El presidente de Sudáfrica Cyril Ramaphosa saluda al primer ministro de la India Narendra Modi junto a otros BRICS leaders en Johannesburgo.
El presidente de Sudáfrica Cyril Ramaphosa saluda al primer ministro de la India Narendra Modi junto a otros BRICS leaders en Johannesburgo.

Pedro Alonso

El grupo de economías emergentes BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) dio la campanada esta semana al anunciar en Johannesburgo la adhesión al bloque de seis países, incluida Argentina, y dejó en el aire una incógnita: ¿Marcará esa ampliación el inicio de un nuevo orden mundial?

En medio de una enorme expectación, el presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, dio la noticia el pasado jueves ante cientos de periodistas que abarrotaban una sala del Centro de Convenciones de Sandton, distrito financiero de Johannesburgo, donde transcurría el último día de la XV Cumbre de Jefes de Estado y Gobierno del grupo.

Los líderes del bloque habían aprobado el acceso al club de Argentina, Arabia Saudí, Egipto, Etiopía, Emiratos Árabes Unidos e Irán, que se convertirán en “miembros plenos” a partir del 1 de enero de 2024, reveló el mandatario.

Sin aclarar los criterios de adhesión, Ramaphosa precisó que existe “un consenso sobre la primera fase de este proceso de expansión y seguirán otras fases”.

Unos cuarenta países habían expresado el deseo de adherirse al bloque, según Sudáfrica, que ejerce este año la presidencia rotatoria del bloque y recibió solicitudes formales de 23 naciones, incluidas Argentina, Bolivia, Cuba, Honduras y Venezuela.

Brasil, Rusia, India y China crearon en 2006 el grupo BRIC, un club informal al que se unió Sudáfrica (la S del acrónimo) en 2010.

Estos países representan más del 42 % de la población mundial y el 30 % del territorio del planeta, así como el 23 % del producto interior bruto (PIB) y el 18 % del comercio mundiales.

Desde entonces, el grupo, erigido en adalid del Sur Global y azote de la hegemonía global de Occidente, no había abierto sus puertas a nadie por desacuerdos entre sus miembros.

China, segunda economía global, apostó muy fuerte por ampliar los BRICS -que ansían más peso en las instituciones internacionales, dominadas por Estados Unidos y Europa-, pues Pekín busca más músculo geopolítico frente a Washington, primera economía mundial.

AMPLIACIÓN “HISTÓRICA”
El presidente chino, Xi Jinping, no pudo contener la euforia y calificó la expansión de “histórica”, y sus colegas del bloque se subieron a ese carro, aunque con valoraciones más templadas.
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, que pujó por la entrada de la vecina Argentina, dio la “bienvenida” a los nuevos miembros y aseguró que “los BRICS seguirán siendo el motor de un orden mundial más justo”.

Pero, ¿qué supone la ampliación para ese orden mundial? “Esto es un momento histórico (…) donde puede cambiar completamente la relación de lo que vimos hasta ahora que fue un mundo unipolar pasando muy rápidamente a un mundo multipolar”, contestó a EFE en la cumbre el famoso periodista uruguayo Jorge Gestoso, que entrevistó en su dilatada carrera a numerosos líderes internacionales.
Gestoso cree que el planeta se dirige hacia un nuevo orden internacional, pero avisa de que el “mundo unipolar” no “se va a quedar de brazos cruzados (…) y posiblemente veamos palos en la rueda en el camino”.

Más cauta se mostró en declaraciones a EFE la experta en política internacional Sanusha Naidu, del Instituto para un Diálogo Global (IGD) de Sudáfrica, que no vislumbra “necesariamente un nuevo orden mundial”, pero sí admite que la expansión de los BRICS altera “la dinámica de ese orden mundial rompiendo barreras”.

Aunque no cabe duda de que la ampliación ofrece al bloque una mayor influencia económica y política, también podría provocar nuevas tensiones entre los miembros y Occidente dada la inclusión, por ejemplo, de Irán, acérrimo enemigo de Estados Unidos.

Cabe recordar a ese respecto que Rusia e Irán comparten una causa común en su lucha contra las sanciones y el aislamiento diplomático en su contra que lidera Washington, y que profundizaron sus vínculos económicos tras la invasión de Ucrania por parte de Moscú.

EL POSIBLE PROBLEMA DE ARGENTINA
La entrada de Argentina, además, podría generar problemas en el grupo “porque hay todavía la posibilidad de un cambio de Gobierno” en el país, comentó a EFE el analista brasileño Gustavo de Carvalho, del Instituto Sudafricano de Asuntos Internacionales (SAIIA).

La candidata presidencial de la coalición opositora Juntos por el Cambio, Patricia Bullrich, ya manifestó este jueves su “posición contraria” al ingreso de Argentina.

“Argentina, bajo nuestro gobierno, no va a estar en el BRICS”, advirtió Bullrich en un discurso con vistas a las elecciones generales del 22 de octubre.

En el terreno económico y comercial, Gestoso apuntó que la ampliación -que incluye a tres grandes productores petroleros como Arabia Saudí, Irán y Emiratos Árabes Unidos- puede acarrear un “movimiento tectónico” en el desarrollo de “una nueva arquitectura financiera que puede cambiar las reglas del juego del mundo”.

De hecho, en ese ámbito es donde los BRICS han logrado su mayor éxito hasta ahora: el establecimiento del Nuevo Banco de Desarrollo (NBD), un organismo inspirado en el Banco Mundial (BM) para financiar proyectos de infraestructuras.

Mientras Occidente digiere la expansión de los BRICS, el secretario general de la ONU, António Guterres, recordó este jueves en la cumbre del bloque que “las estructuras de gobernanza global de hoy reflejan el mundo de ayer” y, por eso, “deben reformarse para reflejar el poder y las realidades económicas actuales”.

El presidente de China Xi Jinping y el president de Sudáfrica Cyril Ramaphosa en el último día de la reunión de los BRICS en Johannesburgo.
El presidente de China Xi Jinping y el president de Sudáfrica Cyril Ramaphosa en el último día de la reunión de los BRICS en Johannesburgo.

Ingreso de Argentina en BRICS, entre la oportunidad económica y la complejidad geopolítica
Natalia Kidd

La invitación de los BRICS a Argentina para unirse al grupo desde 2024 podría representar nuevas oportunidades económicas para el país suramericano, aunque la falta de consenso sobre la conveniencia geopolítica de esta incorporación pone en duda que finalmente se concrete el ingreso en ese bloque de economías emergentes.

El grupo integrado por Brasil, Rusia, la India, China y Sudáfrica (BRICS) representa el 23 % del PBI global y el 42 % de la población mundial, un mercado que ya acapara el 30 % de las exportaciones argentinas.

“El ingreso de Argentina es sumamente importante en términos comerciales. Aunque no se trata de un acuerdo que implique reducción de aranceles, el hecho de pertenecer a este grupo podría incrementar el flujo de exportaciones”, dijo a EFE Lisandro Mogliati, consultor en negocios internacionales y experto en comercio exterior.

Brasil y China son ya los dos mayores socios comerciales de Argentina, cuya economía, atravesada por severos desequilibrios y con exiguas reservas monetarias, necesita con urgencia incrementar el ingreso de divisas.

Además de Argentina, BRICS acordó este jueves, en el marco de la cumbre celebrada en Johannesburgo, habilitar la incorporación desde 2024 de Arabia Saudí, Egipto, Etiopía, Emiratos Árabes Unidos e Irán, grandes demandantes de alimentos que produce el país suramericano.

IMPLICACIONES GEOPOLÍTICAS
Sumarse a los BRICS también podría representar para Argentina mayores inversiones en sectores estratégicos como los hidrocarburos y la minería y, además, el acceso a otras vías de financiación.

“El Nuevo Banco de Desarrollo del BRICS, con sede en China y presidido por la expresidenta de Brasil Dilma Rousseff, representa una fuente de financiación alternativa al FMI, al Banco Mundial o al Club de París, y va a apuntalar proyectos de inversión y desarrollo productivo y de sostenibilidad ambiental”, destacó Mogliati.

Para Eugenio Marí, economista jefe de la Fundación Libertad y Progreso, las supuestas ventajas económicas no son tan claras: “No hay ningún compromiso formal de apertura de mercados ni libre comercio, tampoco de inversiones, cuestiones que, de pretenderse, deberán negociarse bilateralmente”.

Para el experto, tampoco se asegura un acceso a crédito a tasas de interés preferenciales del banco de los BRICS, lo que probablemente exija compromisos formales y algún aporte de capital a la entidad.

Más allá de los buenos o malos negocios que puedan hacerse, Marí también cuestionó la conveniencia de que Argentina entre en los BRICS “de la mano de países a los que no se parece ni pretende parecerse”, como Irán, en medio de una coyuntura donde Argentina depende de un programa financiero con el FMI (Fondo Monetario Internacional), “institución guiada por los países occidentales”.

DEFINICIÓN ELECTORAL
Según Mogliati, el ingreso de Argentina a un grupo integrado por Rusia y, eventualmente, por Irán, “no pasa desapercibido” ni para Estados Unidos ni para la Unión Europea (UE), importantes inversores y socios comerciales de la segunda mayor economía suramericana que, además, es miembro del Mercosur, bloque con el que los europeos negocian un acuerdo de libre comercio de enorme peso.

“China, además, disputa la hegemonía global a Estados Unidos y a la UE y tiene intereses geopolíticos y económicos en Latinoamérica. Pero el sesgo político no debe apartarnos de la verdadera relevancia de los BRICS, que es económica y de potenciación del comercio”, sostuvo Mogliati.

Como sea, el ingreso de Argentina dependerá del resultado de las elecciones presidenciales de octubre.

El ministro de Economía argentino y candidato presidencial oficialista, Sergio Massa (peronista), cree que es una oportunidad. Pero los dos principales candidatos opositores, el libertario Javier Milei y la aspirante de centroderecha Patricia Bullrich, aseveraron que Argentina no será parte de los BRICS si llegan a la Presidencia.

Bullrich objetó unirse a la Rusia invasora de Ucrania y a Irán, país acusado de estar detrás del mayor atentado terrorista perpetrado en Argentina, el cometido en 1994 contra la Asociación Mutual Israelita (AMIA), que causó 85 muertos y 300 heridos.

Por su parte, Milei aseguró que no va a impulsar un trato con “comunistas” y que su “alineamiento de geopolítica será con Estados Unidos e Israel”.