Elvira Roca Barea.

Elvira su nuevo libro ya no es un ensayo; es una novela trepidante, intrigante, inesperada, erudita, amena donde se enlaza España, el Extremo Oriente, Francia y dónde el protagonista es un inquisidor exigente, racional, meticuloso que tuvo un impacto enorme: acabó con la condena a muerte de las brujas en los territorios de la Monarquía Hispánica a principios del siglo XVII. En otros países europeos y en Estados Unidos fue el comienzo de una persecución masiva con miles de personas quemadas.

— ¿Qué significa inquisición?
—Según su etimología latina quiere decir investigación, pesquisa. Como institución de la iglesia nació en Francia contra la herejía cátara. Pero ha acabado teniendo una connotación muy negativa y a designar sólo a la Inquisición española, el tribunal del Santo Oficio, al que incluso se le quita el adjetivo, porque se sobreentiende que es la de nuestro país. En el habla popular andaluza significa un proceso de horror, un calvario. Pero la represión religiosa y la vigilancia de la “pureza del dogma” ha existido y existe en todas las religiones: ortodoxos, católicos, protestantes. En Inglaterra hasta 1978 existió el delito de blasphemy, que era atentar contra la iglesia anglicana. Remontándonos en el tiempo ¿de qué acusan a Sócrates? De impiedad. Al Hallay, maestro sufí, fue ejecutado por hereje por sus correligionarios en Bagdad en 922. Es una constante en la historia humana.

Pero es que además la Inquisición española reprimió delitos que hoy lo siguen siendo como: pederastia, trata de mujeres, infracción de la propiedad intelectual, falsificación de moneda.

— ¿Por qué escogió a Alonso de Salazar y Frías como protagonista de su novela?
—No sé si lo escogí yo a él o él a mí. Fue un hombre extraordinario, que nunca se dejó achantar ni apabullar por la opinión general. Tuvo compasión y fue comprensivo con gente que no lo había sido consigo misma, como las cientos de personas que fueron al tribunal a auto acusarse de brujería. A si mismos y a sus vecinos. Fue capaz de mantener su criterio, trabajar a destajo y desenmarañar aquel suceso y establecer una jurisprudencia en que la brujería ya nunca se condenó con la muerte, evitando los linchamientos o la actuación de los tribunales civiles, ya que la Inquisición reclamó que la hechicería era de su exclusiva jurisdicción.

— ¿Qué había escrito Julio Caro Baroja sobre él? ¿Y Henningsen?
—Pues unas cuantas páginas con un resumen de su actividad como inquisidor. Se queja de que haya sido olvidado y cree que no es de justicia que se le haya postergado. La obra de Salazar contó con apoyos es cierto, en el libro lo muestro, tanto con el obispo de Pamplona, Venegas, como con el Inquisidor General, Bernardo de Sandoval. Pero fue un pionero y sus memoriales extensos y meticulosos un trabajo jurídico de la mayor importancia. Henningsen estaba investigando el tema de la brujería en Europa Occidental y vino a Zugarramurdi, que aunque condenó a 11 personas (varias en ausencia) tenía una imagen terrorífica. Se encontró con una documentación extraordinaria, la del Archivo Histórico Nacional, porque la del Palacio Rocamador de Logroño, sede del tribunal allí, fue destruida en la invasión francesa. Henningsen publicó el libro El abogado de las Brujas y transcribió y editó The Salazar Papers, que hoy sólo se encuentran a precios altísimos. No se han vuelto a editar.

— ¿Cómo la alquimia, brujería, demonología se convierten en saberes de intelectuales e iniciados?
—Hay un momento histórico en que lo relacionado con el ocultismo y la nigromancia adquiere un gran prestigio. Es el momento en que, tras la caída de Constantinopla, llegan textos griegos de Oriente. En que resucita el platonismo y se forma la Academia Medici. Tenga en cuenta que de Platón hasta entonces se tenían sólo dos diálogos en versiones muy corruptas. Llegan de repente oleadas de textos de Platón muy buenos. E insertos en esta llegada vienen textos de tradición hermética que suscitan un fervor por el ocultismo que le dan un prestigio enorme. El mantillo de superstición, que es universal sumado a las guerras de religión produjo estas consecuencias.

— ¿Puede la ciencia en todas las épocas verse empañada de superstición?
—El pensamiento científico se abre camino en medio de muchísimas fatigas. Sólo tras un largo camino y una concienzuda decantación nos quedan al final algunas correlaciones y algunos vínculos asociativos. La propia Física, la reina de las ciencias, maneja hoy modelos que se contradicen: el newtoniano, el de Einstein, el de la Mecánica Cuántica. El proceso científico es laborioso y debe despojarse muchas veces de supersticiones.

“La Inquisición era superior en las garantías para el reo, comparada con los tribunales civiles”
Alonso de Salazar y Frías.

— ¿Cuántas guerras de religión tiene Francia? ¿Cuán amenazada se sentía por España?
—Francia vive un siglo XVI especialmente convulso. En realidad, la conflictividad religiosa dura un siglo y medio. Las guerras —hubo tres principales— fueron durísimas y el tema de la brujería se enconó muchísimo. El poder de España era muy grande y Francia lo combatió con ahínco. A pesar de la firma por Enrique IV de la Paz de Vervins, nunca reconoció que la Alta Navarra fuese española, cuando fue coronado rey de Francia estaba convencido de poder recuperar toda Navarra.

— ¿Quién fue Bernardo de Sandoval? y ¿quién Pedro de Valencia?
—Bernardo de Sandoval era el Inquisidor General en esos años de las primeras décadas del siglo XVII. Había sido obispo de Pamplona y es el que instauró las fiestas de San Fermín el 7 de Julio. Otro tema en el que tuvo que intervenir fueron los Plomos del Sacromonte, una falsificación histórica que pretendía amalgamar el cristianismo y el islam, junto con Arias Montano y Pedro de Valencia. Sandoval es el que escoge a Salazar y Frías para enviarlo al Caso de Zugarramurdi, había sido secretario suyo. Pedro de Valencia es autor del libro de cuestiones académicas (Academica sive de iudicio erga verum ex ipsis primis fontibus) que trata temas epistemológicos preguntándose, desde el escepticismo y el estoicismo, si el hombre puede alcanzar la Verdad, total o parcialmente. Concluye que parcialmente debido a las ideas preconcebidas o a la información que no tiene. Valencia es discípulo de Arias Montano y también fue llamado a intervenir en el tema de los Plomos del Sacromonte. Al final los plomos terminaron en Roma y han vuelto a Granada hace poco.

— ¿Cómo ha conseguido recrear de manera tan viva a los personajes históricos? También lo hizo en 6 relatos ejemplares.
—Es un proceso largo y de mucho trabajo, sobre todo cuando se dispone de tanta información sobre los personajes. La novela histórica es un género peculiar. En mi opinión hay que informarse muy bien, pero tener muchos datos puede ser paralizante y se corre el riesgo de escribir un ensayo. Ha sido un proceso de años, cuando mis hijos tenían 6 o 7 años (tienen 16) hice un viaje en familia a Logroño para ver las etapas del camino de la época. Esos procesos tan largos luego cristalizan o no. En este caso se ha convertido en una novela.

“La Inquisición era superior en las garantías para el reo, comparada con los tribunales civiles”— ¿Algunos otros inquisidores “buenos”?
—Esto no es un tema de buenos y malos. Valle Alvarado es el inquisidor que cree en la realidad de los testimonios. Se pregunta ¿cómo puede ser que los testigos concuerden, si no es cierto? Es una gran pregunta jurídica. Salazar procede siempre pidiendo las pruebas materiales: ¿dónde están las pócimas, los polvillos? Y no los encuentra. Y concluirá “No hubo brujas ni brujos hasta que se habló de ellos”. Las muertes que los testigos contaban a veces si se habían producido. Salazar anotará de forma exhaustiva todas las discrepancias, por pequeñas que fueran, de los cientos de testimonios. En 1614, cuando la nueva jurisprudencia se está estableciendo, otros inquisidores se dirigen a Salazar diciendo que muchos pensamos como Vd, pero hay que ir con tiento. Estos inquisidores son heredero del Canon Episcopi de 906 en que la Iglesia negaba la existencia de la brujería y lo achacaba a superstición.

— ¿Cuál era la formación y la carrera de un inquisidor?
—La carrera de un inquisidor no estaba establecida previamente. Eran expertos en leyes, tanto derecho canónico como civil y debían tener una edad suficiente, superior a 40 años. Pero no hay una “oposición” que te convierta en inquisidor.

— ¿En qué era superior la Inquisición a otros tribunales? ¿La discrecionalidad de los jueces franceses, como Pierre de Lancre olvidaba las garantías del reo?
—Era superior en las garantías para el reo, comparada con los tribunales civiles. Stephen Haliczer lo comenta porque ve que era mucho más benigna que el resto de jurisdicciones, y encuentra pruebas de como los reos de la justicia civil pretendían, en ocasiones, acogerse a la inquisitorial. Hay que decir que algunas palabras han confundido: el término de “cárceles secretas” cuando la sede del Santo Oficio de Logroño era pública. El secreto, tan denostado, era mantener la discreción para no afectar a la reputación de los encausados o a la buena marcha de la investigación. En varios tribunales, los reos salían diariamente de las cárceles e iban a sus pequeños oficios. El secuestro de bienes es lo que hoy se denominaría fianza, y normalmente se devolvía. No era confiscación. Era como si te congelaran las cuentas. Y la acusación, una vez concluido el proceso, era pública y el auto de fe también. En el caso francés la mayor parte de la documentación se ha perdido. Toda la de St Pée. Lancre no era partidario de quemar niños, pero otros como Bogué, sí. Y hay una literatura francesa ingente sobre la marca del demonio. Hay cuadros de las Brujas de Salem en que muestran a los jueces buscando la marca del demonio en la espalda de una mujer.

“La Inquisición era superior en las garantías para el reo, comparada con los tribunales civiles”— ¿Se podría decir que fue una central de inteligencia con muy buen manejo de la información? ¿Fue odiada por eso por los adversarios de la monarquía hispánica?
—No sé qué decir: desde luego una gran parte de su mala fama era porque era una institución de la monarquía hispánica y también en algunos momentos la propia Santa Sede la criticó, porque no pudo controlarla. Era también un tribunal que se ocupaba de “Asuntos Internos” investigando la solicitación o la usura en los clérigos. Hay que recordar que Llorente, cuyos escritos fueron tomados por verdaderos durante años hasta que Henry Charles Lea escribe a principios del siglo XX su historia de la Inquisición española en 4 tomos, era un cura. Cura afrancesado, pero cura. Es él el que habla de 200.000 muertos. Y luego está la profusa ilustración de los escritos de Llorente con grabados escalofriantes.

— ¿Cómo fue la Inquisición o la represión de la disidencia religiosa en Francia?
—En Francia depende mucho del momento en que se hallen de las guerras de religión.

— ¿Cuáles fueron los tribunales represores en países protestantes?
—En la mayoría de países protestantes, fueron los tribunales civiles.

— ¿Cree que ya no hay que hablar de la inquisición y del Imperio?
—Yo no he dicho eso, se ha interpretado mal. Lo que he querido decir es que hay que ocuparse activamente de los problemas del presente y no retroceder a momentos pasados, envueltos en nieblas.

— ¿Cree que su novela de intriga podría ser el guion de una serie de TV?
—No lo sé, no me importa mucho la verdad y temo las versiones en la pantalla.

— ¿Qué está investigando ahora?
—Bueno, ahora mismo estoy simplemente intentando descansar.