Las huellas de San Alfonso Rodríguez en Segovia (I)

Todos los segovianos, de paseo por la calle Real, hemos subido alguna vez el tramo de escaleras de la oficina de Caja Segovia (aún nos sigue costando decir Bankia…) para contemplar de cerca el mural cerámico en el que aparecen muchos personajes ilustres de la historia de nuestra ciudad. Y nos hemos entretenido mostrándolo a amigos que vienen de visita o a nuestros propios hijos. “Mira: ahí está la reina Isabel, allí Zuloaga y Machado, allá Santa Teresa y San Juan de la Cruz. Y el maestro Agapito…”

En esa foto fija de la ciudad son todos los que están pero, como es natural, no pueden estar todos los que son. Una ausencia que pasa desapercibida es la del bueno de San Alfonso Rodríguez. Pero se comprende; no es la primera vez que nos ocurre con nuestros mayores. Así es: San Alfonso (o Alonso) Rodríguez es más conocido fuera de su tierra que en la ciudad que lo vio nacer. Como muchos segovianos, tras pelear con las dificultades de la vida, decidió emigrar. Al levante en su caso donde, tras más de cuarenta años de servicio humilde en la portería de un colegio jesuita de Palma, se santificó entre la admiración y el respeto de sus nuevos paisanos. Pocos años después de morir, fue nombrado patrón de la isla de Mallorca y, al poco, de los hermanos coadjutores (legos) de la Compañía de Jesús…