Rafael Monterde.
Rafael Monterde.

—¿Qué se entiende por transhumanismo?
—La palabra “transhumanismo” puede significar varias cosas. Si acudimos al significado original, que es el que le dio Dante Alighieri cuando acuñó la palabra “trasumanar”, significa que el ser humano puede acceder a la vida divina. El ser humano puede “angelizarse” y tomar las alas de los ángeles como Dante en la Comedia para ascender hasta Dios atravesando todas las esferas celestes. Este significado es profundamente cristiano. Se basa en la comunicación del amor de Dios que opera Beatriz en el corazón de Dante y que lo transforma, conduciéndolo hasta la vida divina. En los pensadores transhumanistas, en cambio, nada de esto se da. Los transhumanistas no hablan de amor. Hablan de transformar radicalmente al ser humano con la tecnología. Quieren cambiar la naturaleza humana porque la desprecian. Consideran que es un error dentro del contexto de la evolución humana. Algo que no está acabado y que hay que mejorar como sea. Los transhumanistas son eugenistas. Creen que hay que retomar la eugenesia clásica con los nuevos métodos de edición genética. Lo cual debe llevarnos a pensar que las hipótesis del darwinismo social del pasado siglo son, de nuevo, actuales. Nos vamos a enfrentar a discursos sobre el mejoramiento de la especie humana muy radicales conforme las técnicas de edición genética se vayan puliendo y perfeccionando. Yo me pregunto lo siguiente, ¿estamos preparados para defender la dignidad humana en el siglo XXI? Espero que sí, pero el panorama no es muy alentador…

—¿Qué pensadores internacionales son influyentes en este tema?
—Tenemos nombres como Nick Bostrom, Ray Kurzweil, Anders Sandberg, Jeffrey Epstein, fallecido ya en la cárcel en extrañas circunstancias, José Luis Cordeiro, Natasha Vita-More, Max More… Hay muchos que se declaran abiertamente transhumanistas. Pero lo importante no son los nombres, sino el espíritu de esta corriente de pensamiento, que está calando entre los jóvenes. ¿Quién no quiere una vida mejor gracias a la tecnología? ¿Quién no desea acabar con las enfermedades? ¿Quién no desea una vida feliz? Estas preguntas las responden los transhumanistas diciendo que ellos tienen la solución, porque lo importante es dejar de ser humanos. Muerto el perro, se acabó la rabia…

—¿Y españoles o iberoamericanos?
—Antes he mencionado a José Luis Cordeiro, que es uno de los mayores expositores del transhumanismo en Iberoamérica. Es muy polémico y radical en sus declaraciones, pero me da la impresión que es su manera de hacer retórica.

Rafael Monterde: “Los transhumanistas hablan de transformar radicalmente al ser humano con la tecnología”

—¿Es una corriente filosófica?
—Sí, puede considerarse una cosmovisión. En apariencia es superficial a nivel filosófico, pues carecen de aparato crítico y parecen irracionales en sus postulados. Sin embargo, se trata de una propuesta eminentemente voluntarista que atenta contra todo realismo. Aunque los presupuestos filosóficos a nivel teórico parezcan pobres, a nivel práctico son muy radicales. Se trata de una ética de carácter revolucionario que quiere transformar la naturaleza humana y toda la sociedad. Eso, creo, que es un asunto al que hay que atender. Cuando fue la revolución rusa, los bolcheviques eran una minoría que acabó tomando el poder en Rusia. ¿Quién no nos dice que la minoría transhumanista podrá tomar el poder político el día de mañana?

—¿O un proyecto de negocio?
—Efectivamente se trata de un proyecto de negocio a gran escala, pues empresas como Google o Amazon están invirtiendo ingentes sumas de dinero para que proyectos de carácter transhumanista se lleven a cabo. Además, se trata de una corriente de pensamiento que ha irrumpido en el espacio universitario con fuerza. Si ya están en la Academia, no falta mucho para que lleguen a la calle con más fuerza en un futuro próximo. Los medios de comunicación de masas pueden hacer que ideas marginales sean masivas en un breve espacio de tiempo. Si se invierte dinero en una buena campaña de concienciación transhumanista en los próximos años, el transhumanismo estará debatiéndose en el Congreso de los Diputados. Si eso llegara a ocurrir, todas las ideologías anteriores quedarían obsoletas. Pues todas, y digo todas, dependen de la existencia de la naturaleza humana. La división entre izquierda y derecha acabaría radicalmente. El transhumanismo viene a superarlo todo y las ideologías que ahora imperan están obsoletas ante su discurso si realmente alcanzan sus objetivos de transformación de la naturaleza humana.

—Vd. se doctoró con una tesis sobre la Singularidad ¿Qué se entiende por Singularidad?
—Se trata de un proyecto social para interconectar todas las mentes humanas en una sola que sea artificial. Es decir, se pretende que una Inteligencia Artificial General, en teoría superior a la humana, dirija las mentes humanas hacia un nuevo estadio de la historia. Un estadio en el que la libertad humana estará totalmente condicionada por el criterio de esa supuesta inteligencia artificial, que hará las veces de divinidad rectora de la sociedad humana.

—¿Cuál es la tesis de Julian Huxley sobre ello?
—Julian Huxley ya especuló en sus obras sobre esa supuesta mente colectiva. Pero él, además, la proponía como una teología particular. Quería que fuera la mente del universo entero para que estuviera dotado de autoconciencia y así cambiara toda la historia de la humanidad.

—¿Y de Raymond Kurzweil?
—Kurzweil está en la línea de Huxley. Solamente que él considera que la mente universal será artificial, no espiritual. O, más bien, que las máquinas, al ser conscientes, serán espirituales por ello. Se trata de una hipótesis sobre la conciencia muy discutida. De hecho, aún no tenemos recursos filosóficos ni científicos para definir con exactitud qué es la conciencia o el despertar de la misma. Basta con preguntarse si podemos decir cuándo estamos despiertos o dormidos o, tal vez, cuándo podemos decir que algo es efectivamente real o no. Estas preguntas epistemológicas han recorrido toda la historia de la filosofía y los transhumanistas como Kurzweil creen que pueden responderlas rápidamente. Si soy sincero, creo que ese afán por lograr responder a todas las preguntas es el mayor error de cualquier ideología. Pues el ser humano en sí mismo siempre será un misterio para sí mismo. No hay ninguna época de la historia que, desde la razón humana, desde la mera razón, pueda responder a la pregunta sobre quién es el hombre. Siempre quedan cosas en el tintero. Por eso creo que podemos tener esperanza. Como decía Leonardo Polo, los filósofos siempre se equivocan en su última palabra. Esa es la razón por la que el pensamiento humano siempre está por hacer y por la que la filosofía siempre será antigua y nueva. ¡Aún podemos hacer filosofía!

—Hay en San Francisco una Universidad de la Singularidad ¿Qué objetivos persigue?

—Se trata de un think tank para difundir entre los grandes empresarios las ideas de la Singularidad tecnológica. Tiene un tono optimista que engancha, ciertamente. Sin embargo, creo que necesita más pensamiento crítico para ser una verdadera “universidad”.

Rafael Monterde: “Los transhumanistas hablan de transformar radicalmente al ser humano con la tecnología”

—¿Cuánto hay de utopía en estas ideas?
—Todo futurismo es una utopía.

—¿Y de distopia? ¿qué peligros encierran?
—Todo depende de lo que hagamos. Las distopías son como las utopías, no son reales. El límite de todas las ideas es la realidad misma, que es más rica, compleja y bella que todas las ideas de la humanidad a lo largo de su historia. Lo que hay que hacer es aprender a contemplar la realidad con asombro para que la belleza nos transforme y nos dé esperanza.

—¿Qué vinculo hay entre Julian y Aldous? ¿Es “Un mundo feliz” la distopía de Aldous sobre el mundo de Julian?
—Eran hermanos. El libro de Aldous tiene dos lecturas. Puede leerse como una distopía o como una agenda. En ambos casos, infunde miedo, pues la víctima principal son los más débiles…

—¿De qué da clase en la Universidad de Ávila?
—Doy clase de filosofía, teología y humanidades. La verdad es que soy un privilegiado. Tener la oportunidad de explicar Roma, Atenas y Jerusalén a mis alumnos es una maravilla.

—Se percibe la impronta teresiana en la Universidad y en la ciudad ¿Cómo?

—Quien está en Ávila y no se empapa de la espiritualidad teresiana no vive en Ávila. Esta ciudad es un tesoro espiritual. Uno tiene la oportunidad de encontrarse con Dios en lo profundo del corazón si está atento al silencio que reina en las tierras abulenses. Aquí es posible “darle a la caza alcance”.

—¿Qué inquietudes tienen sus alumnos sobre la revolución tecnológica?
—Depende. Hay quienes la ven como una amenaza o como una oportunidad. Yo les digo que hay que ver la tecnología como un instrumento, porque es solamente eso, en mi opinión. Todo depende de cómo la usemos.

—¿Qué defensa hay contra un mundo controlado y vigilado?
—La vida sencilla. Un paseo por el campo. Una buena conversación. Contemplar la mirada de la persona que amamos. En la película Canción de cuna se dice que “saber mirar es saber amar”. Yo creo que la solución es el amor sencillo al otro, a su mirada, pues en la mirada del otro encontramos nuestro origen y nuestro destino.

—¿Qué está investigando ahora?
—A Dante Alighieri. Hay que volver a la belleza que salva.

—¿Qué consejos o sugerencias da a sus alumnos?
—Que no se cierren a la verdad, a aquella que es con mayúscula. Porque la Verdad no está sujeta al tiempo y nunca sabemos cuándo va a salir a nuestro encuentro…