
La nueva película de José Luis López Linares, Hispanoamérica, está terminando de rodarse en Texas y Nuevo México. Él y su equipo estudian y filman las huellas de la presencia hispana en el sur de EEUU o en el norte de lo que fue Nueva España y luego México, hasta 1848. Tras el éxito de “España, la Primera Globalización”, José Luis buscaba completar su obra en Iberoamérica, dónde no pudo rodar prácticamente en la ocasión anterior. López Linares está pensando en una obra coral, en que las voces de los iberoamericanos, pensadores, historiadores, activistas sean mayoría.
En El Paso, Texas a las 17h30 del Viernes 21 de julio hay una proyección parcial de “España la primera globalización”, organizada por Martha Vera, la consul honoraria de España en la ciudad. Acuden diversos medios de comunicación a entrevistar a José Luis López Linares y algunos cónsules como la de El Salvador y el de México. La primera media hora de documental es acogida con entusiasmo por los casi 100 asistentes. Una degustación de tapas ameniza el evento. Las intervenciones de los espectadores en el coloquio posterior son amenas y coincidentes con el espiritu y el mensaje de la película. Hay un acuerdo creciente en la pujanza emergente de la hispanidad y de su reivindicación.
Al día siguiente la visita al Museo de El Paso incluye la entrevista a un pintor local, Antonio Piña, que tiene una original versión de las Meninas y cuya obra es objeto de una exposición individual ahora. Trabajó, entre otros, para la Asociación de los Twelve Travelers, que, antes de 1998, recaudó fondos para erigir una enorme estatua de Juan de Oñate. El escultor encargado de la obra fue John Sherrill Hauser, hijo de un artista que fue asistente del que esculpió las cabezas de Monte Rushmore. Tras reunir unos 2.000.000 de US$ la estatua de 15 o 16 metros quedó lista para ser instalada cerca de el aeropuerto de El Paso. La publicidad decía que era la estatua ecuestre más grande nunca hecha. John Hauser buscó a un descendiente del conquistador, Manuel de Gullón y Oñate, para, inspirándose en su semblante, dar vida al explorador de quien no quedaban ni retratos ni imágenes. Cuando todo estaba en marcha y la ciudad de El Paso se mostraba orgullosa de recordar su pasado hispano, un documental, filmado por John Valadez y Cristina Ibarra y distribuido por CBS vino a deshacer la labor de los Twelve travelers: The Last Conquistador. Denunciaron que Juan de Oñate había reprimido una revuelta de los indios en Acoma, y no tardó en organizarse una delegación de indios de dicho pueblo que consideraban denigrante que se instalara un recuerdo del primer gobernador de Nuevo México de 1598. La estatua vio su nombre borrado y solo el apelativo indeterminado de The Equestrian la identifica. El pionero del Camino Real de Tierra Adentro, que abriría una ruta que enlaza México con San Juan de los Caballeros en Nuevo México, fue denigrado. Era uno de los primeros capítulos de la guerra de las estatuas que tanto se ha recrudecido recientemente, con el derribo de las de Colón y de Junípero Serra, entre otros. El legado hispano en entredicho y siempre denostado.
El virrey de España, Luis de Velasco, solicitó proyectos para el poblamiento y la pacificación de la Gran Chichimeca y, entre varios, fue seleccionado el de Juan de Oñate, criollo e hijo de Cristóbal de Oñate, que había hecho fortuna con las minas de plata de Zacatecas. Una expedición formada por 130 soldados, 5 sacerdotes y 400 tlaxcaltecas con sus familias salió de México con Oñate como Capitán General, Gobernador y Adelantado de Nuevo México. La comitiva llevaba además mil cabras, mil carneros, tres mil ovejas, mil vacas, 300 potros y yeguas. Los cabalos se dice son los antepasados de los briosos Mustang. El 30 de abril de 1598 tiene lugar en El Paso del Rio del Norte (hoy Ciudad Juárez) al sur del hoy Rio Grande la primera Acción de Gracias en territorio estadounidense. Las escaramuzas y batallas que tuvieron lugar en 1599 con los indios de Acoma, han dado lugar a la cancelación de su figura. Cancelación selectiva que no incluye a figuras como el General Custer o a Leland Stanford, que da nombre a la prestigiosa Universidad.
José Luis emprende el camino hacia Isleta del Sur, pueblo que se formó con los novohispanos que huyeron de la otra Isleta, cuando la rebelión de los indios pueblo en 1680. Hay una recreación entrañable de las danzas indias y muestras de la cerámica artesanal tradicional local, de barro y decorada con formas geométricas exquisitas. Tanto el gobernador de la comunidad india como el ex gobernador responden con diligencia y entusiasmo a sendas entrevistas. El pueblo se completa con una iglesia, desgraciadamente mal restaurada, un casino descomunal y un hospital dedicado a la atención preferente para indios, de gran tamaño.
El domingo empieza con un desayuno de huevos fritos en un gran galpón-restaurante en San Elizario. San Elizario es un pequeño pueblo próximo a El Paso, que ha recibido galardones como “Mejor Pueblo Histórico Pequeño de América” el año pasado de 2022. El promotor de esta iniciativa será nuestro próximo guía.

“Yo creo que esta nominación es llegar a otra etapa de reconocimiento a nivel nacional… nunca se había visto en el condado de El Paso algo así que nos llenara de orgullo. Esto significa que estamos haciendo las cosas bien y que estamos promoviendo bien tanto dentro de los Estados Unidos como fuera de este”, afirmó Alfonso Borrego, presidente de la Sociedad del Patrimonio Cultural del Camino Real de Tierra Adentro en San Elizario. La declaración del Camino Real de Tierra Adentro como patrimonio de la humanidad de la Unesco es un proyecto que lleva en marcha varios años. Se inspira tanto en la parte del Camino, que ya ha obtenido este reconocimiento en México- que va de la capital a Valle de Allende- como en el Camino de Santiago español, que también es binacional. Para el reconocimiento, señalización, conmemoración de este camino, Alfonso Borrego está hablando con diversos grupos, primero en México (funcionarios e historiadores de Querétaro, Aguascalientes, Zacatecas, Guanajuato, San Luís Potosí y Chihuahua) y luego en EEUU.
Es un convencido de la importancia y vigencia tanto de la herencia como de la influencia hispánica y transmite fe y entusiasmo. Critica que se representara a Oñate como conquistador (un estilo iconográfico que siempre levanta ampollas en estas latitudes) y no como gobernador o poblador, resaltando su capacidad de mando y su aportación imprescindible al crecimiento, la configuración y hasta la protección de los indios de Nuevo México. Acoma fue la excepción que confirma la regla, puesto que el mandato que llevaba Oñate era de buen trato a los indios, salvo en circunstancias excepcionales. Circunstancia que posteriormente, en algo similar a un “juicio de residencia”, tuvo que justificar durante años, manifestando cómo habían sido atacados en primer lugar, cómo sus capitanes y frailes le apoyaron en el escarmiento y cómo la no intervención podría haber conllevado una sublevación general de los indios.
San Elizario es realmente un pueblo encantador: blanco, sencillo, con su consabida plaza de armas frente a la iglesia, recoleto. Hay dos bares; uno de estilo yanki con moteros de Harley Davidson y karaoke, y otro mexicano lleno de cuadros, delicadeza y una tiendita de la magnífica artesanía. Qué gran contraste entre los modos y maneras de los yankis y de los mexicanos. En el bar americano la comida es muy sencilla, aunque sabrosa, y se come en platos de plástico. En el bar mexicano hay jugos y zumos deliciosos y se bebe y come en vajilla artesanal. Alfonso Borrego nos enseña el pequeño museo que rinde homenaje a los soldados de EEUU que proceden de San Elizario. Dice que es la concentración más alta por habitante de soldados del país. Todos nombres de raigambre inequivocamente hispana. Nos saluda Griselda, seguidora de “Hispanistas mexicanos” que se comunican por whatsup. Creyendo que era del museo le pedí hilo y aguja para coser un botón, y se afanó diligentemente en conseguirmelo, de casa en casa y de bar en bar. Pero solo encontró un imperdible. Su gran amabilidad y su uso normalizado de hilo y aguja demuestran también un enfoque hispano: los estadounidenses son menos dados a remendar. Mientras transcurren distintas entrevistas a Al Borrego en distintos lugares de San Elizario, Griselda nos cuenta a Cristina Moñivar y a mi su “conversión” al hispanismo. Es una historia maravillosa. Empezó por una vida católica muy profunda, de la que no toda su familia participa, y su acercamiento a los núcleos hispanófilos fue debido a podcasts de Diaz Villanueva y de Jano García. Luego descubrió a Elvira Roca Barea, cuyo Imperiofobia ha leido y cuya novela sobre el inquisidor Salazar ha regalado a una de sus hijas hace poco. Nos cuenta que su padre fue el primer mestizo de la familia, que su abuelo vino como bracero a EEUU hace años y allí conoció a su abuela, también hispana pero no india. Su padre, que trabajaba un campito y en la Coca Cola pagó la carrera de las 6 hijas, en un esfuerzo admirable. Su esposo trabaja en Los Ángeles, un especialista de las plantas de cadena de montaje y su gestión en las maquilas. Tiene dos hijas viviendo en Chihuahua. Aparece su hijo, que vive en El Paso. Dice que sus hijos no son tan convencidos como ella de la causa, pero que a veces la escuchan con interés. Siendo nacida en San Pedro de Coahuila es una entusiasta de las iglesias de la Sierra Tarahumara que describe como bellas y grandes y que muy poca gente conoce. Nos cuenta las memorias que tiene del ignominioso traro que los estadounidenses daban a los braceros mexicanos y que les relataba su abuelo: de como la primera rebelde de un autobús no es Rosa Parks en 1955, sino Carmelita Torres en 1917 que se negó a bajarse del tranvía El Paso Juárez para que los agentes de frontera la despiojaran, la bañaran con queroseno y le raparan la cabeza. Es brevemente entrevistada por José Luis, pero el ruido del karaoke amortigua sus palabras. Griselda también hace hincapié en que El Paso y Ciudad Juárez son una misma cosa, por mucho que un aparatoso muro los separe, y que la gente cruza de un lado a otro continuamente. Coincide con lo que cuenta Martha Vera, la cónsul honoraria, cuyo hijo Nino forma parte de una banda Dirty River Boys que canta en inglés y entre su repertorio tiene Down by the river que describe el trasiego cotidiano de un lado a otro de la frontera, incluso de adolescentes que van buscando sensaciones fuertes en el lado hispano.

Tras el paso de los moteros por el bar musical, el pinchadiscos ha pasado del country a los corridos. Durante la comida de costillas de ternera y de nachos emborrizados de quesos indistintos, varios espóntaneos se animan a cantar al micrófono. El calor es intenso pero muy seco y a la sombra se respira, mientras algunos miembros del equipo siguen los resultados de las elecciones en España.
La siguiente etapa es la blanca misión Socorro, cuya iglesia está hecha en adobe con recubrimiento de estuco, y que fue construida para los indios piro, tano y jémez, desplazados del norte por la rebelión de los indios-pueblo en 1680. Una historiadora y especialista en arte local nos explica la belleza del artesonado de madera y de cañas de la iglesia del lugar. La iglesia del presidio fue varias veces reconstruida, tras diversos avatares, pero el artesonado siempre fue conservado con celo.
El recorrido de grabación de la película concluye un lunes. En el aeropuerto se filma la gigantesca estatua de Oñate, rebautizada The Equestrian. Más adelante, en un lado de la autopista, en un rastrojal con alguna caseta de mendigos entre la maleza, está la placa, casi oculta, que rememora el día y lugar en que Oñate cruzó el rio Grande en 1598: el Paso del Rio del Norte. Donde habitará el olvido. Qué diferencia con la Misión del Álamo, en San Antonio (Texas) principio del periplo. Qué triste abandono. Siguiendo las autopistas hacia el norte, algunas placas indican sin embargo el Camino Real de Tierra Adentro, que va internándose hacia las montañas lejanas entre hermosos viñedos y plantaciones de nogales. La tierra debe ser rica en nutrientes y en agua, en la capa freática, a pesar del intenso calor, las márgenes del Camino Real son muy fértiles. White Sands y su fantasmagoría de dunas blancas con rala vegetación es el último hito del recorrido en tierras de EEUU. Al atardecer la belleza del paisaje resalta entre tonos violetas y rosas. Es una zona militarizada y muy próxima a Alamogordo, que fue testigo del primer ensayo de arma nuclear en el mundo. No hay descanso en el rodaje.