
Contemplar como miles de toneladas de lava sepultan negocios y viviendas no es sencillo. El ‘shock’ que los vecinos de La Palma sufrieron hace un año debido a la erupción del volcán que cambió la fisonomía de la isla canaria ha dejado secuelas difíciles de borrar en el ánimo y en la memoria, y el apoyo psicológico se antoja fundamental para afrontar un obligado cambio de vida.
María Luisa de Pablo, es una voluntaria psicóloga de Cruz Roja en Segovia, que acudió el año pasado a La Palma, junto con el ERIE Psicosocial (Equipo de Respuesta Inmediata en Emergencias) de Castilla y León, para prestar su apoyo tanto a la población afectada como al personal interviniente en la emergencia; tanto cuerpos y fuerzas de seguridad como personal de otras entidades que estaban en la zona.
El tipo de atención facilitada consistió en proporcionar una respuesta en forma de apoyo psicosocial para aliviar el sufrimiento de las personas afectadas, normalizar las reacciones de los afectados, favorecer el desahogo emocional, orientar a las personas hacía los recursos tanto de la comunidad como de Cruz Roja, como es el caso, del servicio de apoyo psicológico Cruz Roja Te Escucha y realizar actividades para la población afectada que favorezcan la aceptación y el afrontamiento de la situación.
Toda esta intervención psicosocial, se llevó a cabo en las denominadas “Lanzaderas”, la norte y la sur, que son esas zonas que dan acceso a la zona de exclusión, donde las personas afectadas, acudían cada día para poder acceder a sus domicilios, o lo que quedaba de ellos, a las plataneras, comercios y restaurantes, con el fin de proceder a realizar labores de limpieza de cenizas, cuidado de animales y tratamiento de los frutos.
De Pablo se lleva un recuerdo de su experiencia más allá del plano profesional. “Lo que más me ha impactado es la resiliencia de la población Palmera. Cuando atendía a las personas que habían perdido sus viviendas y sus pertenencias, los escuchaba decir, que el volcán no podría con ellos y que saldrían delante de la mejor forma posible. Sus sentimientos de rabia, enfado, indefensión e incertidumbre por el futuro, se mezclaban con una alta capacidad de afrontamiento y coraje para salir adelante. Para mí, fue una experiencia profesional y personal increíble, es muy gratificante poder formar parte de un verdadero despliegue de intervención y ayuda humanitaria”, asegura la psicóloga.