
— Cuéntenos su trayectoria como investigadora
— Soy historiadora, nacida en Sevilla. Allí estudié la carrera de Geografía e Historia y me especialicé en Prehistoria y Arqueología. Después hice el doctorado entre Sevilla y los Países Bajos, gracias a una Beca Erasmus. En la Universidad de Leiden comencé a especializarme en los pueblos indígenas de México y en el estudio de sus fuentes. En 2004 me vine a México, donde trabajé en la Universidad de las Américas Puebla (UDLAP), hasta que en 2006 gané una plaza en el Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde sigo laborando.
— ¿Cuál es su especialidad en el campo de la historia?
— Trabajo la historia indígena prehispánica y virreinal del centro de México, especialidad que también se conoce con el nombre de etnohistoria. En este campo tengo varias líneas de investigación abiertas, aunque mis dos temas principales son la peregrinación azteca y la nobleza indígena del centro de México. Los aztecas fueron los habitantes de Tenochtitlan, ciudad que se fundó en una isla del lago de Texcoco y que hoy es el núcleo en torno al cual ha crecido la Ciudad de México. Cuando los aztecas se asentaron en ese lugar, dejaron de llamarse aztecas y adoptaron el nombre de tenochcas.
— ¿Cómo fue pasar de investigar en Sevilla a investigar en México?
— En México fue donde verdaderamente crecí como investigadora. Cuando vivía entre Holanda y Sevilla trabajaba únicamente con fuentes publicadas: los códices y las crónicas virreinales, muy útiles para lo que entonces investigaba, que era el tema de la peregrinación azteca. El proyecto con el que gané la plaza en la UNAM, en torno a la nobleza indígena del centro de México, requería también del trabajo de documentos de archivos. Fue ahí donde se me abrió todo un mundo y cuando, paradójicamente, empecé a ir a Sevilla a trabajar en el Archivo General de Indias. Para hacerlo ha sido fundamental el apoyo de la UNAM, pues su sistema favorece la movilidad de los investigadores, de tal manera que podamos pasar largas temporadas trabajando en archivos y bibliotecas.
— ¿Qué aspectos del pasado prehispánico y virreinal se investigan, a día de hoy, en la UNAM?
— La UNAM cuenta con facultades e institutos de investigación. Existen tres institutos de investigación muy importantes para el estudio de la historia y la lengua de los pueblos indígenas: el Instituto de Investigaciones Históricas, el Instituto de Investigaciones Antropológicas y el Instituto de Investigaciones Filológicas. En ellos hay arqueólogos, lingüistas, filólogos, antropólogos e historiadores especializados en diferentes grupos culturales que habitan o habitaron lo que hoy es México y Guatemala. Algunos de estos investigadores se remontan al estudio de su historia más antigua a través de la arqueología, crónicas y documentos de archivo; otros a su lengua, por medio del análisis de los textos virreinales o mediante el contacto con algunas comunidades actuales. Algunos otros trabajan diferentes aspectos de la cultura indígena presente, como puede ser la pervivencia de ciertos rituales, la alimentación, la migración hacia las ciudades, etc. No obstante, el territorio mexicano es tan amplio, que no todas las regiones y sus lenguas están cubiertas.
— ¿Cómo y quién hizo los códices que investiga? ¿Son muy numerosos?
— Los códices o documentos pictográficos están hechos en papel amate (corteza de ficus), piel de venado y lienzos de algodón, sobre los cuales se registraba la información a través de imágenes. Por tanto, no se leían como un texto escrito, con sus detalles fonéticos. Entre esas imágenes había una serie de convenciones pictográficas, fechas y glifos que tenían la misión de completar la narrativa gráfica. Es decir, recordar a la persona que leía el códice cuándo y dónde tuvo lugar un evento y quién o quiénes fueron sus protagonistas.
Los códices podían ser históricos, calendáricos, mánticos (adivinatorios), genealógicos, económicos, etc. Actualmente tenemos entre 500 o 600 códices aproximadamente. Son anónimos porque no existía la costumbre de firmarlos. De todos ellos, sólo tenemos certeza de que 12 son prehispánicos, el resto fueron elaborados durante el virreinato.
— ¿Quién fue Moctezuma Xocoyotzin y qué restos nos quedan de su gobierno y de su presencia?
— Moctezuma Xocoyotzin fue el gobernante que estaba al frente de Tenochtitlan cuando llegaron los españoles en 1519 y tenía un poder absoluto en buena parte del centro de México. Por tanto, fue quien recibió a Hernán Cortés en las puertas de Tenochtitlan, para morir poco después a causa de la pedrada que su pueblo le asestó, al no comprender por qué toleraba los humillantes tratos que los españoles le daban y no reaccionar a la matanza que el conquistador Pedro de Alvarado llevó a cabo durante la ausencia de Cortés, en la que murió una buena parte de la élite indígena. Esto ha provocado que hayamos heredado la imagen de un gobernante dócil y acobardado, y que su figura se haya visto eclipsada por la del valiente y obstinado Cuauhtemoc, que se enfrentó de manera férrea a los conquistadores. Sin embargo, se trata de una imagen que no coincide con la de los gobernantes tenochcas en el poder, quienes, para ser elegidos en el cargo tenían que haber demostrado su carácter belicoso y guerrero, cuestión más que probada en el caso de Moctezuma. Por tanto, las razones de su manera de actuar tienen otra causa. En mi opinión, como en la de algunos colegas, ésta reside en que fue un hombre sumamente religioso y creyente de la tradición histórica.
— ¿Nos puedes explicar esto un poco mejor?
— En ese tiempo, los tenochcas proclamaban ser herederos de la tradición del hombre-dios Quetzalcoatl que, según sus historias, se marchó por la costa del Golfo de México prometiendo regresar algún día. Por tanto, para Moctezuma debió ser estremecedor observar: Que Hernán Cortés llegara precisamente por ese lugar; que los conquistadores fueran barbados, tal como algunos códices prehispánicos pintan a Quetzalcoatl y sus adeptos; que los españoles llegaran en el año Ce Acatl (1 Caña), que era el nombre calendárico de la deidad (Ce Acatl Topiltzin Quetzalcoatl). Eran demasiadas casualidades como para no tomar en cuenta la posibilidad de que Cortés fuera el enviado de Quetzalcoatl, ya que el conquistador siempre dejó claro venir en nombre de alguien: el rey de España.

— ¿Qué hijos de Moctezuma fueron entregados por él a los españoles?
— Bernal Díaz del Castillo es el único cronista que dice que Moctezuma le dio a Cortés una hija en matrimonio, que éste tan sólo adoptó como hija por hallarse casado, pero nunca se reveló el nombre de esa mujer. Ahora bien, entre los papeles de Isabel y Leonor Moctezuma se encuentran unos títulos en los que se dice que antes de morir, Moctezuma le rogó a Cortés que cuidase de tres hijas suyas, las bautizase y les enseñase la doctrina cristiana (Isabel, Leonor y María). Según se dice, Cortés atendió sus ruegos y por eso se las llevó a vivir con él. Por ende, como tutor de las mismas, se encargó de casarlas con conquistadores amigos suyos. Era el destino de una mujer en esa época, a menos que ingresara en un convento, del que Tenochtitlan carecía en fechas tan tempranas.
— ¿A quién fueron entregados concretamente y por qué?
— Isabel fue entregada a Alonso de Grado en 1526, pero como la conveniencia de un enlace dependía de la dote que se aportara al matrimonio, es por lo que Cortés le donó a Isabel una rica encomienda. El destino quiso que Isabel enviudara sin hijos, motivo por el que Cortés se la llevó de nuevo a vivir con él, momento en el que se quedó embarazada del conquistador. Debido a que él debía partir para España, al llamado del rey, la casó inmediatamente con Pedro Gallego de Andrada. Estando con él nació la hija habida con Cortés (doña Leonor Cortés Moctezuma) y su primogénito (don Juan Andrada Moctezuma). Pero Isabel volvió a quedar viuda, razón por la que el conquistador se encargó de que volviera a contraer nupcias. En este caso con Juan Cano, con quien tuvo varios hijos y vivió el resto de sus días.
En cuanto a su hermana doña Leonor, Cortés procedió de la misma manera al otorgarle otra rica encomienda y casarla con el conquistador Juan Páez. Al quedar también viuda y sin hijos, volvió a casarla, en este caso con Cristóbal de Valderrama, con quien tuvo su descendencia. María, otra hija de Moctezuma, murió joven y nunca se casó. Francisca optó por permanecer en el círculo de la nobleza indígena (se casó con su primo hermano), motivo por el que Cortés nunca se vio obligado a darle una dote, de ahí que no sepamos casi nada de ella.
— ¿Qué le sucedió a Don Martín de Moctezuma y cuál fue su vida?
— Don Martín fue el hijo primogénito de Moctezuma con una noble de Texcoco. Viajó a España en tres ocasiones (1524, 1527 y 1532) y sabemos que durante su primera visita estuvo en el convento de Santo Domingo, en Talavera de la Reina, para recibir educación religiosa. La segunda vez fue a reclamar privilegios y la tercera vez acudió al llamado de la reina. Todo apunta a que el objetivo era concertar su matrimonio con una noble española, cuyo nombre desconocemos, pues estuvo residiendo más de tres años en la corte, regresó casado, vestido con ricas telas y el privilegio de un escudo de armas. Durante ese tiempo, y para que se pudiera sustentar, se le dio también el cargo de contino real, con el que se distinguía a algunos soldados para velar por la seguridad del monarca y su familia. En 1536 desembarcó en México y en el camino hacia la ciudad de México fue envenenado, probablemente porque para algunos era un fuerte rival en la escena política indígena.
— ¿Algún otro hijo varón?
— Don Pedro Moctezuma fue fruto de la unión de Moctezuma con su sobrina de Tula. Destacaré los desencuentros que tuvo con su hermana doña Isabel, quien, asesorada por su tercer marido en torno a las leyes españolas, trataba de proclamarse hija primogénita y heredera de Moctezuma. Fue lo que provocó que tratara de impedir los matrimonios eclesiásticos de su hermano, que hasta entonces sólo tenía hijos fuera del matrimonio. La primera vez que Isabel actuó argumentó que el enlace de su hermano no tenía validez porque había sido con su prima hermana y no contaba con la dispensa papal para casarse con ella. Don Pedro fue a por ella, pero al regresar se encontró que su prima había sido engañada y se había vuelto a casar. Por lo anterior, volvió a contraer nupcias e Isabel volvió a manifestarse, alegando que no podía hacerlo porque, oficialmente, seguía casado con su prima. Aunque don Pedro se casó con ella, nunca tuvieron hijos. No obstante, los habidos fuera de su matrimonio fueron reconocidos por las instancias españolas e Isabel nunca logró su propósito.

— ¿Qué alianzas se establecieron entre los naturales contra los mexicas?
— Al llegar los españoles a Veracruz, el cacique de Zempoala le mencionó a Cortés que había muchos pueblos sujetos y oprimidos por Moctezuma. El conquistador tomó nota y aprovechó esta situación para rodearse de aquellos que querían zafarse de su control, tema que se desarrolla con todo detalle en el libro Indio conquistador. Uno de esos pueblos fueron los tlaxcaltecas, si bien es verdad que éstos no se sumaron a las tropas de Cortés hasta comprobar que no podían derrotar a los españoles. Después, y una vez conquistados, hasta los tenochcas se sumaron a sus huestes, siguiendo un patrón de comportamiento prehispánico.
La situación con los demás señoríos del centro de México fue distinta. Éstos estaban íntimamente relacionados por vía de sangre, gracias a la política de alianzas matrimoniales que los señores de Tenochtitlan implantaron. Por eso, y en un principio, la nobleza cerró filas en torno a Moctezuma y optó por la vía diplomática, pero a medida que pasaba el tiempo, algunos incrédulos ante algunas graves decisiones de Moctezuma, comenzaron a disentir y optaron por la resistencia a la presencia española.
— ¿Mantuvieron los señores indígenas algunas prerrogativas después de la Conquista?
— La llegada del Virrey Mendoza, en 1535, fue muy importante porque restituyó a los linajes legítimos en el poder, lugar que habían perdido tras los desórdenes provocados por la Conquista. Entonces, a cambio de ejercer el buen gobierno en sus pueblos y contribuir a la evangelización, la Corona les respetó sus tierras patrimoniales, el derecho a seguir recibiendo tributos y servicio personal, además de concederles algunas nuevas prebendas como pudieron ser los escudos de armas, portar armas o montar a caballo.
— ¿Cómo y ante quién reclamaron sus derechos?
— Hicieron uso de las herramientas que el nuevo sistema ponía a su disposición y se dieron a la tarea de aprender las formas castellanas para hacer sus correspondientes reclamos y solicitudes al rey, a través de cartas y probanzas. Llegaron incluso a viajar personalmente a España, acompañados de vistosos séquitos, y poco a poco fueron logrando algunos privilegios, además del reconocimiento real de su estatus.
— ¿Qué se entiende por heráldica novohispana?
— Son los escudos de armas que nacen en el contexto de la sociedad de la Conquista y el temprano periodo virreinal. Cuando los nobles indígenas vieron que los españoles eran compensados con escudos de armas por su participación en la Conquista, pronto comenzaron a solicitar los suyos. A través de cartas y probanzas dirigidas al monarca explicaban su papel en la guerra y los sacrificios que hicieron en su nombre: el hambre que padecieron, las heridas de las que fueron víctimas o, peor aún, la muerte de padres o hijos en dichas refriegas.
En esta parte del mundo había una serie de divisas o insignias de prestigio que formaban parte del aparejo militar que se conocían con el nombre de tlahuiztli, por lo que se comprende que la élite, al ver el escudo de armas europeo también les dieran ese nombre en náhuatl. Ahora bien, los primeros escudos novohispanos se diseñaron en la Corte de Carlos V. Después, se comenzarían a diseñar en la Nueva España, motivo por el que a los muebles heráldicos europeos se le sumaron las antiguas convenciones pictográficas mesoamericanas: águilas gritando guerra, cuchillos de pedernal ensangrentados, relacionados con el sacrificio, alusiones a los dioses prehispánicos, etc.
— ¿Qué obras relevantes de ingeniería se emprendieron en México tras la conquista?
— Es importante saber que en el centro de México había una larga tradición de ingeniería hidráulica. Tenochtitlan, como antes mencioné, estaba en una isla en las aguas del gran lago de Texcoco. Si una cosa admiró a los españoles cuando llegaron fueron los diques o albarradones, acequias, acueductos o puentes que había. Los albarradones se hicieron para prevenir las inundaciones que solían anegar a la isla, pero también para evitar que las aguas salitrosas de una parte del lago se mezclaran con las aguas dulces de los manantiales del sur. Con la llegada de los españoles hubo un importante grado de transferencia tecnológica a través de oficiales expertos en temas de aguas, que introdujeron molinos y nuevos sistemas de irrigación. Otra innovación serían los acueductos de herencia romana, con impresionantes arquerías, como el Acueducto de Otumba y Zempoala, que es la obra de ingeniería hidráulica virreinal (siglo XVI) más importante de las Américas, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2015. Su construcción estuvo a cargo de fray Francisco de Tembleque, que creemos originario del pueblo de Tembleque, en la provincia de Toledo, España, con la ayuda de la mano de obra indígena. El acueducto tiene un trazo de algo más de 45km de largo, por terrenos de muy escasa pendiente.