
Era profesora de EGB. De ahí que, cuando sus vecinos se lo propusieron, tuviera que meditarlo. No era fácil tomar aquella decisión. Poco antes, se produjo un accidente en el pueblo que hizo que “nadie” quisiera ponerse al frente del Ayuntamiento. Buscaron a una mujer. “Como siempre”, dice. No lo dudó. Juana Borrego se presentó a las elecciones municipales de 1983.Y, como se imaginaba, se convirtió en la alcaldesa de Hontalbilla. El equipo de Gobierno lo integraban siete personas. Solo una era mujer: ella. Tiempo después, en 1991, fundó la Federación Nacional de la Mujer Rural (Femur). ¿Su objetivo? Luchar por la igualdad. Y por el empoderamiento femenino. “Nuestro principal problema es que no sabemos valorarnos”, reivindica. Esto se acentúa, según ella, en el mundo rural.
Nació en Salamanca. El trabajo llevó a Borrego y su marido a Segovia. Aterrizaron en Hontalbilla. Era el año 1977. No les resultó sencillo encontrar una casa “adecuada”. Pero esto no le suponía un inconveniente: estaba feliz de vivir en el mundo rural.
Allí fue alcaldesa durante cuatro años (1983-1987). Pudo compaginarlo con la docencia hasta 1991. La política marcó (y condicionó) su vida. El PP ganó las elecciones y la eligieron como diputada provincial (1991): era la responsable de cultura, de deportes y del mundo rural. También fue procuradora en las Cortes de Castilla y León y senadora por Segovia. Y formó parte del Comité Económico y Social, en el que presentó diversos estudios del mundo rural. Lo dejó en el año 2000. Era “imposible” compaginarlo con su papel como senadora. Durante ese tiempo, su vida profesional tuvo que afrontar varios cambios. Pero hay algo que mantuvo: su estrecha vinculación con el entorno rural.
En su etapa como alcaldesa de Hontalbilla, echó algo en falta. Se dio cuenta de que las mujeres del pueblo “necesitaban” relacionarse: “solo” se veían cuando iban a la compra. También le llamó la atención su vestimenta. “Salían con la ropa de estar en casa, con rulos…”, cuenta. Sobre su cabeza rondaba una idea: quería crear un movimiento que las asesorase. Y, sobre todo, que las uniera para que trataran de cubrir las necesidades que tenía el mundo rural.
Desde la alcaldía, en 1983 creó la primera asociación de mujeres rurales en Hontalbilla. Creía que podría “conformarse” con esto. Pero no fue así. Realizaban múltiples actividades. Las mujeres de otros municipios empezaron a reclamar iniciativas similares. Se fueron “animando”. Hasta que en 1991 cumplió su principal objetivo: logró unificar a todas las mujeres. De su mano nació Femur.
Siempre ha sido la presidenta de la entidad. Esto lo compaginaba con su función política. Intentaba mantener la “independencia”. “Había mujeres de todos los partidos”, sostiene. En el trabajo, defendía su “postura”. Pero Femur estaba abierta a la discusión y al debate de las ideas.
Ahora, el propósito de Femur ha cambiado. Se preocupan por la formación de la mujer. No solo la profesional. También la personal. Lo consideran una pieza clave. “Luchan” por las emprendedoras. La vida de la mujer rural no es fácil. Borrego está satisfecha con todo lo que ha ido consiguiendo. Ella es ejemplo de adaptación a los cambios. Su propósito aún lo mantiene intacto. Aunque ya piensa en que alguien le coja el relevo y se ponga al frente de Femur. Para eso solo se necesita tener entusiasmo. Y hacer del empoderamiento femenino, una meta alcanzable.