “Bailaba y cantaba el twist. Recuerdo interpretar “Let’s Twist Again”, explica.

A veces, cuando la tómbola echaba el cierre, se acercaba a la estación de tren en Santander para juntarse con los mendigos “que estaban meando en la calle” y escuchaba jazz en noches interminables de vino y rosas. Ha confesado en alguna ocasión que se pasó borracho los años ochenta. Tal vez así asentó un humor inteligente y personalísimo que salpica sus creaciones.

Las cualidades musicales son la gran fortaleza de Malcolm Scarpa, pero aúna un talento literario que refleja en el único libro que ha publicado hasta el momento: Qué Te Debo, José? (Ediciones Gamuza Azul). Su fuerza narrativa es una sorpresa añadida en este personaje inclasificable, que desprecia el éxito tanto como cualquier camino trillado. En sus páginas se contempla un talento desbordante, con un ritmo frenético que levanta un torbellino creativo lindante con el vértigo. Ahora guarda en sus cajones otro libro escrito y aún no publicado, una oportunidad de oro para editores sensibles e inteligentes.

 

¿De dónde procede tu nombre artístico?

Malcolm, porque me gustaba. Es el nombre de Malcolm Le Maistre, de la Incredible String Band, y luego Scarpa es mi segundo apellido, un apellido italiano, aunque, no sé, si las raíces son más cercanas, porque venían muchos italianos emigrantes a Guadalajara. Así que los Scarpa también somos de Guadalajara.

No te has mudado en el último medio siglo de Pueblo Nuevo, un barrio al este de Madrid. ¿Marca el barrio en la forma de ser?

Sí, según la parte del barrio. Desde esta parte para allá es como un pueblo -señala hacia Canillejas y la conversación se produce en la Calle Sámbara, nombre a caballo entre lo divino y lo diabólico, puro blues una vez más- y lo que me gusta es eso, vivir en un pueblo pudiendo tener acceso al mogollón de Alcalá, de las compras, de las tiendas y todo eso, pero sabiendo que tienes allí atrás un pueblo, de casas bajas, que hay silencio y te puedes sentar. Mi casa es como esas, las de edificios de tres o cuatro alturas, pero cuando salgo a dar un paseo -tengo que moverme por el corazón-, siempre voy por allí, por las calles esas, pequeñas, que no pasa nada, nunca hay ruido, no hay follones ni nada. Es como un pueblo.

Luego te mezclaste con músicos de la Prosperidad, que fue donde conociste al armonicista Ñaco Goñi. ¿El blues iba por barrios en los viejos tiempos?

No lo sé. El encuentro con Ñaco Goñi fue fortuito. Sí, es que por ahí, por Prosperidad en esa época, había mucho ambiente de blues. Entonces fue como que me trasladé allí. Había salas para tocar y muchos músicos interesantes del blues. Pues entonces, ahí me metí, aunque tampoco estaba muy lejos Prosperidad de Pueblo Nuevo y me junté con la gente de Prosperidad.

Creo que a Ñaco y a ti os llamaban “nuestros Sonny Terry y Brownie McGee”.

Salvando las distancias. Terry era ciego y Brownie McGee, en realidad, sería yo, era cojo, pero vamos, con una plancha (alzador) aquí para andar. Pero como la fórmula era esa, de voz y guitarra yo, y Ñaco la armónica, entonces como era la misma formación, pues… Ya solo falta que pusieras que yo sea cojo y que Ñaco fuera ciego. Hablo de vez en cuando con él. Está viviendo en Torrevieja. También a veces con Flaco Barral, que me pone algún mensaje cuando gana el Real Madrid. Es que somos madridistas, como debe ser…

Estuviste varios años tocando en el metro. ¿Cómo era la jornada de trabajo? ¿Cuánto se recaudaba? ¿Qué repertorio tocabas?

En el metro tocaba cinco horas. Tengo callos en las manos que todavía me duran. El repertorio, cualquier tema, Beatles, country, blues,… ganaba mil pesetas al día (unos seis euros). Era en los años setenta y pocos.

¿Compatibilizabas con un curro tradicional, convencional?

Sí, me salió un trabajo en el Insalud. Era planchar el material que te mandaban de los hospitales. Allí estuve tres años. Tres años, pero estar planchando prendas de los hospitales, a 43 grados, era un fastidio. Estuve allí tres años hasta que dije: “Me la juego, me voy a por la música y dejo esto”. Pero muchas veces me arrepiento. Podía haber seguido así, en el Insalud, y ahora tendría una pensión.

¿Eres autoexigente en exceso? ¿Sigues componiendo música?

Yo me dedico a componer las canciones y los demás que se dediquen a difundirlas. No echo de menos la vida en la carretera. Me centro solo en la composición y no tener que actuar ni nada. Eso es lo mejor que hay. Es la cosa más maravillosa que hay. Donde no hay nada, sacar algo. La música es maravillosa. Con las composiciones soy muy exigente, pero no soy perfeccionista. Me gusta que haya algo de debilidad. Porque la debilidad es humana. Entonces si haces una canción con un punto de debilidad, transmites, yo pienso, vamos, más hacia la otra persona. No pensar que todo es perfecto, sino que te fijas en los defectos, no en los defectos, sino en la debilidad. Yo creo que te acercas a lo que somos realmente.

¿Recuerdas tu primera guitarra?

Sí. Ya no la tengo. Me costó 700 pesetas. Muy poco. Si bastante sobada. Pero yo tampoco, tampoco sabía tocar, ¿no? Entonces era como un aprendizaje. Sí, todo lo hacía solo. En la infancia y en la adolescencia todo lo hacía solo. También he tenido una Dan Electro, otra Framus alemana del 65, una Washburn canadiense…

Dicen los que te conocen que eres una “enciclopedia musical”.

Si desde que nací ahora no supiera nada de música, es que soy gilipollas.

Una última pregunta: ¿Sigues tocando la guitarra?

Eso es una cosa que me trae fatal. Sigo teniendo las guitarras en casa, pero llevo año y medio sin tocarlas. Me dan miedo. Como que me rechazan.

 

Tres décadas de discografía

“Me dedico a componer canciones y los demás que se dediquen a difundirlas”La capacidad creativa de Malcolm Scarpa resulta asombrosa para los profesionales de la música. Comenzó a publicar sus primeros discos hace tres décadas, pero resulta desbordante la cantidad de composiciones inéditas que han aparecido tras su muerte, probablemente varios cientos. En 1991 se edita Doin´ Our Kind, con Ñaco Goñi y los Jokers, a medio camino entre el blues y la experimentación. Es una ópera prima de variedad sorprendente que incluye hasta un yodel (Long Gone Lonesome Blues). Scarpa canta en un inglés muy trabajado, merced a un meritorio aprendizaje autodidacta mediante las carátulas de los elepés. Recoge interpretaciones -tanto de clásicos como de cuatro composiciones propias- que no caben en ningún traje, que no se dejan encorsetar porque se proyectan en todas las direcciones, que se asoman al jazz, al country o al vodevil, que siguen las ramificaciones de la música del Delta por insospechados caminos fluviales de la mente.

Se trata de un elepé más estrambótico que heterodoxo, pero sobre todo constituye una obra clave para la historia del género en nuestro país. Su relevancia se debe al momento pionero de su aparición y a la frescura en su ejecución. Son 17 cortes casi inclasificables. Siete de ellos no alcanzan los dos minutos y operan como ráfagas musicales que dejan ganas de más. Muchas vocaciones blueseras en este país surgieron gracias a este Doin´ Our Kind, que podría traducirse como “A lo Nuestro”. Supuso un salto cualitativo: Éramos muy noveles. Pasamos de tocar en la calle a grabar en un estudio. ¡Eso impone!”, dice Scarpa, quien junto a Ñaco Goñi firmó la puesta de largo discográfica del dúo.

Cambayá Records produjo y comercializó este álbum. Se grabó en cuatro pistas en un estudio de Antequera, Málaga. Recuerda Scarpa que “Ñaco conocía el lugar y propuso grabar allí. Uff, hacía muchísimo calor!”. Decir que no sobraban los medios resulta un eufemismo con las patas muy cortas, pero entusiasmo había para dar y tomar. Se trata del primer sello en nuestro país dedicado en exclusiva al blues y entre sus registros están los de Algeciras Blues Express, Bluésfalos, Blues Boys, Tonky Blues Band… Pura historia del género madre en España.

La portada del estreno discográfico de Malcolm Scarpa y Ñaco Goñi consiste en cuatro fotos que recuerdan a las fichas policiales: cada uno aparece de frente y perfil. Nadie en sus cabales dejaría a su hijo al cuidado de esa pareja trasnochada, pero quizá la criatura pudiera gozar salvajemente con estos blues libérrimos. En la contraportada, cinco fotos de los protagonistas por separado más otra de grupo que destila (nunca mejor dicho) la juerga del trabajo musical y el calor asfixiante que reinaba en el estudio.

En 1991, Malcolm ya suma 32 años, una edad considerable para un debut discográfico. Las fiestas se sucedieron durante las sesiones de grabación y se desató un clima creativo que dio a luz un grandísimo álbum, pero que no es solo un disco de blues. Ambos músicos despliegan una amplia horquilla de sonidos y muestran horizontes jazzísticos o de country o de sonidos propios de los espectáculos de variedades. El blues es un punto de apoyo en Doin´ Our Kind, una palanca, un trampolín para saltar a otros territorios con las mejores raíces posibles.

Acompañan a Goñi y Scarpa grandes instrumentistas bajo el paraguas de “Los Jokers”. “No era un grupo fijo. Se formó con los músicos que estaban libres en ese momento”, rememoró el coautor. Las guitarras están en manos del maestro Francisco Simón, que también se ocupa del bajo, la percusión y algunas voces. A la batería, coros y sirena policial se encuentra Steve “Bill Hilly” Jordan. Otros músicos arriman el hombro en algunas piezas.

En 1993, aparece el disco homónimo Malcolm Scarpa, en cuya portada se puede ver la tómbola de sus padres. También incluye las letras mezcladas con comentarios propios, un guiño literario al que dio rienda suelta en Qué te debo José? (2001), una obra de gran riqueza que desvela un universo creativo de proporciones casi inabarcables.

Entre su producción, el disco preferido de Scarpa es My Devotion (1994), pero son también muy valiosos otros como Malcolm Scarpa Trio: The Road of Life Alone (1995); Disco 33 1/3 Microsillons (1996); el mini CD This Time (1996); Malcolm Scarpa & Ñaco Goñi. Berriz Blues Sessions (1997); Mamá es Boba (1998), banda sonora de la película del mismo nombre realizada por Santiago Lorenzo, escritor y cineasta apasionado de sus canciones, afincado en Segovia; Jaimita… Songs of Tragedy And Grotesque (2000), o el último que publicó, Something LIke That (2015), donde muestra la huella musical recibida de los Kinks (“Sí, los Kinks es el mejor grupo que hay. Pero de largo. No hay nadie como los Kinks. El mejor grupo”), aires country, y piezas sobresalientes como Shame on You, Laura, Tic Tac o La Alfombra Voladora. Es una obra que invita al placer de la música pura, sin reglas, sin ataduras, peligrosa, muy suya. Este catálogo muestra una libertad creativa salvaje en busca de los abismos interiores, capaz de autodestruirse constantemente para encontrar a la fuerza otro sendero y redefinirse.

Una buena fórmula para acercarse a su amplia y dispersa obra puede ser zambullirse en dos recopilatorios que salieron en 2001: 1993-Echoes of an era-1996 y Ñaco Goñi & Malcolm Scarpa 1980-2000, de gran valor. Ambos son tesoros fundacionales del blues en nuestro país.

 

Homenaje histórico en Madrid

Grandes músicos y amigos han organizado para el próximo 24 de enero un homenaje a Malcolm“Me dedico a componer canciones y los demás que se dediquen a difundirlas” Scarpa, en el que interpretarán composiciones del genio de Pueblo Nuevo durante una sesión en los bajos de la madrileña sala San Pol. Las versiones del género blues correrán a cargo del legendario grupo The Jokers, con el armonicista y compañero de aventuras Ñaco Goñi; para la ocasión estarán en el concierto otros nombres de primera fila como Francisco Simón, Armando Marcé, Josele Martín, Steve Jordan, Elvia Aguilar y Xulián Freire, uno de los impulsores del homenaje. También interpretará varias piezas Jorge “Flaco” Barral, otro de los pioneros con los que compartió giras y conciertos durante años.musica

Los Estanques (Iñigo Bregel, voz y teclados; Germán Herrero, guitarra; Daniel Pozo, bajo, y Andrea Conti, batería) son uno de los grupos punteros en la actualidad tras su espectacular álbum Burbuja Cómoda y Elefante Inesperado (2022), junto a Anni B. Sweet, y participarán con versiones de temas psicodélicos, progresivos y poperos. Junto a ellos, otros nombres destacados serán Héctor Rojo, Mayca Edjole, Pablo Solo, Héctor Oliveira, Ameba, Jackie Revlon, Ramblin Edu, Juan Ferrari, Luis Prado, Luis González, Román García, David Cobo, los armonicistas Osi Martínez y Rafa Sideburns, Adrián Costa e Iván Harpillo, entre otros.

Blues y pop, agua y aceite; sin embargo, Malcolm Scarpa ha logrado el milagro de unir ambos universos sonoros durante su homenaje. Estos músicos repiten la palabra “genio” al definir a Malcolm Scarpa, al igual que se reiteró en la mayoría de los obituarios publicados tras su fallecimiento. Por ejemplo, Luis DB, del programa Islas de Robinson (RTVE), define a Malcolm Scarpa como “un bendito genio «multipolar», maravilloso y talentoso «amateur» por vocación, tan errático como sublime; el escritor y crítico musical Luis Lapuente también señaló que fue un “genio distraído”; en esa misma línea apuntaba Iñigo, de Los Estanques: «Malcolm Scarpa es el gran genio incomprendido de España»; en la web Mussica, se indicaba que “Malcolm Scarpa era un pequeño genio. Discreto, quizá incomprendido por muchos aunque venerado por una selecta minoría”, mientras la prestigiosa revista Ruta 66 publicaba un lamento compartido por muchos de los músicos que ahora le homenajean: “Pensar que semejante genio se nos ha marchado en silencio, que no habrá justicia para Malcolm…”.